Una complicada vida que se une con otra muy extrovertida, Massimo Freiré un mafioso de un lindo corazón que debe demostrar lo frío que es hasta que una desgracia lo junta con su pequeña Ellie.
Esa pequeña secretaría y enfermera de una clínica en Nu...
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— Por favor...les pag-are to-todo.— Sollozo por el dolor en todo mi cuerpo, me golpean un poco más en el frío piso mojada por la lluvia. Me retrasé en pagar mi deuda y los hombres a los que les debo, se enfadaron muchísimos, evité topármelos pero no lo conseguí.
El más alto quita el cigarro de su boca y me rompe mi polera, estoy temblando por el miedo e frío que hace aquí. Duele todo lo que me hacen, coloca el cigarro en mi abdomen cuatros vez que son un infierno.
— Tienes tres malditos días, si no lo entregas todo... .— Se agacha y me toma fuertemente del cabello para acercarme a su oreja.— Te haré pagar por muchas formas más.
Me tira al suelo y me golpea otra vez en el estomago, luego los veo irse por el oscuro callejón. Lloro sin parar, me duele todo mi cuerpo y apenas tengo algo para comer en esa maldita casa.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero me levanto con mucho cuidado y me adentro a mi casa, me golpearon afuera de ella como una basura. Entro y me veo en el espejo, tengo sangre en mi labio y nariz, me limpio con cuidado.
Me arde la quemadura que me hizo el idiota, me meto a bañar para quitarme aunque sea un poco el dolor en mi cuerpo; salgo y me curo la herida para luego ponerme un buzo café y mi gran sudadera blanca.
Debo escapar, esta vez debo ir más lejos aunque me cueste la vida. No importa si paso toda mi vida escapando, debo hacerlo para poder aunque sea un momento vivir tranquila. Busco una mochila en donde coloco algo de ropa, unas galletas que me quedaron con una botella de agua y voy a mi habitación.
En el piso tengo algo guardado, rompo la tabla y saco mi caja; en ella guardo dinero con algunas cartas de Mamá. Ella me perdono hace mucho tiempo, pero no es capaz aún de mirarme a la cara y solo envía cartas para ver cómo estoy.
Buen tapado mi rostro salgo de esta vieja casa, luego volveré por algunas cosas pero por el momento dejo desaparecer y me encamino lo más rápido que mi cuerpo me lo permite para poder subir al autobús.
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Corro desesperada al ver a los tipos que me golpearon esta tarde, llueve como los mil demonios y mi cuerpo tiene una mezcla de ardor con dolor. Me tuvieron que haber seguido cuando me escapé, sigo en la terminal y corro con la poca gente qué hay en este lugar.
Giro mi cabeza para ver qué los tipos siguen mi paso demasiado rápido, sin darme cuenta choco con alguien que me abraza y siento la desesperación de que sea otro de los tipos del Señor Queen.
— Por favor, no me golpeen más...por favor.— Sollozo mientras intento zafarme de su agarre, cosa que es inútil pero me tranquilizo al sentir ese acento tan particular.
— Nadie más volverá a tocarte, Bruna Morenita.— Me estremezco al saber que es él quien me sostiene aún en sus brazos, no quiero que me vea de esta forma y sienta lástima de mi.
Pero siento que las pisadas fuertes que venían atrás de mí paran en seco, Massimo se separa de mi y veo que está su amiga. Ella es muy amable y me observa con una sonrisa de cariño, me abraza con amor.
— Tranquila, vamos a mi auto mientras Massimo habla con esos tipos.— Asiento aún temblando por el miedo.— ¿Quieres algún calmante, Ellie?
La miro a los ojos mientras seguimos caminando y apenas respondo por la adrenalina en mi cuerpo, ella solo me sonríe y me encamina a su auto. Al llegar me dice que es mejor ir en el asiento del copiloto para que tenga más espacio, me da una botella de agua y un calmante.
— Te-tengo miedo... .— Agachó mi cabeza mientras siento que algunas lágrimas siguen corriendo por mis mejillas, hace mucho tiempo no me sentía tan desprotegida.
— Nosotros te cuidaremos, Ellie, no te preocupes por nada.— Me acaricia la cabeza, a pesar de ser solo unos cuantos años mayor que yo, siempre tiene ese aura de madre con toda las personas que lo necesitan.— Intenta dormir algo, la pastilla de ayudará.
Como si fuera por arte de magia, siento mis párpados más pesados y me dejo llevar por la oscuridad. ¿Qué sucederá ahora conmigo? ¿Donde iré ahora? No quiero molestar a Massimo, no después de aquel beso que no he podido olvidar...
