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La mente, es un lugar retorcido y complicado de entender, en ella encontramos los más siniestros pensamientos, fantasías e ideas las cuales pueden alberga detalles que jamás nos atreveríamos a decir en voz alta.
Entre las cosas más fascinantes de la mente humana está, el miedo.
Jonathan Crane había dedicado toda su carrera a estudiar está rama de la mente en todo su esplendor, la sola idea de conocer el secreto del miedo lo hacía sentirse el más grande de todos, como si de un Dios se tratase.
El doctor en si mismo no tenía un aspecto imponente, era de estatura promedio, una expresión sería acompañada de unos profundos ojos brillantes, a lo que verdaderamente hay que temerle es a su mente, llena de pensamientos e ideas listas para causar el terror en las mentes de sus “Pacientes”.
Después de muchos años había conseguido la fórmula perfecta para infundir el miedo en todos, no era necesario un arma o alguna amenazada, solamente era necesario la absoluta atención.
...
Entre oscuros y deteriorados pasillos de un viejo lugar abandonado y escondido de cualquier ojo en ciudad gótica, Crane camino hacia una de las habitaciones del lugar con un maletín cuyo contenido era de vital importancia.
Entro a una de las habitaciones encontrando solamente un foco iluminando el centro del lugar, una mesa con dos sillas de cada lado, en una de ellas ya había alguien sentado.
Crane camino sin perder su serenidad dejando el maletín en la mesa, enfrentando a su visitante.
— Todos mis socios han terminado en la cárcel, fuí considerado contigo — Dijo el doctor tomando asiento.
— Si quieres sermonearme ahórratelo, no estoy para payasadas — Le recriminó el hombre con moretones en la cara y el distintivo uniforme naranja de la cárcel.
Román Sionis estuvo apunto de conocer lo que era estar encarcelado en toda su carrera como gánster, pero como el mismo Crane explico, movió algunas cartas para sacarlo de aquel destino.
Pero el ya no le servía de nada.
— Semanas atrás dejaste que Batman y su compañerita te capturarán y pisaran como si de una cucaracha se tratase.
— No tenía en mente que lo descubrieran todo — Explico con rabia.
— No me interesa lo que pensabas, ya el lo sabe, conoce toda la operación y seguro está enterado del plan.
Sionis suspiro irritado al recordar como el murciélago le pateó el trasero, Crane tenía un plan para dejar muy en claro que el no tenía miedo de nada ni nadie.
Tenían que temerle a el.
— ¿Quieres ver mi máscara? — Respondió quitándose sus característicos lentes.
— ¿Qué? — Pregunto el gánster confundido.
— Durante muchos años trate con tantos enfermos mentales en Arkham que he aprendido a manejar sus miedos, y a lo que más temían les he sacado provecho — Comenzó a explicar mientras abría su maletín y sacaba un andrajoso saco, realmente era aterrador.
— ¿La ves? Es la primera vez que alguien la ve, estuve muy apenado de que alguien lo viera — Dijo enseñándola con una pequeña sonrisa, que resultaba inquietante — Pero ya no será necesario sentir esa pena, ahora le tendrán miedo.
Se la colocó mostrando lo realmente fea y a la vez patética que era ese pedazo de telas y sacos unidos, pero ciertos recortes la hacían ver horrible, esto ya era muy extraño y Sionis lo sabía.
— ¡Yo me largo, eres un enfermo Crane! — Le gritó Sionis pero las esposas atrás de su silla le impidieron moverse, forcejeo unos momentos bajo la mirada del espeluznante doctor.
Del maletín aún abierto Crane saco unos de los pequeños tubos con la sustancia verde tan precisada y misteriosa.
— ¡Eres un psicópata, Crane! ¡Un maldito psicópata! — Grito Sionis viendo los movimientos de Crane asustado, seguidamente el doctor partió el frasco enfrente del asustado gánster dejando salir el humo y residuos por todas partes.
La mente de Román automáticamente se nublo y lo único visible ante el era una enorme figura espantosa que se acercaba, sus gritos eran incontrolables y un dolor de cabeza cegó sus pensamientos, solamente sentía la abrupta necesidad de huir de ese lugar.
— ¡Todos gritaran y lloraran al ver sus miedos más profundos! ¡Tal como tú lo haces! — Esa espeluznante voz le hizo poner los pelos de punta al gánster mientras suplicaba y lloraba como un bebé.
— ¡Todos me temerán y suplicarán por morir!
...
El sol se asomaba por las viejas ventanas dejando su sombra en los lugares más oscuros de aquel lugar, sentado desde su escritorio en su establecido consultorio clandestino, estaba Crane sentado con un vaso de Whisky en la mano.
Lo revolvía lentamente totalmente inmerso en sus pensamientos, su plan finalmente había rendido frutos, ya no sería el lacayo de las mafias y de nadie más, ahora estaría en lo más alto.
Lo había pensado en todo, la mayor parte de sus planes solamente estaban en su cabeza y nadie podía apuñalarlo y arruinar sus intenciones, sonrió para si mismo pensando en la grandeza de sus acciones.
La gran victoria.
Crane no había estudiado tantos años de su vida como para que un simple gánster lo llamara psicópata.
— ¿Psicópata, yo? — Se dijo a si mismo dejando salir una risa, seguido tomo de su vaso terminado con el contenido.
No sé consideraba un psicópata tal como sus antiguos pacientes o los enfermos que ha conocido a lo largo de su carrera, el era algo más.
Era un genio explotando su capacidad, demostrando el potencial que la mente podía tener en la control de las masas.
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