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Temprano por la mañana se hallaba Naruto en su escritorio. Estaba cumpliendo con su trabajo a malas. No había logrado dormir por haber estado llorando, tenía ojeras debajo de sus ojos, su nariz roja por la sinusitis con la que amaneció. No desayunó, y solo había podido rellenar su estomago con el amargo café de la oficina. Odiaba estar de esa manera. 

Pero no podía faltar, por su ya día libre utilizado. Además le había dicho a Shikamaru que volvería, que seguiría con su trabajo como si lo del día anterior no lo hubiera afecto. No era débil, quizás un poco, sin embargo, eso no lo diría. Naruto Uzumaki no se rendía, incluso con el corazón roto. 

¡Y qué si vivía con ese dolor! ¡Se podía hacer más fuerte! Y quizás con eso, podría enseñarle a sus futuros sobrinos lo que era vivir así. 

Naruto exhaló, revolviendo su rubio cabello, mientras observa el sobre que reposaba a la de su computadora. Si... ese sobre también era su segunda opción de no ser tan fuerte como quería demostrar. Las oportunidades siempre están, y huir también era una opción. 

Un simple adiós para Shikamaru Nara. Despidiéndose de cada uno de los defectos perfectos que llevaba ese hombre. 

Hombre con correa, repite la voz razonadora de su cabeza. Sí, eso también. 

No había querido ir directamente donde Shikamaru, quería terminar su trabajo para así facilitarle el papeleo al perezoso hombre, pero, sabía que debía hacerlo antes de que acabara su jornada. Entregando el sobre para colocar un final. 

Cuando deje de ser dramático, entonces viviré mejor que ahora. 

Un leve toque en su hombro lo sobresalto, frunció el ceño para quejarse con esa persona, pero se detuvo al notar la clara mirada de Hinata, quien le sonrió, mientras cabeceaba hacía una puerta. Un poco de tranquilidad era lo que necesitaba. Se levantó de su lugar, y en silencio siguió a la mujer, subieron las escaleras, hasta llegar a la azotea. 

Fue allí cuando tomaron asiento sobre el banco que siempre utilizaba Shikamaru. Hinata extendió hacía él una bebida gaseosa que gustoso aceptó. 

—Entonces, Naruto se rindió. 

—Acepte mi derrota, no es lo mismo. 

—El Naruto que conozco no se rinde —animó la mujer, pero no funcionó como creyó.

Naruto la observó en silencio, negando lentamente—. Ese era el joven e inocente Naruto. Este Naruto solo busca sobrevivir. No se puede ganar una batalla perdida. Así de sencillo. 

—Pero... ¿Qué harás ahora? 

—Renunciar. No puedo seguir aquí Hina, incluso si quiero, eso sería un auto-castigo que no deseo sentir —tomó un poco de la bebida, frunciendo el ceño al sentir el gas hinchado su estomago. No había sido una muy buena opción tomar eso—. Además, Sasuke necesita secretario para Yuugo, puedo hacer de ayuda. 

—Y aceptarás el cortejo del Sr. Uchiha —confirmó. Naruto negó extrañado por sus palabras. No había razones para que su único mejor amigo tuviera esa mentalidad sobre él. 

—Imposible, primero se suicida antes de casarse conmigo. 

—¡Vamos, Naruto! Eres eso que le falta a los varones idiota. Ellos se lo pierden —se quejó Hinata, cruzando ambos brazos frente a ella, enojada. Era un hombre que conocía desde hace años, y aun así, no había nadie que fuera perfecto para él. 

Todos eran unos idiotas que ella se encargaba de alejar, antes de que el rubio doncel se diera cuenta. Y ahora que Naruto había dado el primer paso, tenía que ser con quien no era, aun cuando le agradaba su vago jefe. 

—Al menos tu piensas así, Hina, y gracias —sonrió de tal manera que èl solo puede hacerlo, tan brillante y cálido, mientras se levantaba y estiraba su brazos, dejando escapar un bostezo. Era seguro que necesitaba descansar—. Ahora, tengo que irme, entre más rápido esto se dé, menos doloroso será. Gracias por la bebida, Hina. 

—Suerte, Naruto. 

La hora de almorzar había llegado y su jefe no había presentado señales de querer salir de su oficina. Naruto, conocía ese lado de Shikamaru, el de no querer salir hasta que acabara con todo su trabajo, o solo dormido sobre el sofá en espera a que alguien fuera a despertarlo. 

El doncel se levantó de su silla y caminó hacia la oficina de su jefe. Tocó tres veces y esperó una respuesta, pero, esta no llegó. Repitió el acto y obtuvo el mismo resultado, así que, sin esperar mucho, abrió la puerta llevándose una enorme sorpresa.

―¡Sr. Nara! ―gritó sin creer la imagen que el lugar daba―. ¿Qué paso?

Naruto caminó entre los papeles tirados en el suelo de la oficina, tratando de no pisarlos, porque eran muy importantes, además de que respiraba profundo para no molestarse. Observó los muebles volcados y algunas cosas de vidrios, rotas.

―¿Sr. Nara? —llamó, pero no hubo respuesta del hombre que se encontraba en el piso—. ¿Shikamaru? 

El mencionado se encontraba recostado contra la pared caoba de su oficina. Cargaba la misma ropa del día anterior, desaliñada y a su lado había algunas latas de alcohol totalmente vacías. Shikamaru rió de manera cínica, su rostro estaba siendo oculto por su pelinegro cabello suelto. 

―Soy un estúpido, Senpai... ―susurró―. Te rechacé de una manera para nada bonita y te dejé ir, siendo que debí ir detrás de ti. Soy un idiota.

Naruto se arrodilló delante de él y tomo su barbilla, levantó su rostro y dejándolo expuesto. Su mirada se encontraba opaca y roja, rastros de lágrimas que terminaba en sus mejillas. Parecía estar peor que él.

―¿Qué sucedido? ―pregunto el doncel.

―Eres tan bueno... y yo soy una completa basura.... ―Shikamaru tomó de la cintura a Naruto y lo sentó en sus muslos para abrazarlo.

Naruto se sorprendió por el acto, y casi maldice por lo escuchado, pero, se tranquilizó y acarició los cabellos pelinegro de su jefe.

―Creí que llevarles unas flores a Temari seria algo... ya sabes... lindo o lo que sea. Me sentí culpable de verte diferente aun teniéndola a ella... pero.., no pensamos iguales. Uno o dos amantes no le parecen suficiente ―exhaló, tratando no sonar mucho peor―. Yo siendo fiel y ella buscando su libertad. Lo peor es que soy un idiota por no sentirme triste.

―Shikamaru...

―Quédate así, senpai. No me dejes en este momento. Te necesito ―dijo de manera vulnerable  sin dejar abrazar al doncel.



Para dejar de soñar

Hay que...

Despertar.

Incognito amor; ShikaNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora