No lo creía, Shikamaru, no creía que eso ocurriría.
Era consciente de la convicción con la Naruto trabajaba, incluso cuando lo regañaba y, aun así, regresaba en su búsqueda para volverle a tirar la pila de páginas sobre su escritorio hasta que él hubiera terminado todo, sin importar que la noche llegara. Siempre había sido de esa manera, podía comprender su actitud, era algo que le gustaba.
No lo negaba. Shikamaru no era tan idiota como para no separar a el rubio doncel del resto. Claro que lo haría, después de todo, aparte de él, nadie más se atrevía a tratarlo de aquella manera, sin terminar fuera de la empresa al segundo. Sin embargo, Naruto llevaba más de tres años bajo su cuidado, sin incluir cuando trabajaba con su padre.
Era alguien leal... y hermoso. ¿Por qué negarlo? Con su espontaneo carácter, explosivo que en algún momento lo asustó, su mirada azulada y brillante, en compañía de sus labios, y un cuello que siempre llamó su atención. Además de la figura que siempre fue escondida por la camisa y pantalón de trabajo que Naruto llevaba.
Si Shikamaru hubiera olvidado el anillo que en su momento se resguardó en su dedo, Naruto hubiera sido por completo ese perfecto compañero que creó en su mente en el pasado. Pero estaba casado, y en aquel camino, quería que las cosas fueran las mejores, incluso si corazón parecía querer matarlo al ver a su fiel secretario.
¿Dolió lo que vivió con su matrimonio? Era un hecho que no olvidaría, y quizás, lo volvería inseguro, pero cuando robó el tiempo de Naruto entre sus brazos, y confesó ese día, fue real. No se sintió triste al grado de lastimarlo, porque tal vez, la vida que ambos, Temari y él, habían elegido, se fue marchitando. Y sus corazones eligieron otro camino.
Eso estaba bien.
Creyó que, con eso, quizás podría tomar una oportunidad de ver a Naruto como su corazón lo decidió, ahora que la razón no lo detenía. Pero, tampoco funcionó.
Naruto renunció, y aunque prometió no dejarlo sin trabajo en otros lugares como última alternativa para dejarlo a su lado, pero no fue la mejor manera para que se quedara. Igual se fue del lugar, bajo la atenta mirada de todos los empleados, que solo murmuraban en su dirección, mientras el rubio recogía sus cosas, y se iba por el ascensor.
—Disculpe, Sr.Nara —escuchó a su lado, ¿En qué momento llegó? Shikamaru ni la notó—. Quizás está mal decir esto, porque es mi jefe, pero Naruto es mi amigo y tiene mi completo apoyo... quizás él no debió hacer eso, pero sus palabras no fueron las mejores, y sí de verdad le interesa. No se quede parado esperando...
—...porque no regresara, lo sé, Hinata —terminó por ella. Shikamaru negó por segundos sin dejar la leve sonrisa de su rostro, antes de acercarse a las escaleras de emergencia—. No sabía que hablas tanto, Hyuga.
—Al menos yo sí digo lo que pienso, Sr.Nara.
Aceptar que soy un idiota resulta ser muy difícil, pensó.
Quizás también un poco cobarde, y eso lo cambiarían con facilidad. Bajó tan rápido como pudo las escaleras, tomando largas respiraciones por la falta común de ejercicio en su cuerpo. Apenas y corría en su propia casa, mientras buscaba a su nuevo hijo perruno, pero ahora, su felicidad dependía de no tropezar con sus propios pies, mientras se acercaba a la salida de las escaleras.
Abrió de golpe la puerta, sorprendiendo a quienes esperaban en la recepción. Las palabras no salían de sus labios, de tanto jadear. Apoyó ambas manos sobre sus rodillas, mientras escucha pasos acercándose a él. Unos grises zapatos lo hicieron levantar la mirada, así notando la preocupada de su amigo.
—Si buscas a Naruto, hace poco que se fue —dijo Chouji, ayudándolo a colocarse derecho. Shikamaru negó. Era demasiado difícil igualar la velocidad de un ascensor, y mucho más con el rubio doncel enojado—. Entonces... ¿ya te decidiste?
Shikamaru asintió—. Pero, renunció. Creo que me odiara más de lo que le gusto.
—En su defensa, eres lento para captar acciones o indirectas.
—Él nunca hizo algo así.
—No que tú te dieras cuenta, ¡Vamos, Shikamaru! Déjalo tomar un respiro de esta situación, y luego puedes hablar con Naruto.
—¿Desde cuándo eres tan bueno dando consejo?
Chouji sonrió—. Desde que te tengo. Necesitas de este hombre. Ahora regresa a esa oficina termina, y nos vamos por unas copas.
×××
Shikamaru no podía saber que hora era. Después de todo, su cabeza dolía y la poca estabilidad de su cuerpo no ayudaba. Culpa a Chouji por la idea de beber, pero solo a medías, porque si las necesita para ser valiente y enfrentar a su senpai.
Ese agradable y lindo senpai, que había estado tantas veces en sus sueños, abrazándolo y llenándolo de besos como lo merece.
Shikamatu sabe que merece a Naruto.
Claro que lo hace, si era él único que podía soportarlo y en algún momento tratarlo con un cariño que no sabe si era permitido.
Incluso, tambaleante por la acera del barrio, e ignorado las pocas gotas que caían sobre él. Llegar a ver a su querido era lo esencial, lo demás se le restaba importancia.
El varón alzó la mirada notando como aun la pequeña casa mantenía las luces encendidas, quizás en su espera. Era claro que Naruto aun lo esperaría.
Se plantó frente a la puerta, arreglando su ropa -aun de trabajo-, verificando que no hubiera nada fuera de lugar. Necesitaba estar presentable si quería gustarle más. Tocó el timbre de la casa, y esperó a que su senpai abriera para él.
A
brazó la idea de confesarse apenas los pasos acercándose estuvieran frente a él. No pudo evitar sonreír mientras veía como la blanca puerta dejaba ver el interior de la vivienda.
—Senpai —dijo Shikamaru alegre. Sin embargo, ese cabello largo y oscuro no era de su senpai. La altura que lo igualaba, tampoco era del rubio. Y ni siquiera la expresión de enojo podía pertenecer a Naruto.
No era su senpai... era...
—Uchiha.
—Cuanto tiempo, Nara. ¿Algo que necesites aquí? —preguntó Sasuke aun sin dejarlo pasar. Shikamaru frunció el ceño, al verlo salir y cerrar la puerta de la casa.
—Debería decir lo mismo, es la casa de senpai, ¿Qué haces aquí?
—Aquí vivo.
—¡Sasukee! ¿Quién esta en la puerta? —se escuchó el grito desde el interior de la casa. Era claro que la presencia del rubio estaba—. ¡Temee!
—No hay nadie, dobe —respondió de vuelta sin dejar de mirarlo, tan desafiante como lo eran los Uchihas. Por eso lo odiaba, por conocer a Naruto desde antes, y tener incluso un camino mucho más amplio que el suyo—. Ahora, vete, no quiero que él sepa que estas aquí.
—Eres un idiota, tú no decides por él.
—No lo hago, es más le doy opciones que faciliten sus decisiones. Siempre hay una mala, casualidad fue sobre ti. Ahora vete.
Si quiera el alcohol fue suficiente para poder responderle al hombre de mirada oscura. Chasqueó la lengua, a falta de fuerza, colocó ambas manos dentro de sus bolsillos delanteros. El efecto de los químicos fallaron a su disposición. No pensó que estuviera allí, y quizás, solo quizás, debía tomar un tiempo si de verdad quería recuperarlo.
—Por cierto, Shikamaru, gracias por aceptar su renuncia. Será agradable tenerlo a mi lado —comentó el Uchiha, para después cerrar la puerta detrás de él.
Shikamaru afirma que odia a Sasuke y alejarse de Naruto duele mucho más que su propio divorcio.
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Incognito amor; ShikaNaru
FanfictionNo hay nada más que Naruto ame, que no sea su trabajo, y también a su vago jefe. Su corazón tiene miopía, por lo que no puede culparlo al fijarse en alguien ya no disponible. Igual puede vivir con eso... o eso quiere decir. Ahora, Shikamaru no es a...