Capítulo 8

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Taylor me espera a la salida de mi trabajo, al verlo, mi cara cambia automáticamente como la de el, siempre me ha parecido una persona muy simpática (cuando quiere serlo) porque hay veces en que me asusta su actitud intimidatoria y seria.

- Buenas noches señorita Steele - Me abre la puerta trasera del Audi R5 - El señor Grey la espera - Porsupuesto que me espera, dice mi subconsciente.

Subo elegantemente por la puerta que me tiende Taylor, instantáneamente comienzo a pensar en todas las veces que he estado con Christian dentro de un auto, la tensión que había entre nuestras miradas, el deseo que desprendía de ella, ¡PARA! grita mi subconsciente, debo enfocarme en lo que está a punto de ocurrir.

¿Cómo estará? Espero que bien, yo estoy muy nerviosa ahora mismo, también estoy muy confundida por lo que pasó la última vez, aquella en que llegó sin avisar, y me besó de ésa forma tan pasional, me dejó marcando ocupado...

Al llegar, Taylor, caballerosamente me abre la puerta abriéndome paso para salir con mis maletas, cargadas con ropas para éste fin de semana.

Al llegar al ascensor visualizo mi vestido en los espejos de cuerpo completo, llevo un vestido verde pálido, bastante casual, con unos tacones color carne.

El ascensor abre sus puertas, y el corazón me late frenético ante la expectación, luego de tantos días lo veré.

- ¡Llámalo , no me importa la hora! - Grita Christian hablando por télefono - ¡No te preocupes por el precio, lo quiero ahora, adiós! - Corta la llamada y se dirige hacia la cocina, al perecer no me ha visto.

Lo sigo hasta la cocina, donde se sirve un vaso con Whisky, se ve muy furioso con el entrecejo en la frente. Levanta la cabeza y me ve, su cara cambia.

- Al fin has llegado - Se acerca y me besa sonoramente en la mejilla, me dan escalofríos - Tus maletas las puedes dejar en el armario de tu habitación, descansa, nos espera un largo día mañana - Dicho esto sale de la cocina con su vaso en la mano, ¿Qué mierda le pasa? ¿Por qué es tan cortante conmigo? no lo entiendo, su actitud me hace sentir que estoy sobrando, que soy una molestia, ni siquiera me ha preguntado cómo estoy, me deprime.

Completamente molesta y confundida camino a mi habitación, camino lento, cada paso significa cada latido de mi corazón. Llego a mi habitación y cierro con pestillo, tiro las maletas a un extremo de la habitación y me tiro en la cama me tapo con la almohada y sin poderlo aguantar más, comienzo a llorar, cada vez mas sonora, recordando la felicidad con la que entré en su apartamento y la tristeza con la que entré a ésta habitación que no siento como mía.

Sus palabras, o mas bien, las palabras que no me dijo me hicieron sentir como que me hubieran dado una cachetada, muy fuerte y que todavía arde.

Me hago la pregunta ¿Por qué pienso en cada cosa que me dice? o ¿Por qué a veces es atento y otras es frío y calculador? No tengo idea, pero no pienso pensar en respuestas, me escuecen los ojos a causa del llanto, me arde la garganta de tanto gritar y la almohada está mojada de mis lágrimas y saliva que boté por tener la boca abierta, la almohada callaba mis gritos.

Estoy agotada, pero aún así no olvido mi instinto del orden, por tanto recojo mis maletas y las guardo en el armario para disponerme a dormir...

Despierto afónica, ¡¡No puede ser!! si Christian me ve así, me preguntará que ha pasado, y no puedo decirle que he gritado toda la noche, me preguntaría la razón y hasta ahí quedaría mi orgullo... No pasará, le mentiré, voy a actuar como si él no importara, como si él fuera una molestia más.

Me levanto con el objetivo de provocarlo y hacerlo sufrir, como él me a hecho sufrir a mí, me pongo un pijama de Victoria Secret a rayas, se compone de unas bragas de tela fina negra y sin sujetador, y encima un vestido negro de encaje... es muy sexy...

Con la frente en alto como una modelo camino hacia la cocina donde intuyo que Christian está tomando desayuno, no me equivoco y está mirando un punto en la mesa con un café y un pan con queso en sus manos, al verme puedo ver su asombro, y con toda la chulería del mundo me acerco y le doy un sonoro beso en los labios, no hay lengua solo un pequeño roce entre nuestros labios.

- Buenos dias Christian - Le susurro al oído para que no escuche mi voz difónica - ¿Cómo estás?

- Mejor, ahora que estás tú - Se para de su asiento y camina hacia mí me agarra del culo y me devora la boca, con una mano le agarro la barbilla y con la otra su pelo. No puedo ser así, tan fácil... Mis manos agarran las suyas alejándolas de mi culo y lo miro a los ojos.

- No sigas, no quiero ahora - Digo con la voz afónica, su cara cambia a la preocupación.

- ¿Por qué estás afónica? - Me dice jadeando

- Desperté enferma, debe ser porque ayer comí helado en la noche - Miento - No quiero que me toques...

- Firmaste un papel en el que dice que estarás dispuesta a mí las 24 horas, no me vengas con tonterías - Me agarra de la cintura y lo aparto inmediatamente fuerte a mi decisión.

- Siempre y cuando yo quiera... y ahora no quiero, no te deseo... - Las palabras quedan en el aire. Se acerca a mí lentamente, estamos nariz con nariz.

- No sé a qué juegas... pero tienes que saber que conmigo no se juega, nada evitará que ésta noche te folle en mi cuarto rojo, te acostaré en mi mesa de juegos, te acariciaré tu sexo, lo chuparé, te calentaré, para después follarte duro... - Enredo las manos en su cuello y lo beso salvajemente.

No me importa lo que dije antes, nada me importa, solo quiero sentirlo dentro de mí, sus palabras han sido lo suficientemente calientes como para tenerme mojada ansiando por él.

Nos besamos deseperadamente, me toma la pierna izquierda y la posa en su cintura sintiendo su miembro en mi intimidad, nos frotamos.

- Te voy a follar nena - Susurra en mi oído, se baja los pantalones de pijama y los boxers dejando su miembro completamente expuesto. Con mi mano lo toco, lo acaricio. Me rompe las bragas, y pone su miembro justo en mi botón de placer, se introduce lentamente en mí, su mano se aferra a mi muslo que descansa en su cadera, mientras que con la otra me agarra el culo, nos movemos, lo hace suave, pero en ésta posición llega más profundo, gimo en su cuello, agarro su pelo y acerco su cara a la mía.

Me muerde el labio inferior, aumenta el ritmo, gira las caderas dándonos placer, enloqueciéndome, me dejo besar, lo disfruto... Mi respiración se acelera, la suya es como una locomotora.

Ante su asedio davastador estoy totalmente perdida. Soy facilona... soy tan facilona como quiera. Siento que me coge en brazos, me lleva hasta la encimera, me tumba y me sigue embistiendo. Los pezones se me endurecen. Lujurioso, me los toca, los estruja, los acaricia, mientras yo no puedo dejar de mirar su duro y tentador pene que entra y sale de mi cuerpo.

- Eres mía - Su tono posesivo y sus palabras me llegan al alma.

- Oh, si... no pares - susurro en voz baja - Me tapa la boca, acerca su rostro al mío.

- ¿Te gusta esto?

- Si - Jadeo con el corazón acelerado.

- Y esto también ¿verdad?

Me vuelve a penetrar con otra potente embestida que me nubla la mente.

- Si

- ¿Y esto?

Un grito de placer sale de mi boca, mientras siento que la piel me arde.

Mi vagina lo succiona. Posa las manos en mi trasero, me aprieta contra él y no me deja que me separe. Su pene está totalmente en mi interior y, mientras yo jadeo por éstas sensaciones que tanto necesitaba, él murmura sobre mi boca, temblando:

- Eres mía y yo soy tuyo. Lo notas ¿verdad?

Nos miramos a los ojos. Noto como mi cuerpo lo absorbe y se contrae para él. Segundos después, nuestros gritos y el sonido de nuestros cuerpos al chocar nos lleva al límite del placer. Se nos oye jadear en la estancia, me abraza y lo abrazo. Me mira y lo miro... me siento completa con él, no sé qué haría sin él...

Acepto los términos y condiciones, Sr. Grey (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora