Capítulo 14 Una sargento preocupada.

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Ya entendía el plan de Alex, quería volverme loca y en verdad lo estaba logrando. ¿Cómo es posible que alguien corte contigo por teléfono y luego te vea en la playa como si no hubiera sucedido nada alegando que «—Eres pésima actriz Miseria, si te hubiera dicho que fingieras delante de tu madre que estabas deprimida porque había cortado contigo no hubieras sonado convincente, por eso "corté contigo de verdad" para podernos ver sin que la sargento Aslan se diera cuenta de todo»?

Sólo ese chico podía hacer esas cosas y conseguir que yo siguiera enamorada de él. ¿Pero cómo me podía molestar? Lo peor de todo era que una vez más me encontraba en medio de las telarañas de la vida misteriosa de mi vecino y no descubría la verdad.

—¡Miseria acaba de comer! —Gritó la sargento Aslan, que diga, mi madre y me di cuenta que me había quedado a medias con una cucharada de sopa que no llegó a mi boca nunca.

—Pareces una rana a punto de casar una mosca.

Ethan se echó a reír por el intento de chiste de Piter y les di una mirada de odio a ambos.
 
—¿Aún estás deprimida por lo de Alex? —Inquirió mi madre y tragué en seco. Por culpa de Alex ahora era más mala mintiendo que nunca.

Piter rió por lo bajo y fue fulminado por mi mirada de odio. —No, es que estoy mala del estómago.

—¿No estarás embarazada?

—Mamá no empieces con el temita de nuevo.

—El temita no, bien que te vi con ese chico el otro día. Si no hubiera llegado a tiempo no se lo que hubiera pasado.

Puse los ojos en blanco ocultando mi vergüenza y dejé el plato a un lado de la mesa para irme a mi cuarto.

—Mise, no te vallas aún que tengo que contarles algo. —De mala gana regresé a mi puesto. —Ustedes saben que últimamente estoy más seguido en casa. No les había dicho nada porque creía que era algo transitorio pero no es así. Me despidieron y por más que he buscado no encuentro trabajo en ningún lugar.

Un silencio se esparció por toda la casa. Piter dejó a un lado su comida, Ethan la Miró triste y a mi se me estrujó el corazón. Sabía lo importante que era para ella su trabajo. Desde que mi padre se fue a ella le tocó sacarnos adelante sin ayuda de nadie. A veces hasta doblaba los turnos y yo me tenía que quedar con Piter en casa de Lía.

—A partir de ahora —Prosiguió —Tenemos que empezar a ahorrar, gastar menos electricidad, comer menos....

Sus ojos claros se opacaron y de ellos amenazaron con salir dos lágrimas cosa que me entristeció. Por eso había estado rara en los últimos días, por eso no comía casi, lo estaba pasando mal y no me había dado cuenta.

Piter y yo nos pusimos de pie al mismo tiempo y la rodeamos en un abrazo. A nosotros se nos unió Ethan.

—No estés triste, no es la primera vez que pasamos por algo así. Como siempre lo hemos hecho vanos a salir adelante. —Le dije para apoyarla y que no se sintiera tan mal.

Después de la cena me fui a dormir o al menos lo intenté pero fui interrumpida por unos ojitos que suplicaban atención desde el umbral de la puerta.

—¿Puedo dormir contigo? —Preguntó mi mejor amigo moviendo la punta de una de sus pantuflas.

—Entra pero si mi mamá te ve aquí nos va a asesinar.

El chico resopló riendo —Nunca, ni en mis días más locos me acostaría contigo.

—¡Oye! —Le lancé lo primero que vi, para su fortuna fue una almohada. —Tampoco estoy taaan mal.

Hizo una mueca —Ñee.

—Yo tampoco me acostaría contigo, pesado. —Fingí indiferencia.

El chico se acostó a mi lado y me susurró. —¿Estás segura de que no quieres tener una noche de sexo desenfrenado con tu mejor amigo? —Subió y bajó las cejas. Ambos nos miramos serios, tres segundos transcurrieron, sólo tres para que estalláramos en una carcajada al unísono como dos hienas.

—Mise, no te quería decir nada pero tu hermano me está viendo raro. Hace unas horas cuando salí del baño a buscar mi ropa se me quedó viendo.

—Tú y tu exhibicionismo, irás a la cárcel un día por eso.

—Mise, que estoy hablando en serio.

—Lo se, Piter está confundido, eso es todo o al menos eso es lo que creo. A esa edad a veces no estamos claros de lo que queremos o de lo que nos gusta. La adolescencia es una puta mierda y más para él con esta familia tan pintoresca que le tocó.

—Ojalá mi familia fuera como la de ustedes. —Susurró el chico y se quedó viendo la nada. —Mis padres se van a mudar por mi hermano mayor, él es su favorito, siempre lo he sabido. Desde siempre ha cumplido todo los deseos de ellos. Fue a la universidad, se graduó de médico, se casó, tiene hijos, un perro. Él vive el cuento de adas que mis padres quisieron que viviera. En cambio yo... —Dudó en que decir y sabía de lo que hablaba. Pocas veces Ethan sacaba esos temas a la luz, siempre se ocultaba bajo la coraza de chico amable y carismático pero cuando decidía hablar del tema se quebraba —Yo soy un desastre que no sabe que hacer con su vida. Alguien que se niega a elegir su sexualidad. Todo lo opuesto a lo que mis padres quieren, por eso les importó una mierda que yo me tenga que ir lejos de la gente que quiero. En mi familia el que de verdad importa es mi hermano mayor. Yo soy la oveja negra...

A ese punto vi como dos lagrimones se formaban en sus ojos y en cuanto los cerró estas se deslizaron por su rostro hasta llegar a mi almohada.

—Ethan, no importa si tu familia es una mierda que ama vivir en un cuadro aburrido y perfecto. Recuerda que siempre vas a pertenecer a esta familia, si no fuera así no estarías aquí. Nosotros, la familia Aslan no le abrimos las puertas de nuestra casa a cualquiera, lo hacemos sólo con las personas que de verdad nos importan y tú eres una de ellas.

El chico me estrechó en un abrazo lleno de afecto y secó sus lágrimas con la manga de su pijama. —Bueno, ya tuve mi hora de drama barato, ahora te toca a ti, suéltalo ya.

Me encogí sabiendo a lo que se refería. Éramos amigos desde niños, eso era ya suficiente tiempo como para conocernos a la perfección. Esa noche, después de hablar por largas horas ( ventajas de estar de vacaciones y no tener que madrugar al otro día ) Llegué a la conclusión de una cosa. A veces me debía dejar llevar por Alex, él era complicado, si. Tenía secretos, también, pero confiaba en él y sabía que sucediera lo que sucediera no me iba a hacer daño, algo en mi interior me decía que confiara en él.

El chico del segundo B  ( Parte II ) © √ Sin editar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora