Capítulo 15

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Kat se despertó con un fuerte dolor punzante en el vientre. Se sentó en la cama decepcionada al verla vacía, le necesitaba ahora. Cada día que pasaba los dolores aumentaban de intensidad, hasta que llegaba a un punto en el cual suplicaba por morfina si no podía tener sexo.

Se levantó temblando teniendo que agarrarse a todo lo que alcanzaba para poder llegar hasta la puerta e ir en su busca. Sus piernas parecían gelatina, apenas la sostenían y un sudor frio la hacía estremecer.

Alex entró en la habitación asustado al ver a Kat caer al suelo agarrándose el vientre y tiritando de frio.

-¿Qué te pasa? -Estaba asustándose, pero ese olor otra vez invadía su mente. No quería forzarla a nada como las otras veces. Pero ese aroma le quitaba el sentido, sus colmillos salieron todo lo largos que eran, la lujuria y la agresividad lo provocaban al igual que el hambre, volviéndose un animal.

-Te necesito, Alex. Duele. -De entre los sollozos pudo distinguir sus palabras suplicantes.

Alex se obligó a ponerla en la cama y alejarse de ella para poder pensar. Cinco pasos de distancia no hacían nada. Su cuerpo ya estaba listo para entrar en ella, duro, grueso y comprimido en sus vaqueros.

-Alex... por favor.

Ni siquiera podía entenderla con claridad. ¿Qué le estaba pidiendo? En su mente solamente había sexo. Su miembro estaba listo, pero dudaba que ella estuviera dispuesta a complacer sus fantasías sexuales.

-No quiero hacerte daño, Kat. Será mejor que me marche. -Incluso pensar en que decir ya era una proeza. Nunca antes había estado tan necesitado, siempre había sido capaz de controlar sus instintos. Quizás fuera porque ella era su compañera.

-¡No! ¡No te marches! Quédate conmigo.

-Si me quedo un segundo más me uniré a ti en esa cama. Te follaré hasta perder el sentido. Y dudo mucho que quieras eso -habló entre sus dientes con gran dificultad.

-¡Eso es lo que quiero! ¡Ahora! -El sudor perlaba todo su cuerpo mientras ardía y se retorcía sobre sí misma agarrándose el abdomen. Sin poder retener los gemidos de dolor.

Alex vio el cielo abierto, no tuvo que decir una sola palabra más. Dio rienda suelta al animal que habitaba en él echándose encima de ella, para rasgar la camiseta que escondía sus pechos.

Se hundió entre sus pechos, besó y lamió a placer. Subió para exigir su dulce boca, probándola con impaciencia. Jugó con sus labios, mordiéndolos suavemente hasta que ella le dio la bienvenida con su lengua. Notó como Kat se aferraba a él con fuerza, bajó sus manos y le agarró de los glúteos para presionarlo contra su sexo. Su olor y sus gemidos eran todo para él, no había nada más en aquella habitación en tinieblas. Los pantaloncitos de dormir fueron rasgados, no tenía tiempo de ser delicado, tenía que saborearla. Alex quiso fundirse y hacerse uno con aquella mujer. Acarició el camino que después recorrieron sus labios, pasando por su abdomen hasta llegar a sus muslos separados.

La joven no se contuvo, gimió al sentir como lamía su clítoris, como succionó y mordió suavemente hasta que ella tembló en respuesta. Pudiendo ver los ojos del vampiro que brillaron por la satisfacción de verla tan excitada.

El placer aumentaba cada vez más, la estaba matando la intensidad de aquellas caricias, como si su cuerpo fuera más sensible a su toque. Su corazón iba a saltar de su pecho. La golpeó un placer que inflamó todo su cuerpo.

Al sentir la primera oleada de placer se tensó, sintiendo sus músculos interiores retener aquellos dedos invasores gritando por su liberación. Dejó caer la cabeza sobre la almohada, pero, Alex movió su poderoso cuerpo llevando su duro miembro a la entrada del paraíso, tan apretado por las contracciones de sus orgasmos.

-Voy a joderte hasta que grites mi nombre. -Con un duro embiste introdujo su miembro hasta el fondo, mientras Kat gemía y se agarraba al cabecero. Alex sabía que ya era demasiado tarde para controlar a la bestia, ya había pasado la frontera.

Le agarró las piernas poniendo las rodillas de Kat en sus hombros para hundirse en ella. Lo único que buscaba era la forma de fundirlos en uno, estar completamente dentro de esa mujer en cuerpo y alma.

-Alex. -La escuchó suplicar en la lejanía. Retorciéndose con la cabeza ladeada y agarrada a la cama.

Todo a su alrededor pareció explotar, dejándolo sin respiración con su último embiste. Al mismo tiempo, escuchó el grito de Kat, su mirada fue salvaje y voraz. La sintió tan apretada a su alrededor que gruñó con fuerza, dejó que sus piernas cayeran sobre el colchón, y sin poder contenerse, cogió su nuca para dejar paso a sus colmillos, desgarrando su fina piel para volver a saborear su sangre.

 La sintió tan apretada a su alrededor que gruñó con fuerza, dejó que sus piernas cayeran sobre el colchón, y sin poder contenerse, cogió su nuca para dejar paso a sus colmillos, desgarrando su fina piel para volver a saborear su sangre

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En los brazos del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora