Hay muchas cosas que ocultas hasta el amanecer, tu mirada perdida demuestra el desinterés de contarlo y tus gestos vacíos no hacen más que sentirlo, vivirlo, y finalmente callarlo. Estás tan acostumbrado a eso que suspiras de alivio al soltarlo, incluso si estás asustado de ser tan vulnerable, incluso si al anochecer te rompes en llanto al sobrepensar si estuvo bien, y al siguiente día buscas hacer notar lo contrario. Me está matando notarlo, el sonido de tu corazón acelerado llega a mis oídos, y sé que no es algo que tengo permitido.