Capítulo 9

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Lidia llegó al complejo para acreditar la captura de un nuevo espécimen para los experimentos de los científicos. Se realizaron los trámites, varios hombres se llevaron atado al nuevo vampiro al interior de la zona restringida, y buscó con la mirada a su mejor amiga. Preguntó por ella al chico nuevo que guardaba la puerta de entrada a los laboratorios, pero no la había visto en toda la noche.
La guerrera permaneció allí, parada unos minutos, con el móvil en la mano para mandar varios mensajes a Kat. Las luces se apagaron repentinamente y un grito se escuchó en el interior de aquella puerta metálica. Las luces de emergencia se encendieron, inundando todo de color naranja. El joven nuevo iba a entrar a los laboratorios en el momento que una de las puertas se abrió fuertemente, dándole un golpe en el rostro del militar.
La joven adolescente que Kat había traído la noche anterior intentaba huir de dos hombres con batas blancas. miró al frente y vio a la guerrera albina su cara cambió, el pánico hizo retroceder sus pasos hasta caer al suelo. Un nuevo gritó hizo explotar todas las lentes de las cámaras y las bombillas del pasillo, dejándolo en completa oscuridad.
Lidia adaptó sus pupilas a la falta de luz, para poder observar a la joven tirada en el suelo completamente ciega. Y no lo pensó dos veces, Kat lo habría hecho. La sujetó y redujo sus golpes con suma facilidad sin causarle dolor. La joven gritaba sin cesar perjudicando la audición de Lidia, no obstante, las cámaras del complejo se dañaban con su paso e inundaban de sombras los túneles. Lidia conocía perfectamente que varios pasillos conducían al patio trasero, donde nadie estaría entrenando a esas horas, y desde allí podrían internarse en la montaña.
Allí tuvo que golpearla para que perdiera el conocimiento. Necesitaba salir de allí sin ser vista. Se ocultó bien de los focos hasta llegar al bosque. No miró atrás, salió corriendo con la chica en brazos.
* * *
Lidia la acostó en la que un día fue su cama. Al entrar de nuevo en esa habitación sintió nostalgia. Una habitación rosa palo, llena de estrellas y mariposas, con cortinas blancas y una cama con dosel a juego. Sus dibujos aún estaban colgados en las paredes, hadas por todas partes la sonreían a pesar de todo lo que esos ojos risueños previeron una vez.
La guerrera estaba sentada en el sofá al pie de la cama donde su madre le contaba cuentos inventados por ella misma. Esta casa era más que un museo; era un santuario. No podía mirar a ningún lado sin que su mente se llenara de imágenes, sonidos, olores...
Estaba afectada por lo ocurrido y mucho, no hacía más que mirar a esa criatura indefensa que parecía un ángel mientras dormía. ¿Qué la habrán hecho? Le parecía un alfiletero más que una adolescente. Se sentó al lado de la joven y comprobó su temperatura, estaba ardiendo. Ni siquiera se habían molestado en darla algo para la gripe.
La chica se removió con el contacto y murmuró cosas sin sentido. Se acercó e intentó calmarla, pero no paraba, se retorcía debajo de las sabanas hasta que empezó a gritar.
-¡No...! ¡Soltadme...! ¡Soltadme! ¡Robert! ¡Ayúdame!
La suave luz de la mesita de noche comenzó a parpadear rápidamente por los poderes de la joven.
-¡Despierta! ¡Ya estas a salvo! -Lidia sujetó sus débiles brazos, pero la joven se puso a gritar aun más fuerte hasta que por fin despertó y, al ver a la mujer, su grito fue más agudo provocando un estallido de la bombilla.
-¡Cálmate! No te haré daño, te lo prometo. -Intentó que se tranquilizase, pero no había forma. La soltó y zafó de sus brazos. Gateó por encima de la cama para poder huir de ella. Corrió por toda la casa buscando la salida hasta llegar a la puerta principal, que intentó abrir desesperada por escapar.
La guerrera le dio espacio a la joven, sin hacer ningún movimiento brusco se fue acercando lentamente a ella, bajó su tono de voz para no exaltarla más.
-Me llamo Lidia. Quiero ayudarte.
Dejó su gabardina en el suelo, que con todas las armas, pesaba tanto que cayó a plomo sobre el parqué. Se sacó las sais del cinturón y las dejó en una silla cercana. Levantó las manos para que viera que estaba desarmada y no pensaba hacerla daño.
La chica estaba débil, confusa y muy cansada y, de repente, Lidia, se encontró en una situación que no sabía manejar. La chica empezó a llorar dejándose caer al suelo apretando sus rodillas cerca del pecho envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas de forma defensiva.
Lidia sabía cómo pelear, como disparar armas de fuego y como utilizar otras armas igualmente letales... ¿pero consolar a una chica?
Torpemente intentó abrazarla, hasta que la chica saltó y se aferró a su cuello llorando más fuerte. Incluso pensó que lo estaba empeorando al dejar que se abrazara. "¿Qué hacen las madres en esta situación?" Pensó Lidia. Y rudamente empezó a darle golpes en la espalda.
-¿Tienes hambre? -Le preguntó Lidia-. Tengo unos cruasanes de jamón y queso y unos refrescos.
La chica asintió mientras se quitaba las lágrimas de la cara a manotazos.
-Después podrás tomar algo para la fiebre, también he traído medicamentos.
Lidia miró a la chica mientras comía con fruición, llevándose el cruasán a la boca dando grandes bocados. Al parecer también la habían matado de hambre allí dentro.
-¿Cómo te llamas?
-Nerea -contestó con la boca llena.
-Nerea, no podrás volver a tu casa, con tu familia. Tienes que esconderte de ellos.
La chica se quedó quieta y pensativa mientras masticaba, esta vez despacio.
-Es muy peligroso que te vean, ahora todos te buscan. Vigilarán tu entorno más cercano. Mañana saldrás en la televisión y pondrán carteles repartidos por toda la ciudad. Pero que no te engañen, aunque en ellos ponga; "ayudadnos a encontrar a nuestro ángel...", no quiere decir que los pongan tus familiares.
-Pero...
-¿Quieres volver allí? -preguntó Lidia.
La chica se asustó por su tono de voz y negó con la cabeza efusivamente.
-Mi compañera fue quien te atrapó. Estoy preocupada porque fue ella quien quiso ayudarte a escapar, pero no ha venido a la hora acordada y ella es muy puntual. Voy a salir a buscarla, le tocaba patrullar un barrio cercano. Estaba muy arrepentida por los problemas que te causó.
Lidia volvió a coger su gabardina y sus armas, abrió la puerta y se volvió para mirarla.
-Escúchame bien -exigió para que la mirase. La chica por desgracia se sobresaltó-. Si sales de aquí, no podré hacer nada para mantenerte alejada de aquellas instalaciones.
-Pero, ¿qué pasa con Robert? -preguntó abatida por el dolor.
-¿Robert?
-Mi novio -susurró apenada.
Lidia salió del apartamento sin decir palabra. No podía comprender como alguien podía enamorarse de un ser que no tenía corazón ni alma.
* * *
En un principio, Alex, se había mentalizado de que la podría dejar marchar. Los lazos eran fuertes entre ellos, no obstante, se había dicho que haría lo posible para que tuviera una vida normal vigilándola desde lejos.
Pero al final... no pudo. La había mordido, probado su sangre. Ya estaba hecho... la había marcado. Su olor estaría con ella y el olor de ella en él. Una advertencia para todos los machos a su alrededor. No podía dejarla sola en una ciudad llena de; de vampiros malditos, demonios y hombres lobo. Ya era suya, y eso acarreaba la responsabilidad de mantenerla a salvo. Rezaría para que ella se acostumbrase rápido.
Alex bajó las escaleras hasta llegar al gran salón donde Trevor aguardaba sentado en el sofá, mirando las llamas en la chimenea francesa.
-Trevor, viejo amigo ¿qué sucede?
-Muy malas noticias. Sé dónde está Robert, en unas instalaciones de máxima seguridad. Es una división secreta dentro del gobierno, aunque totalmente independiente del mismo. Hacen experimentos con vampiros, y humanos. Tengo allí a una infiltrada, una bruja, ahora que existe la alianza entre nuestras espacies debemos aprender a confiar en ellas.
-No me gusta nada la compañera de nuestro rey, pero ya sabemos que nunca podremos elegirlas... así que... y por otra parte nos vendrá bien una ayuda extra por el día. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para esa gente?
-No hace mucho, pero el suficiente para saber que nuestro hombre está allí y, es más, también secuestraron a su compañera en una celda contigua. Aunque, no saben cómo logró escapar, aún siguen investigándolo, creen que fue alguien desde el interior. Tienen muchos problemas informáticos desde hace unas horas, pero ella ha estado realizando copias de seguridad. -Trevor conectó su memoria externa USB a la mesita de café de cristal que se situaba entre ellos, salió un holograma. Pudo ver las instalaciones de la asociación-. Está todo rodeado de cámaras de seguridad, pero sí pudieron acceder a ellas para liberar a la chica, nosotros también podremos. Hay militares y humanos modificados por todo el perímetro.
-¿Humanos modificados?
-Llevan unos veinte años experimentando la mutación y modificación del genoma humano. Combinan genes vampiros y de depredadores en humanos -La explicación se ilustró con imágenes en el holograma-. Hace ocho años experimentaron con cinco chicos, de los cuales solo sobrevivieron dos adolescentes; los sujetos xx 6 y xx 9, de diecisiete y veinte años respectivamente. A partir de ahí... no te quiero contar las atrocidades que ellas, y otros muchos que llegaron después, tuvieron que pasar. Les rompieron los huesos sin anestesia, los instruían como auténticos militares, los hacían aguantar la respiración bajo el agua, los hacían correr por la nieve o los dejaban aislados en lugares cómo: la selva, el desierto o la estepa rusa, quedaban con ellos en un punto determinado, y si no llegaban a tiempo se iban sin ellos. Los que no pasaban esas pruebas eran ejecutados y les hacían la autopsia para saber qué les hacia inferiores al resto.
-Y luego nos llaman a nosotros monstruos.
-Oh, eso es lo mejor. Los persuadían para que creyeran que lo hacían para salvar a su raza. Los reclutaban y desaparecían para el mundo. Solían ser niños huérfanos, sin más familiares que los fueran a echar en falta.
-No podemos permitir que sigan matando a nuestra gente, ni que hagan esas atrocidades a su propia raza, son chicos indefensos sin culpa alguna. Manda esta información a nuestro rey, pero no creo que sea buena idea organizar un ataque contra ese complejo por el momento, hay que planearlo a conciencia. Ve tú, tengo muchos problemas aquí en estos momentos -dijo Alex frotándose el cabello.
-Ya, me lo han dicho -dijo refiriéndose a la joven-. Pero, yo solo soy el enlace entre las divisiones de Madrid.
-Y un buen médico y guerrero. En cuanto pueda estaré con vosotros, te lo prometo -dijo Alex posando su mano en el hombro de su amigo.
-¿Qué tal se lo ha tomado tu mujer?
-Creo que un upir mató a sus padres, en medio de un ataque, gritó que me mataría como yo había hecho con sus padres. No confía en mí, no sabe la diferencia que hay entre nosotros y esos monstruos. Pero es... complicado, la encontré en medio de la calle, hace unas horas, armada hasta los dientes.
-Tal vez, sepa más de lo que aparenta. Si sospechas que no sabe diferenciarnos, y estaba armada a estas horas de la noche... yo no confiaría en ella.
-Es mi compañera, ante todo, primero quiero que ella me cuente lo que le ocurrió con ese demonio. Tal vez ni siquiera sepa de vampiros, ella combatía contra un déviro.
Trevor arrugó la nariz al escuchar el nombre de esa raza de demonios, eran un jodido grano en el culo.
Alex se recostó contra el sofá viendo la mirada de su compañero enfrente. Trevor mejor que nadie sabía la cantidad de sangre que hacía falta para curar un cuerpo atravesado por las sombras de un demonio déviro.
-También tenemos que encontrar una solución permanente a nuestro problema, cada vez más vampiros se convierten en upirs. Aunque por el momento sabemos dónde se encuentra Robert y que él no ha caído en la tentación. Pero habrá que encontrar una forma de localizar a la joven.

 Pero habrá que encontrar una forma de localizar a la joven

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En los brazos del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora