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Cuando Nanami invita a los niños Fushiguro a su casa, para un pequeño almuerzo, Gojo simplemente tiene el descaro de colarse sin ningún tacto con ellos. Tampoco es como si el omega lo impidiera, solo suspiró profundamente antes de dejarlo sentarse en los sillones, mientras terminaba la comida.

Al parecer, claro, ya tenía previsto que Satoru iría con los niños, era imposible que no lo intentara, al menos.

Todo es perfecto, el aroma de Nanami que inunda su casa, con el dulce aroma de los postres y los panes dulces recién horneados, y su aroma natural llena de feromonas tiernas para generar calidez y confianza para los niños, además, está el aroma delicioso de la comida bien preparada por el omega, y su corazón salta de emoción.

Sin embargo, lastimosamente, hay una cosa que lo molesta profundamente y le causa malestar: la pequeña pila de regalos que se acumula en el lobby de la casita, en una esquina, apilados de manera ordenada.

Yuuji, de forma feliz e inocente, entra a la casa con dos nuevas cajas, solo para colocarlas encima de la pila.

—¡Nanamin! —El chiquillo llama—. ¡Hay más regalos!

Luego de un rato, en el que Yuuji se dedica a ordenar las pilas, llega Sukuna, bajando desde el segundo piso, frunciendo profundamente el ceño cuando ve los regalos en el lobby. Megumi y Tsumiki, que estaban sentados en la sala, también se acercan a los regalos.

—¿Podemos abrir algunos? —Tsumiki dice, curiosa por las envolturas llenas de flores y corazones.

Pronto, Nanami sale de la cocina, con el delantal beige sobre su ropa, y Gojo sonríe cariñosamente al verlo. Y, al ver la atención sobre los regalos, el rubio frunce el ceño, suspirando.

—¿Tantos? —Nanami pregunta en voz baja.

—Estaban acumulados en el buzón de correo esta mañana —Yuuji aclara—, y estos dos aparecieron hace poco, al parecer los dejaron recientemente.

Había diez regalos, exactamente, si Gojo hacía un conteo rápido. Los carteros, o quienes sean los que hacen las entregas de paquetes en Jujutsu, llegan todo el día.

—¿Puedo patearlos? —Sukuna pregunta, su ceño fruncido, mirando los regalos.

El omega suspira, negando en silencio.

—Los dejaré afuera, en la basura. —Nanami aclara.

Y Gojo siente que se regocija en su sitio, no puede evitar que una sonrisa muy complacida se deposite en su rostro; su instinto alfa, incluso, se exalta en aprobación por la decisión del omega.

Porque Kento está rechazando los regalos de cortejo de otros alfas.

Recuerda aquella lejana vez, cuando Gojo le mandó regalos anónimos, ambos aún en la escuela, y Nanami los rechazó, dejándolos abandonados, luciendo el rechazo.

Esa acción lo ofendió en su momento, el alfa es consciente; sin embargo, ahora, adora que Nanami aplique la misma gratitud con otros alfas.

Odia que le manden regalos y regalos de cortejo. Los alfas siempre intentando algo poco a poco, como si la insistencia les fuera a dar frutos.

Aunque... ¿No es así, de todas formas?

Gojo está aquí, detrás de Nanami. Llevan conociéndose años, y el omega no ha dado señales de doblegarse o querer algo más que solo su acuerdo de sexo sin garantías. Para Gojo, ahora es consciente, ha dejado de ser suficiente.

Pero es difícil confesar que quiere que tengan algo serio, si Nanami sigue siendo tan esquivo. Gojo no quiere ser rechazado. No lo aceptará, no puede aceptarlo.

Alpha In Love / Fic # 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora