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— ¿Qué lugar es este? — Pregunte curiosa y a la vez fascinada por lo que veía
Bruce había tocado mi puerta dispuesto a llevarme con el, tenía un plan en mente, hoy no me sentía del todo bien pero logro convencerme de sacarme de mi oscura penumbra de hogar.
— Es el jardín Hikaru, fue construido en 1955 por un magnate japonés amante del paisajismo, lo construyó para su esposa fallecida — Relato Bruce caminando a mi lado tranquilamente, yo veía todo el lugar lleno de hermosas flores y césped tan verde que no pareciera real, era un lugar majestuoso.
— Sabías que Hikaru significa resplandor en japonés, un nombre adecuado para este lugar — Sonreí mientras le hablaba.
— No lo sabía — Respondió serenamente.
— No puedo creer que aún esté en perfectas condiciones, muy diferente al resto de la ciudad.
— Los ricos e importantes han mantenido el mantenimiento del lugar, es muy solicitado para eventos.
— Ya me suponía que había alguna explicación de ese tipo, este lugar solo es para el disfrute de los millonarios — Suspiré con decepción, triste de que no muchas personas puedan disfrutar esta belleza.
— Pero estás aquí, quería compartir este lugar con alguien más — Dijo sentándose en una banca mirando la lejanía del lugar, nostálgico.
Me senté a su lado mirándolo atentamente, esperando a que continuará si necesitaba hacerlo.
— Cuando mis padres murieron... Me culpe durante mucho tiempo, diariamente Alfred me recordaba que solo era un niño, que no podía hacer nada contra algo inevitable — Me dijo aún sin verme, su mirada estaba centrada en el horizonte.
— A mi madre le gustaba este lugar, y venir aquí me recordaba que ella era muy especial y jamás saldría de mi interior, junto a mi padre — Está vez me miró fijamente — Era una tortura venir aquí, pero era una de las pocas cosas que conserve de ellos.
Su intensa mirada reflejaba todo los sentimientos vividos en sus momentos de debilidad, cuando Thomas y Martha Wayne murieron yo era muy pequeña, pero al día de hoy muchos siguen lamentando ese hecho.
Los ojos se Bruce sobre mi estaban poniéndome nerviosa, tanto fue así que no me di cuenta en el momento que empecé a mover mi pierna derecha.
— Lo siento, Bruce... — Respondí sincera comprendiendo su dolor.
— Ya paso mucho tiempo, no hay nada que lamentar — Contesto apartando su mirada con el ceño fruncido.
¿Se había molestado? ¿Dije algo mal? No quería que se molestará conmigo.
