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Minutos antes. Shikamaru.

Shikamaru, se encontraba revisando el papeleo habitual que ocupaba su escritorio. Cada uno de ellos, trataban del estado de cuenta de los departamentos en el negocio. Su ceño se hallaba fruncido mientras los observaba.

Estaba estresado. Se supone que estaba leyendo la cantidad de dinero utilizada en ese mes, pero, su mente no lo estaba ayudando. Era vago por herencia, pero nada lo estaba ayudando ahora. Porque no tenía sueño, claro que no, era allgo más. El hombre de cabellos largos y negros estaba seguro de que no necesitaba a nadie, sin embargo, su mente le jugó de una manera muy cruel. Dándole una imagen de su secretario.

Quien no dudaba de gritarle a la primera oportunidad en la que lo encontraba dormido. Incluso cuando él era el jefe. Tampoco le molestaba esa situación. Extrañamente le gustaba sacarlo de quicio.

―Naruto... ―balbuceó.

Un leve rojo se extendió por sus pómulos. Miro a los lados de su oficina, confirmando la ausencia de personal. Luego golpeó su rostro, por lo idiota que llegaba a ser.

Heredado, supongo.

―Deja de aparecer en mi mente.

Soltando un suspiro, dejo caer su cuerpo hacia atrás, reclinando su silla. Era el día libre de Naruto, por lo que no veía ser un problema que él descansara aunque sea unos minutos. Cerró sus ojos unos segundos y en la oscuridad de estos, varias imágenes fueron presente.

La sonrisa dulce del doncel; cuando fruncía el ceño enojado; su rostro concentrado en su trabajo. Además de los momentos en el que Naruto podía ser lindo e infantil, aunque él negaba ese hecho, culpando su edad. Shikamaru sonrió.

"Puede que me gustes solo un poco, pero, no de manera romántica. No. Solo es admiración por como eres en tu trabajo"

Se dijo a sí mismo, mientras asentía a su pensamiento. Era lo más razonable tenía una familia, incluso si solo eran dos personas y el pequeño perro que había adoptado, aunque eso su esposa no lo sabía. Abrió los ojos y observo el anillo que adornaba su mano.

"Solo es eso..." Se repetía, era su mantra y así lo mantendría. Naruto su empleado, y él solo su jefe.

El sonido de la puerta siendo tocada, lo saco de sus pensamientos. Su mirada volvió a ser la misma, desinteresada.

―Adelante ―dice mientras observaba nuevamente el papeleo.

Mentalizándose que, si no revisaba bien los cálculos, debido a que podían haberle traído cuentas falsas. Y quizás algunas cabezas rodarían si le avisaba a Naruto. Sonrió con tan solo imaginar su cejas fruncidas, mientras que señalaba a los demás, sin importar que fueran más altos que él.

Era una mini bestia.

―Buenas tardes ―se escuchó una tímida voz, que reconocería hasta en la distancia, pero no tenía el mismo tono al que se acostumbro.

Shikamru alzó la mirada, encontrándose con el invasor de sus pensamientos. Por un momento el pelinegro sintió algo removerse en su pecho, al ver como se dirigía el doncel hacia él.  Esa actitud nunca la presento. ¡Nunca! ¿Por qué ahora?

―¿Cómo sigues? ¿Necesitas algo, Naruto? Hoy ¿No era tu día libre? ―pregunto Shikamaru un poco sorprendido por su visita, casi nunca le daba días de descanso a sus empleados por estar enfermos. Naruto siempre se convertía en la excepción, pero no lo diría en voz alta.

¿Qué te ocurre? Solo cálmate, solo es uno más de tus empleados. ―piensa el pelinegro.

―Estoy mejor. Sí, es mi día libre y solo necesito hablar con usted de algo personal.

El varón sonrió para sus adentros al ver recuperado a su secretario. Aunque presto más atención en los movimientos corporales del mayor. Demasiado extraño.

¿Querrá renunciar?

―¿Qué ocurre?

―Es algo... complicado de decir...

Naruto desvió la mirada de Shikamaru y observo la ventana unos segundos. El varón no era bueno para adivinar las cosas, por algo había demorado en confesarse en el pasado, de milagro sabe de sí mismo.

Y ahora, su mejor empleado parecía abandonarlo.

¿Complicado?¿Que será tan complicado, que tenga a Naruto con tal comportamiento?

―A ver Naruto, dime que es tan complicado que te tiene así ―dijo Shikamaru señalándolo por su nerviosismo, ya que sus manos estaban temblando. Y sabía que no era por frio, ya que no estaban en invierno. Lo escucho maldecir, mientras golpeaba sus mejillas.

―Señor Nara, vera sé que es casado y... bueno es que... usted... me gusta.

Naruto debido a su nerviosismo, susurro todo. Shikamaru ya cansado de su comportamiento le repite.

―Naruto por segunda vez, repite todo lo que acabas de decir que no escuche.

El rubio sabía que se quedaría sin trabajo muy pronto, así que tomó suficiente aire para decir lo más importante y sin rodeos. No le importaría morir ahora.

―¡Me gustas! ―gritó.


Cierro mis ojos

Y trato de olvidarme de ti.

Aunque tus ojos y labios, no me dejan.


El asombro se estableció en el rostro de Shikamaru. Sus pensamientos siempre fueron de una renuncia, no creyó que fuese una confesión. El pelinegro observó como Naruto continuaba con los ojos cerrados después de haber gritado.

Así que exhalo y lo llamó, quien alzo la mirada. No iba a admitir que escucharlo lo había emocionado.

―¿Está enojado?

―No ―respondió―. Sorprendido seria la palabra correcta.

El doncel calma su respiración. Se liberó.

―Naruto... ¿Sabes que estoy casado? ―se limitó a preguntar, mientras se levantaba de su silla para acercarse al pelinegro. Naruto asiente sin mirarle.

―Y sé que no es correcto de que me atraigas ―dice mirando el cuerpo del doncel con deseo―. Pero, estoy casado y amo a mi esposa, en serio, lo lamento y espero que esto no afecte nuestro trabajo ni mi matrimonio.

Naruto sabía que iba a ser rechazado, ya se había preparado mentalmente, pero, al parecer no funcionó, pues, se sentía horrible. Mordió sus labios y trato de sonreír. Era un idiota, y su mente se lo repitió.

―No se preocupe, Señor Nara. Sabía lo de su matrimonio y lamento su lo incomode con mi confesión. Lo veré mañana temprano.

Fueron sus últimas palabras antes de salir de la oficina de Shikamaru y dirigirse a los baños de empleados. Donde trataría de acallar sus lágrimas. Ya luego razonaría. 

Incognito amor; ShikaNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora