CAPITULO 2

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Armando llevaba algunas semanas muy raro. Iba como en automático. Sus ojos siempre estaban apagados, solo parecían recobrar algo de vida cuando estaba junto a Betty.

Dejo de salir con las modelos y con su amigo Calderón, tampoco iba al apartamento de Marcela y siempre que ella se acercaba de forma insinuante a él, este se mostraba frío como un tempano de hielo. Se dejaba besar por ella, pero no le correspondía y las cantaletas eran diarias. Armando no decía nada, se quedaba callado, esperando que Marcela acabara y se fuera furiosa de su despacho.

Lo que ninguno de los dos sabia era que Betty había gravado algunas de estas cantaletas.

Betty lo observaba y cada vez estaba más preocupada por él. Parecía un muerto en vida y esto le angustiaba. Como le gustaría tener el coraje de decirle que ella lo amaba, que no le importaba como era, que ella lo aceptaba tal cual es. Pero también sabia que ella no era mujer para él, que era fea y él nunca se fijaría en alguien como ella. Hacer el amor con él fue lo más maravilloso que pudo ocurrirle. Se dieron tanto cariño y amor que lo guardaría para siempre como un divino tesoro. De eso habían pasado algunas semanas.

UN TIEMPO DESPUÉS

Ese día había terminado su jornada laboral y cuando salió de su oficina, se acerco a él. Estaba apoyado en su mesa, como sí se hubiera dormido. Betty manipulo su móvil.

B: ¿Doctor se encuentra bien? -

A: Si Betty, no se preocupe. - Intento sonreírle. Y solo le salió una mueca triste. -

B: ¿Qué es lo que le preocupa?

A: Pronto será el día de la madre y tendré que dar una fecha para mi matrimonio con Marcela y sellar mi sentencia de muerte. Casarme con una mujer que no amo.

B: Doctor creo que esta cometiendo un terrible error. Mire como esta. No come ni duerme. Las ojeras le van a llegar al piso. No sé como Doña Marcela no se da cuenta de lo mal que esta y le hace esos reclamos.

A: Porque ella cree, que estas ojeras son por irme de rumba por las noches y estar con otras mujeres, por eso sus cantaletas diarias.

B: Pero eso no es cierto. Don Mario se queja de que usted ya no sale con él.

A: Ni ganas Beatriz. Estoy hastiado de todo. Solo me apetece estar solo en mi departamento, lejos de todo el mundo. Solo así puedo encontrar un poco de paz.

Betty con un poco de humor le dice: Debería salir y echar una canita al aire. Seguro que así se siente mucho mejor. - Armando se queda sorprendido por las palabras de Betty. -

A: ¿A si? ¿Con quién? ¿Con usted por ejemplo? - A Betty le cambia el color de la cara y unas lagrimas acuden a sus ojos, pero no las deja salir. Armando se da cuenta de lo que acaba de decir. - Lo siento Beatriz, no era mi intención ofenderla.

B: Hasta mañana Doctor. - Y sale deprisa del despacho de Armando. Este tarda en reaccionar y cuando sale detrás de ella, no la encuentra. -

A: ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! La embarre con la única persona a la cual le importo. ¡Soy un estúpido!

Esa noche a las tres de la madrugada sonó el móvil de Betty.

Betty medio dormida: ¡Alo!

En el otro lado del móvil un hombre llorando desconsoladamente le dijo: Lo siento Beatriz, perdóneme por lo de esta tarde. Fui un estúpido, no quise ofenderla. Por favor perdóneme. - Betty al escuchar su voz se despertó de golpe. -

B: ¿Don Armando esta bien?

A: No Betty, no estoy bien.

B: Ya voy para allá.

¿QUIERES QUÉ TE OBRE EL MILAGRITO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora