Mis pasos eran lentos, sabía lo que nos esperaba después de que la sargento Aslan nos encontrara en la azotea. Pensé hasta el testamento que dejaría antes de ir a la guillotina. Mi ropa sería para Lía, ella bien se lo había ganado por soportarme toda la vida. Mis peluches serían para Ethan y mi colgante para Alex aunque técnicamente mi madre lo mataría a él también, quizás hasta tendría la muerte romántica y dramática que siempre había soñado.
—¡¿SE PUEDE SABER EN QUÉ ESTABAN PENSANDO?! —Rugió la mujer y pensé para mis adentros que dentro de poco mi relación furtiva con Alex iba a estar en boca de todos los vecinos del edificio por sus gritos exagerados.
Alex caminaba a unos metros de nosotras con la capucha de su abrigo puesta y las manos metidas en los bolsillos. Parecía absorto en sus pensamientos pero de vez en cuando salía de ellos para intercambiar miraditas conmigo de «Estámos fritos» o «Tu madre me meterá a la cárcel para siempre jamás» De igual forma se veía tierno con esa carita de perrito regañado.
Los tres entramos a nuestra casa. En el sofá nos sentamos Alex y yo mientras mi madre caminaba de un lado a otro.—¿Ella lo sabe? —Preguntó mi madre y al levantar la vista vi que le hablaba a Alex. El chico se dispuso a hablar pero fue interrumpida por una Miseria empoderada.
—Si, lo se y no me importa el echo de que esté enfermo ni que pueda llegar a morir. Lo que siento por él va más allá de el miedo a lo que pueda suceder después. No me importa el futuro, me importa el ahora que estamos viviendo.
—No me refiero a su enfermedad, quiero decir lo otro.
—¿Lo otro? —Pregunté con el ceño fruncido.El chico negó con la cabeza —No, no lo sabe.
—¿Qué es lo que no se? —Ya no aguanté más y me puse de pie. Él siguió sentado, su expresión era de alguien asustado y más asustada estaba yo, entonces recordé lo que había dicho Cristal hacía unos días, que ellos estaban escondidos. ¿A eso se refería mi madre?
—No le dije porque la quiero proteger —El chico me ignoró, en cambio le habló a mi madre —Sabes que es difícil para mí hablar de ese tema.
La incertidumbre me estaba matando, ambos hablaban y no los entendía. Algo me decía que no era nada bueno. Lo veía en la expresión de Alex y la mirada penetrante de mi madre. En verdad estaba molesta, tanto que ni siquiera había mencionado lo que había presenciado en la azotea.
—Alex, es mejor que te vallas a tu casa, mañana hablaré con tu madre y por favor, aléjate de Miseria.
Respondiendo a su mandato el chico se puso de pie y avanzó hacia la puerta cerrándola a su paso. El silencio precedido a su partida no duró demasiado, fue interrumpido por mí.
—¿De qué estaban hablando ustedes dos?
—Miseria es un tema de adultos que no te interesa. Lo único que te pido es que te alejes de esa familia. Bastante cargo de conciencia tengo por haberlos dejado entrar a nuestras vidas. Y pensar que hasta te dejé sola con él.
—Ya soy una adulta, tengo edad suficiente como para saber que sucede.
—Miseria ni me hables que bastante claro que vi lo que estabas haciendo. Yo aquí creyendo que te encontrabas viendo las estrellas con Ethan y Lía y estabas a punto de tener sexo con tu vecino.
—¿Eh? ¡Claro que no! Sólo estábamos... —Pensé en lo que diría pero era verdad, estuve a punto de subir a otro nivel con él. De no ser por la llegada repentina de mi madre no se que hubiera sido de nosotros. Quizás si que hubiera visto las estrellas lo que no las del cielo.
Sin decir nada más me encaminé hacia mi habitación de mala gana. A lo lejos escuché como decía sobre el castigo que le impondría a Ethan por haberme dejado sola y la mala influencia que era Lía para mí.
—Mise —Me habló Piter —de verdad que no sabía que estabas con Alex, de ser así te hubiera avisado o no le hubiera dicho que estabas en la azotea. Creí que en verdad estabas con Lía y Ethan.
Le di una mirada de pocos amigos a mi hermano pero al final cambié de semblante y para su sorpresa lo esgreñé con la mano quitándole importancia al tema ya que en verdad el plan había sido ese, ver las estrellas tranquilamente, él no tenía la culpa de nada.
Esa noche no podía dormir, literal todo había sido una montaña rusa de emociones fuertes. De estar viendo las estrellas pase a casi hacer el amor con mi vecino y de ahí a un juicio donde salí culpable y en el que salieron nuevas dudas sobre la veracidad de la supuesta verdad que me había contado Alex. Tal vez me había mentido otra vez y todo había sido otra de sus realidades que le gustaba crear. En mi cabeza no cabía que Alisia, Segundo y Alex fueran malas personas, ni siquiera que fueran peligrosos. Si que era raro lo de que no aparecían en las redes sociales, era como si jamás hubieran existido pero de igual forma algo me decía que confiara en Alex, sus muestras de amor no podían ser falsas, nadie podía actuar tan bien ¿o si?
Definitivamente me estaba volviendo loca y más después de leer el mensaje de texto que llegó a mi celular.
Edu : Lo siento😢
De inmediato comencé a teclear mis preguntas con el corazón en la boca :
Mise : ¿Qué está sucediendo? Quiero que de una vez por todas me digas la verdad o no seré capas de volver a confiar en ti. ¿Todo lo que hemos vivido ha sido una mentira? ¿Era eso lo que quería decir mamá?
Su respuesta tardó demasiado pero supuse que enviaría un mensaje largo y por eso demoraba tanto pero en cambio y para mi sorpresa sólo mandó 17 palabras. 17 palabras que hicieron que mi corazón se hiciera añicos y descubrí que las palabras a veces nos podían hacer mucho daño.
Edu : Hay verdades difíciles de contar, es mejor que todo acabe aquí Miseria Elizabeth o te terminaré lastimando.
##
Alex :
—Ya lo hice. ¿Contenta? —Le mostré el más mensaje que los acababa de enviar a Miseria, ese en el que cortaba con ella de una vez por todas.
Mi madre me observó desde la cocina y negó con la cabeza. —No quería que ella se enterara. Te lo juro, comenzamos a hablar y empezó a hacer preguntas, cuando me vine a dar cuenta se me escapó. El problema es que a veces me siento sola y no hablo con nadie. Y Elizabeth es tan buena que no pude evitar sincerarme con ella.
—¿Justo hoy tuviste que ser "sincera"? No pudiste aguantar un poco, de todas formas pronto va a terminar esta farsa y tendrás todo el tiempo del mundo para hacer las amigas que te de la gana.
Al levantar la vista vi como sus ojos se nublaron, a veces hablaba sin pensar y más si estaba molesto con algo.
—No digas esas cosas. —Se limpió una lágrima —No sabes lo que siento cada vez que dices eso. No lo sabes porque no eres padre aún. Todo lo que he hecho ha sido por ti, desde el principio siempre he querido protegerte pero no soy tan fuerte, mientras juegas cada día a tener tu romance con Miseria yo sigo aquí rompiéndome la cabeza para saber qué aré si un día me faltas. Disculpa si no soy de hierro y tengo sentimientos como las personas normales.
—No quise decir eso —Caminé hacia ella pero me detuvo.
—Pero lo dijiste, ¿crees que no me duele todo esto? A veces eres egoísta.
—¿Egoísta?
—Si, Cristal, Segundo, incluso Max vinieron a verte y los ignoraste para estar con tu vecina. A veces parece que no quieres a nadie más que a ella.
—No sabes de lo que estás hablando. Nunca van a entender lo que siento por ella.
—Si lo entiendo. —De inmediato supe que hablaba de mi padre. Del amor que sentía por él. —Pero no todo gira en torno al amor. A veces no nos damos cuenta que con nuestras acciones herimos a las personas que nos quieren.
Diciendo esto pasó por mi lado y desapareció por el pasillo de la sala. Angustiado miré hacia el frente y no pude evitar pensar en lo que me dijo mi madre, quizás tenía razón y estaba siendo egoísta pero de igual forma al elevar la mirada hacia la encimera al lado del refrigerador el recuerdo de la noche en la que Miseria y yo cocinamos me desgarró el alma. Seguramente en ese momento me estaría odiando pero era necesario, mi madre tenía razón. A veces hay que dejar los sentimientos de lado para que las personas que queremos no sufran aunque haciendo esto nos estemos hiriendo nosotros mismos.
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El chico del segundo B ( Parte II ) © √ Sin editar.
RomanceDicen que las segundas partes nunca han sido buenas, yo me niego a creer eso. A veces las segundas partes son el detonante perfecto para concluir con los cabos sueltos de la primera historia. Y es que, a veces las historias no acaban como creemos si...