Capítulo 26

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Abrí los ojos. Vi a L tumbado a mi lado, durmiendo plácidamente. Era demasiado lindo cuando dormía. Pestañeé un poco para despejar la vista, y miré a mi alrededor. Estaba en la habitación de L. Bostecé.
L tenía delante de la cama un espejo bastante grande, y miré lo despeinada que estaba. También me di cuenta de que estaba desnuda. Dios. Lo habíamos hecho. Al cerrar los ojos y suspirar, desperté a L.
-Ohayou~ -dijo este entreabriendo los ojos mientras bostezaba. -¿Cómo has dormido?
-B-Bien... -contesté intentando cubrirme con las sábanas. Sabía que anoche no estaba borracha, por lo que recordé cada segundo que estuve con él. Cada segundo. Remarco esas palabras.
-¿Daijoubu? -se acercó a mí y me besó suavemente en el cuello. Me estremecí. Aunque me había besado ahí tantas veces, todavía no podía acostumbrarme a ello.
-H-Hai... -afirmé.
-No hace falta que te cubras... ya te he visto desnuda. -dijo sonriendo maliciosamente.
-Baka. -me sonrojé y miré hacia el espejo.


Nos quedamos un rato en silencio observando la habitación. Estaba muy ordenada. La verdad, pensaba que L sería un tipo bastante desordenado. El primer día que lo conocí... ¿cómo nos conocimos?


Oh. Cierto. Estábamos investigando el caso Kira con mi padre. L es el mejor detective del mundo (sin exagerar) y tuvimos que contactar con él para que nos ayudase. Vinimos a su apartamento... y nos conocimos. Recuerdo que siempre me estaba mirando fijamente. Siempre. Y Watari también. Y me parecía extraño. Y ahora me gusta. No se me hace molesto. Es más, es muy agradable.

-¿Deberíamos desayunar? -preguntó rompiendo ese silencio tan cómodo.
-Sí. -me levanté. Me giré y vi que L estaba sonriendo. Bajé la vista y me cubrí con las sábanas. Al sacar las sábanas de la cama vi que L estaba en ropa interior, pero no estaba desnudo. -¿Por qué tú no estás desnudo? -pregunté, enfadada.
-Te iba a vestir. Pero no quería despertarte. Y así estás preciosa. -dijo sonriente.

Me puse una camiseta suya y la ropa interior del día anterior y me dirigí hacia la cocina. Al sacar la leche y los cereales vi que L todavía continuaba en la habitación, tumbado, mirando hacia el techo.
-Levántate si no quieres que me coma tu desayuno. -dije en voz alta para que me escuchase bien. Me ignoró. -Te había guardado un trozo de tarta de fresa... -se levantó al instante. Eres un zampabollos. Pensé. 


Nos pusimos a desayunar mientras veíamos las noticias. 10 asesinos muertos. Cierto. El caso Kira continuaba abierto. ¿Acaso L habría dejado de investigar?
-Ryuzaki.
-¿Hai? -mordió una tostada sin dejar de mirar las noticias.
-¿Todavía sigues investigando el caso Kira?
-Sí. Tu padre continúa llamándome y dándome informes de la policía.
-Sõ desu ka.* -continué con mis cereales. -¿Y cuándo pensabais informarme de todo esto? -pregunté, mientras L dejaba su tostada en la mesa.
-Ya te lo he dicho. No quiero que te involucres en esto.
-¿No crees que soy mayorcita para cuidarme sola? Además creemos que es mi hermano, podría persuadirle de algún modo. Él no me haría nada.
-Sabes que yo solo me preocupo, y aún eres muy joven.
-Tampoco es que tú seas tan viejo.
-Tengo 22. Tú todavía eres una niña.
-Cuidado. Como has vivido tanto tiempo. -dije irónicamente, mientras empezaba a enfadarme.
-Escucha. No quiero que te involucres. Simplemente eso. No seas cría.
-Pues esta "cría" -dije remarcando la palabra "cría" -Se va a meter. Sin tu ayuda. Me arreglaré por mi cuenta.


Fin de la conversación. No quería enfadarme con L, pero me estaba tocando mucho las narices. Tsc. Sé cuidarme sola. No necesito que me ayuden. Si no eres capaz de defenderte por ti mismo, no mereces vivir. He sido educada con esa frase.


Continuamos viendo las noticias. Más asesinatos. Todo a causa de Kira. Perfecto. Creo que L no había progresado absolutamente nada en sus investigaciones. Y papá tampoco había ayudado mucho. Y yo no estaba al tanto de todo esto. Podría haber ayudado.

Mientras pensaba en todo esto, llamaron a la puerta.
-Ya voy yo. -dije y me levanté. Caminé descalza hasta la puerta (todavía despeinada y con la camiseta de L) y ni me molesté en mirar por la mirilla para ver quien era.
Me paré unos segundos antes de abrir la puerta para bostezar. Tomé el pomo de esa preciosa puerta blanca y abrí.
-Vístete y coge tus cosas. Nos vamos a casa. Ya.

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