Capítulo 18

120 7 0
                                    

Scarlet se dejó caer de rodillas ante la escena que había delante de sus ojos. La casa de Lucas, al igual que la suya, estaba completamente destrozada. Los muebles fuera de sus sitios, los cuadros tirados por el suelo. La mesa del salón ahora estaba rota en la cocina.

Algo húmedo resbaló por sus mejillas. Se tocó los ojos y no se lo pudo creer. Estaba llorando. Llorando por un humano. Maldita sea. Camille tenía razón. Se había vuelto débil. Se dejó caer de rodillas en el felpudo de la entrada y se tapó la cara con las manos maldiciéndose a sí misma. Unos brazos la levantaron de nuevo y la abrazaron. Ella agarró la solapa de la chaqueta y apretó mientras gritaba y lloraba de tristeza y de rabia. Alexei la apretó más contra sí y la dejó llorar, desahogarse, soltar todas las lágrimas que había acumulado en los últimos quinientos años.

-¿Qué demonios me pasa?- le preguntó entre sollozos-. Me duele muchísimo el pecho.

Alexei levantó las comisuras de los labios y agachándose hasta su oído le susurró:

-Te has enamorado de un humano.

Los gritos pararon y ella levantó la cabeza para mirarlo.

-¿Cómo sabes que esto es amor?- le preguntó con los ojos brillantes y empapados.

-La última vez que lloraste de esta manera fue cuando murió Dmitri.

Puso los ojos como platos y se apartó apretando los puños a los costados. Un sonido vino de arriba y Scarlet no dudó en subir corriendo al piso de arriba. Alexei la siguió.

La puerta de la habitación de Lucas estaba abierta de par en par. Su balón de fútbol americano salió rodando del dormitorio. Scarlet cogió la daga que Alexei llevaba amarrada a su cinturón y puso al desconocido contra la pared y la daga en su cuello. El desconocido era una mujer de pelo negro y de ojos azules. Lucas era igual que ella. Ya la había visto en esa casa una vez. Era la madre de Lucas y Emily. Bajó la daga y se miraron la una a la otra carentes de felicidad y creando tensión en el ambiente. Scarlet le devolvió la daga a Alexei y él la envainó con un movimiento preciso y profesional.

-¿La conoces?- preguntó Alexei como si la mujer no estuviese en la misma habitación.

-Solo de vista- respondió. Con un movimiento rápido le puso la mano en el cuello acorralándola contra la pared olvidando que antes la había amenazado con una daga-. ¿Dónde están?

-Eso me gustaría saber a mí, vampiro- contestó sin una pizca de terror en el cuerpo. Y lo más importante: sabía lo que eran.

El cuerpo de Alexei se tensó.

-Sabes lo que somos. ¿Cómo?- preguntó con brusquedad.

-Estoy casada con uno de los vuestros.

Silencio. Y la furia ocupando cada célula del cuerpo de Scarlet. La aplastó más contra la pared, pero sin apretar hasta dejarla sin respiración.

-En ese caso, no podemos salvar a tus hijos- respondió Alexei antes de que Scarlet lo hiciera-. Han estado condenados a muerte desde que vinieron al mundo.

-Ni siquiera sabes lo que tienes como hijos- soltó Scarlet. La soltó bajó al piso inferior sin mirar atrás.

Alexei bajó tras ella hasta el salón. Había cogido un marco del suelo y miraba la foto del chico del que se había enamorado. El joven estaba vestido con un traje de fútbol americano junto a otros tres chicos. Los cuatro sostenían una copa y se veían muy felices.

El rostro de Scarlet estaba neutral. Ni felicidad ni tristeza.

-Scarlet, ¿estás bien?

Observó un poco más la foto y la dejó donde la había encontrado.

Peligrosa Atracción (Eternidad Solitaria #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora