Piratas del Caribe (Maldiciones de Sangre).

4 Todo un hombre

-¿Sabías que yo era inmortal?- mencionó Raguetti con los codos en la borda dándole la espalda al mar.

-No me digas- dije mostrándome interesada cuando en realidad era todo lo contrario.

-Si, era consumido por una maldición que me costó la humanidad por culpa de mi tentación por el oro, pero dejé de serlo, ahora soy como un humano cualquiera cuya única prioridad es cuidar su alma de las malas tentaciones que este mundo le hace a todos- dijo volviéndose a la biblia que estaba leyendo.

Algo que me parecía gracioso es que la biblia la tenía al revés y parecía que no lo había notado, después eso me pareció raro. ¿Cómo podía estar leyendo al revés?.

-Entonces dime- dijo sin apartar la vista de su biblia. -¿Qué te trae a esta nave mal ensamblada a la mitad del océano?, ¿Estás huyendo de algo?-.

-De hecho si, estoy huyendo de algo, de una vida que no quiero-.

-¿Cuál sería esa vida?-.

-Una dónde no soy libre y estoy atada a las expectativas de lo que la sociedad espera de una mujer-.

-¿Ibas a casarte?-.

-Apostaría que estaban a punto de hacerlo en un par de años- miré hacia el suelo con desánimo -Cómo sea, el matrimonio no es algo que me interese y sé que a nadie le gustaría tener a una esposa con una cicatriz.- dije mientras me tallaba dicha marca en mi mejilla.

-¿Es una marca de nacimiento?-.

-No, es una cicatriz normal de alguna herida que me hice hace mucho que ya ni puedo recordarla- vi como el ojo de Raguetti se se enfocaba solo en mi en una mirada de tristeza. -Solía estar convencida de que la vida que tengo no era para mí, que alguien más la escogió y lo que pude hacer fué proponerme encontrar una mejor opción para mí-.

-¿Y crees que estar en el océano rodeada de piratas será una mejor opción para ti?-.

-Yo espero que si, de lo contrario no tengo más opciones, lo único que no quiero son más complicaciones-.

-No sé mucho pero si se que las complicaciones surgen, se consideran y luego se superan como todo lo demás-.

-¿Quién te dijo eso?-.

-El Capitán Jack-.

Mis ojos se abrieron ante esa inesperada respuesta y de la que no pude hacer que mis pensamientos se apagaron.

-¿Jack Sparrow?, ¡¿Sigue con vida?!- lo último lo dije sin esforzarme en ocultar mi emoción.

-El mismo y claro que sigue con vida, si no ninguno de nosotros estaría aquí en esta nave-.

-¡Lo sabía!, sabía que seguía vivo-.

Raguetti me miró de forma incomprendida, no sabía cuanto tiempo había esperado este momento de conocer a mi héroe y la verdad no esperaba que lo hiciera.

-Si, claro- me dijo volviéndose a su biblia. - Si fuera tu, no me emocionaría demasiado por estar en el mismo barco que el-.

-¿Porqué lo dices?-.

-Bueno.......Emily- susurró mi nombre con delicadeza. -Al Capitán no le gustan los polizónes o mejor dicho, polizónas-.

-Yo no soy una polizóna, soy más bien.........una pasajera independiente- dije mientras sonreía con fuerza.

Raguetti levantó una ceja de forma graciosa e interrogatoria.

-Además se te olvida el hecho de que soy hombre- dije cruzando mis brazos elevando mi quijada de forma autoritaria.