𝐔𝐍𝐀 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄 [sengen au]

[ O5 ]

¡ 𝖗𝖔𝖒𝖕𝖊𝖗 𝖑𝖆 𝖉𝖎𝖘𝖙𝖆𝖓𝖈𝖎𝖆 !

— ¿Estás seguro que llegan hoy? —le pregunta Senku de brazos cruzados, ambos miran la pista de aterrizaje.

— ¡Sí! Hablé con ella el lunes, dijo que estaría aquí el sábado por la tarde —le dice, impaciente a verlas.

Los pilotos aguardan a la familia de Taiju, que viene de visita a California por el fin de semana. Llevan una hora esperando.

— Taiju, es viernes, no sábado.

— ¡¿Qué?! ¿Desde cuando? —pregunta alterado.

— ¡¡Desde hoy en la mañana!! —le reclama y toma su rostro con ambas manos bajo las gafas de sol—. No puedo creerlo...

— ¡Ahí están! —se levanta del banco, ignorándolo—. ¡Son ellas!

Taiju toma la rosa que había comprado y corre al ver a su esposa con su hija, tomadas de la mano. Senku lo sigue.

— ¡Yuzuriha! —espeta emocionado.

— ¡Hola, Taiju-! —no logra terminar la frase por el abrazo súper apretado que le da. Ríe ante el gesto.

— ¡Papi! —exclama la pequeña niña, extendiendo los brazos.

— ¡Hija mía! —suelta con la misma emoción y la toma en brazos—. ¡Vaya! ¿Ese es un F-14 de juguete?

— ¡Como los que tú vuelas! —le responde, imitando la energía de su padre. Stone ve con una sonrisa la escena.

La familia sale del aeropuerto alegre para dirigirse al auto, Senku tomando a la niña en brazos y Taiju abrazando a su pareja por los hombros. No están en Japón ni son adolescentes, estas cosas ambos se las pueden permitir en la calle.

Stone abrocha a la pequeña niña en su silla y se sube por el otro lado. Se sienta y se pone su cinturón también, recién ahí nota lo nerviosa que está Yuzuriha. Taiju parece no notarlo.

— ¿Todo... bien? —dice, mirando a ambos desde atrás.

— ¿Por qué lo dices, Senku-? —pregunta incrédulo cuando posa la vista en su esposa— ¡¿Estás bien?!

— ¿Q-qué? —la pregunta la toma por sorpresa—. C-claro que sí, Taiju.

Alza una ceja al escucharla—. Mejor suéltalo, tú no eres de ocultar las cosas.

La chica baja la cabeza, apenada por ser tan obvia. — Taiju me dijo que... eras gay. ¡No lo hizo a propósito! —intenta enseguida arreglarlo—. Tú sabes cómo es.

— ¡Es cierto! —voltea su torso para mirarlo—. Lo siento mucho, Senku, yo...

— ¿A ti te incómoda? —le pregunta, mirándola fijo e ignorando a su amigo.