PARTE - 28.

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Kara POV.

Aún no salía de mi shock. No podía creer que íbamos a tener trillizos. Ya estaba emocionada por un bebé, y ahora que sé que son tres, mi alegría sólo se multiplicó. Después de ese penoso desmayo en el consultorio del médico de Lena y de que reaccionará bajo las miradas burlonas de mi esposa y el doctor, y de qué se nos informará que estábamos en el segundo mes de gestación salimos de allí. No sin antes ordenarle mucho reposo a Lena y una cantidad gigante de vitaminas qué serían necesarias para nuestro embarazo.

Después de la consulta, fuimos primero con mi papá, para decirle que en poco más de siete meses, sería un orgulloso abuelo de tres niños más. Papá saltó de alegría por la noticia, y después de abrazar a su nuera, me felicitó por la buena puntería que tuve. Sentí mi rostro calentarse por sus palabras, pero tampoco podía negarlas, nunca en mis más locos sueños imaginé poder tener hijos, y ahora en el vientre de Lena crecían nuestros tres niños. La sonrisa no salía de mi rostro y no quería que se quitará nunca, estaba demasiado feliz. Lena quiso descansar al poco tiempo de estar allí y nos despedimos enseguida de papá, para luego ir con cuidado a nuestra casa. Todo lo que pidiera ella, se lo cumpliría, Lena sería la embarazada más consentida y amada sobre la Tierra y quiero que nuestros bebés en el vientre, sientan todo ese amor que los rodea.

Los siguientes en saber la buena noticia, fueron Lex y Clark. Habíamos ido con ellos cómo hacíamos casi todos los fines de semana, y mientras veíamos a nuestros sobrinos jugar con una pelota alrededor de la piscina, les mencionamos que en lugar de un hermoso sobrino, tendrían tres. Clark abrazó a mi mujer, posando su mano fuerte sobre el vientre dónde estaban creciendo nuestros retoños, y era entrañable ver esa escena, y me habría encantado seguir viéndola, pero Lex salió corriendo detrás de mí, buscando pegarme con su espátula por haberle hecho eso a Lena, alegando que tres niños iban a destrozar su cuerpo. Sabía qué mi cuñado sólo lo hacía para molestarme, así que le seguí la corriente y me dejé corretear por él, escuchando las carcajadas de nuestras parejas al fondo. Incluso Kent y Holt se unieron a nuestra persecución, pensando que jugábamos entre nosotros, cosa que terminamos haciendo con nuestros sobrinos cómo perseguidores. Clark se unió después de un tiempo a la fuga con nosotros, mientras mi esposa nos observaba divertida desde una tumbona al lado de la piscina, con su jugo natural en una de sus manos, mientras su otra mano descansaba en su vientre, mismo que desde el día que confirmamos la noticia de los trillizos, había empezado a crecer y verla con su pancita hinchada por nuestros hijos, era simplemente adorable. No tardé mucho en dejar de jugar y volver a su lado, hincándome justo en frente de su vientre abultado, regando besos sobre su piel, susurrando muchos te amo a nuestros hijos.

Mi cuñada, Lauren, fue la última en enterarse de los trillizos que esperábamos, y cuándo lo supo, hizo todo un escándalo mayor que el de su hermano, Lex, sólo que en el Daily Planet mientras aún trabajaba. Así que esa tarde en la que llegó junto a su esposa Camila para felicitarme ambas por mis bebés, y luego de que Lauren mencionaré unas cuántas palabras sobre qué necesitaríamos una casa más grande para nuestra familia, a lo que estuve totalmente de acuerdo, ambas se fueron. Bueno, Camila afortunadamente se la llevó, alegando que Lauren tenía que poner un bebé en su vientre. Las vi irse, así cómo toda la oficina. Esa tarde, en la mayor oficina de medios periodísticos de Metrópolis, se enteraron de que estaba esperando mis primeros tres hijos con mi esposa, y que además mis cuñadas estaban intentando con ganas embarazarse también.

Cuándo estuve sola en mi oficina, después de las felicitaciones de algunos amigos y compañeros del trabajo, pude reírme de toda la curiosa situación que había vivido.

Esa noche, mientras cenábamos juntas en nuestro hogar, hablamos sobre la idea de Lauren y de qué en verdad necesitaríamos un lugar más grande, ya que nuestra casa sólo tenía una habitación extra a parte de la de nosotras. Pero ninguna de las dos estaba dispuesta a dejar ir éste lugar dónde hemos pasado tanto, y que hemos sido tan felices. Así que después de días de pensarlo, y de qué el vientre de Lena creciera un poco más, decidimos reunirnos por facetime con mi cuñada, y le comentamos que queríamos una ampliación de nuestra casa. Ella aceptó gustosamente diseñar la remodelación, y encargarse ella misma de toda la construcción y el trabajo. Pero tanto Lena cómo yo, tendríamos que irnos de casa por unos cuántos meses para poder llevar a cabo todo el proyecto. Eso casi llegó a desanimarme, pero mi esposa cómo siempre tuvo la solución. Ella aún conservaba el penthouse que compró cuándo recién se vino a vivir aquí a Metrópolis, y dijo que podríamos irnos allí mientras Lauren hacía el trabajo. Teníamos muy buenos recuerdos allí también, así que estuve de acuerdo con la idea enseguida. Lauren acordó venir a hacer los planos y nosotras acordamos irnos el fin de semana de mudanza hasta el centro de la ciudad, dónde estaba su lujoso penthouse, o cómo ella mencionó, nuestro penthouse.

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