Rengoku Kyojuro es uno de los nueve pilares que protegen el pueblo nipón contra los demonios, él siendo un chico carismático, sonriente, ardiente y con unos hermosos ojos ha conquistado a demasiadas jovencitas, sin embargo, existe un ser que lo vigi...
La suave brisa chocaba con la pequeña cabaña de aquella montaña, el frío de octubre comenzaba y el demonio rosado sabía lo frágil que podía llegar a ser el cuerpo de su amado. La noche caía y las estrellas salían a brillar dejando encantado al rubio, su cuerpo estaba cubierto con una enorme manta y con una taza de té en sus manos disfrutaba de la espectacular vista que le regalaba la naturaleza.
- Kyojuro, es hora de que entres a la casa, te puede hacer daño...- la voz del demonio despertó de sus pensamientos al rubio y dando la vuelta le sonrió. Aquella sonrisa dejo indefenso al demonio y caminando hasta su amado lo tomo en sus brazos para darle un tierno beso, los segundos pasaban y con amargura se separaron dejando un puchero en los labios al demonio.
- Hahaha... ¿Por qué ese pucherito, mi lindo demonio? - preguntó con ternura mientras sentía la calidez que emanaba el cuerpo de su amado esposo.
- Quiero seguir besándote...
- Yo también quiero... Pero tienes razón tenemos que meternos, no quiero enfermarme, mañana iré a ver a Senjuro después de clases~ - ambos sonrieron y entrando a su pequeño hogar, el demonio cerró la puerta detrás de él.
La noche avanzaba y el cuerpo del rubio caía rendido del sueño, el demonio observaba a su amado y pensando en sus días de "juventud" sonrió, con el paso de los años el rubio envejecía y su cuerpo ya no era tan resistente, cada que hacían el amor duraban menos pues el rubio ya no era tan resistente, sin embargo eso no le molestaba al demonio rosado, le gustaba consentirlo y mimarlo cuando no quería ese tipo de contacto.
Bostezo y metiendo su cuerpo a las cobijas se acerco al rubio para abrazarlo por la espalda y hundiendo su rostro entre el rubio platinado cabello sonrió. Pasaron los minutos y ambos dormían profundamente.
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Las piernas de aquel hombre corrían lo más rápido que podía dejando sus pulmones con dificultades para respirar y consecuencia de ello cayó al suelo. Tratando de recuperar la respiración el suave sonido de las suelas lo paralizaron, era demasiado tarde.
- Vaya, vaya, pero si es el señor que vendió la alma de su hija por un millón de yenes~ - la terrorífica voz de aquel ser de oscuridad lo dejo helado y mirando de reojo aquella figura amenazante sintió su corazón salirse de su pecho - Es una lástima, pero no debiste hacer trato conmigo... ¿Sabes por qué? - los pasos firmes del demonio se acercaron hasta aquel hombre y acercando su rostro al contrario, una tétrica sonrisa apareció enseñando aquellos filosos colmillos.- Yo no tomo las almas de las mujeres y niños~
Un desgarrador grito resonó por todo el callejón dejando un ambiente de frialdad y terror, los rezos de las personas al rededor se hacían presentes haciendo reír al demonio mientras tomaba los ojos del hombre y se marchaba. El mensajero del rey demonio había cobrado una deuda.
- ¡Otra víctima! ¿Qué hacemos sacerdotisa Rengoku? En esta semana ya van 10 víctimas y todos han sido hombres...
- Que dios nos guarde en su gloria... Todo esto es por culpa de Eva... Los hombres estamos siendo castigados...