PARTE - 13.

3.5K 387 40
                                    


Kara POV.

Era una hipócrita. Una total y completa hipócrita. ¿Cómo podía decirle que no podíamos tener nada y aún así masturbarme pensando en ella? No tenía perdón. Tampoco tenía excusa para disfrutar sus abrazos nocturnos. Desde la primera noche que pasé en su ático, la sentí, ¿Cómo podía no hacerlo? Era imposible no sentir su cálido y suave cuerpo sobre el mío. A pesar de la nube de inconsciencia sobre mi mente por el sueño, podía sentirla sobre mí cada noche. Mi miembro encajado en su vientre, era otra muestra clara de mi desvergüenza. No podía hacerle esto a Lena, la estaba irrespetando aunque ella no lo supiera y pensará que era algo inconsciente de mi parte. Y por supuesto no lo era. No podía evitar la reacción de mi cuerpo al suyo.

Éstos días con ella los he disfrutado mucho, compartiendo todos nuestros momentos juntas. Estaría mintiendo si negará el hecho de que esperaba a que ella se distrajera en su laptop, para poder verla ser una increíble CEO, para verla mandar a todos, escucharla hablar en su tono firme a sus empleados, hacía estragos en todo mi cuerpo, y ni decir de mi pene duro cómo el acero bajo mis pantalones cada vez que la admiraba trabajar. Entonces Lena me atrapaba observándola, y huía nuevamente de ella. Me sentía mal al rehuir de su mirada o matar las conversaciones que ella intentaba iniciar, pero tenía que ser así. Sabía que si le daba pie a sus insinuaciones, la aceptaría sin dudar. Ya había caído de gusto por ella desde hace mucho, y no parecía querer cambiar ese sentimiento.

Pienso que sí tan sólo no estuviéramos tan lejos, tal vez podría intentar arriesgarme a decirle mi gusto por ella. Pero Lena tiene su vida completa aquí en Londres, y yo tengo la mía en Metrópolis. Y por mucho que ella me guste, no voy a dejar mi vida a un lado por una mujer, no volveré a cometer ese grandísimo error. Y me duele pensar que tal vez con Lena todo sería distinto, porque ella ciertamente lo es. Lo he podido ver con su trato hacia mí, con su humildad, y toda su comprensión a pesar de que las cosas no siempre van a su favor. Sólo puedo imaginar lo mucho que me gustaría seguir conociéndola más, desearía poder hacerlo, pero sabía bien que eso no puede ser.

- ¿Estás lista?- la escucho preguntar detrás de mí. Un escalofrío recorre mi cuerpo en ese momento. Quisiera decir que mi cuerpo reaccionó así al frío londinense, pero me estaría mintiendo descaradamente. Ese escalofrío fue producto de su indiscutible tono ronco.

Termino de abrochar mi largo abrigo, cortesía de Lena y uno de los muchos que dispuso para mí a pesar de que insistí en que no hacía falta. Esa ropa que me regaló, está empacada en una maleta pequeña, a parte de mi morral de viaje, y yacen en el suelo al lado del sofá que sirvió de cama en estos días para mí. Giro sobre mis pies, encontrándola en el marco de la puerta de su estudio, completamente vestida para salir. Acabábamos de volver del hospital, dónde había obtenido el alta médica, dando por terminada su incapacidad. Me alegraba ver que ya no necesitaba ese bastón con el cual se la pasó apoyándose todos estos días. Después de salir del Hospital, volvimos a su ático para recoger mis cosas e irme al aeropuerto para volver a mi hogar. No puedo dejar de pensar en qué hoy acabará todo.

Se ve tan hermosa en su traje femenino totalmente negro. El color negro le luce endemoniadamente bien, y su cabello azabache suelto sobre su suave rostro, y sus labios tan rojos por el labial, forman el conjunto perfecto. Lena es tan hermosa frente a mí que lo único que puedo hacer es suspirar de gusto ante la vista. - Sí, ya tengo todo listo, ya puedo irme.- le confirmo, tomando mi morral y acomodándolo sobre mis hombros. Siento su peso caer, mientras lo ajusto a mí. - ¿Saldrás de nuevo?- le pregunto extrañada al verla así de arreglada, ¿Acaso tendrá una cita después de que me vaya? Espero que no, porque no podría con los celos de saberla con otra persona mientras estaba muy lejos de ella para impedirlo. La veo asentir en mi dirección. - Te llevaré al aeropuerto.- me confiesa. Mi pecho se oprime al escucharla. Pero disimulo una sonrisa a ella. Lena no tiene porque saber que me afecta que se arregle tanto sólo para despedirme. Alejo esos pensamientos que nada me ayudan, pero no puedo evitar que mi boca suelte un suspiro decepcionada. Estoy por tomar la pequeña maleta, pero una pálida y delicada mano me detiene. Alzo la vista encontrando su mirada esmeralda sobre la mía. - Permíteme ayudarte.- me pide y luego sonríe. ¿Por qué tiene que ser tan atenta? Mi corazón late rápido entre mi pecho por verla hacer ese tipo de cosas para mí. - No es necesario, puedo hacerlo.- le digo suave. Ella me sonríe. - Sé que puedes, pero quiero hacerlo, es lo mínimo que puedo hacer por ti después de cuidarme todos estos días.- me contesta dando por terminada nuestra charla, y luego empieza a caminar fuera de su estudio. Mi vista se fija en su maravilloso cuerpo desde mi lugar, y casi me pegó en la frente por quedarme embobada viéndola, no tengo derecho de hacerlo, pero lo quiero tanto que duele.

Game NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora