Aún recuerdo cuando el teléfono sonó, por alguna razón sabía que se trataba de él. Algo en mi interior se encogió y me empezó a faltar el aire justo como aquella vez en la que mi padre se fue.
Mi madre pálida tras colgar la llamada me observó, sentí la presión de sus ojos en mí pero me negué a aceptarlo y traté con todas mis fuerzas de centrar mi atención en la televisión frente a mí, aún así vi como se empezó a acercar, tenía las manos apretadas y le daba miedo llegar, sabía a lo que venía. Antes de decirlo, antes de que palabra alguna saliera de sus labios la abracé llorando. Más que lágrimas fueron gritos los que se esparcieron por la sala de mi casa.
-Lo siento, lo siento tanto... -Sus palabras me hundieron aún más en mi sufrimiento. Quería escuchar que estaba equivocada, que no había ocurrido nada, que él estaba bien. Pero no era así, mi estrella fugaz se había escapado de mis manos y no había podido impedirlo.
De nuevo lo sentí, la presión en el pecho, el dolor sin consuelo, la falta de aire. De pronto los muebles de mi casa se me fueron encima, las paredes se empezaron a mover hacia mí y la luz se comenzó a apagar. Estaba teniendo otro ataque de pánico, el peor de todos hasta ese entonces.
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Me encontraba en mi cama, sentí como mi madre entró y murmuró algo. Después escuché la voz de Lía y Ethan. Los dos me acariciaron y apretaron mis manos. Yo estaba consciente de lo que estaba sucediendo pero no quería reconocerlo, deseaba con toda mi alma que aquello no fuera más que una triste pesadilla pero por más que quería no despertaba. Era real, tan real como la vida misma, Alex había muerto, ni siquiera me pude despedir, no pude decirle lo mucho que lo amaba por última vez. Ni cuanto adoraba que me sorprendiera con sus tonterías, ni siquiera lo feliz que me hizo que fuera mi pareja de baile del instituto y mi vecino de abajo. A mi mente no dejaba de darle vueltas ese último baile con él y su repentina caída y dolía demasiado.
Cuando las palabras se apagaron trayendo consigo el silencio más amargo que hasta ese momento había tenido, abrí mis ojos y fue peor. La luz de mi habitación estaba apagada. Las estrellas seguían ahí pegadas a mi techo. Ellas permanecían colgadas y brillantes como la primera vez pero ya Alex no estaba. Involuntariamente tomé la estrella de mi colgante en mis manos y recordando su promesa cerré los ojos con fuerza deseando que fuera verdad y que la cumpliría pero al abrirlos me encontré con el mismo vacío de mi habitación, entonces fue peor.
-Me mentiste chico del segundo B, me dijiste que si lo deseaba con toda mi alma sucedería pero no estás aquí... -Gimoteé sollozando mientras abrazaba mi unicornio de Peluche imaginando que lo tenía entre mis brazos y que sentía su olor a fresa.
Lentamente fui parpadeando, las lágrimas fueron cediendo pero el dolor seguía. Aún así imaginando su rostro, sus labios, su mirada traviesa, su cabello castaño y el azul de sus ojos me dormí, con la lejana esperanza de que al despertar todo el dolor hubiera abandonado mi cuerpo. Aunque dudaba mucho de que que algo así sucedería.
Antes, cuando no conocía el amor, cuando me pasaba los días viendo dramas románticos suspiraba ilusionada pensando que cosas tan tristes me podían suceder a mí y que sería lindo sufrir por un amor condenado por la muerte. Ahora que la vida me bañaba de su espesa realidad entendía que no tenía nada de lindo llorar y sentir que perdimos una parte muy importante de nosotros. Los dramas románticos eran un asco y lo entendí en ese momento, cuando la oscuridad se llevó lo que más quería, a mi chico del segundo B.
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Al día siguiente fue su funeral, no se decirles si fueron muchas personas o si todos lloraban o no. Me encontraba demasiado ocupada procesando todo lo que estaba sucediendo como para fijarme en esos detalles. Recuerdo que en algún momento Lia dijo algunas palabras, yo no pude hacer lo mismo, las palabras se negaban a salir de mis labios sin que empezara a llorar profundamente. Al ver el ataúd no pude evitar imaginarlo ahí, se encontraba sellado y aún así al cerrar los ojos lo veía sin vida, sabía que debía recordarlo en los momentos buenos, cuando sonreía, cuando jugaba conmigo a ser Edu, y su sonrisa se esparcía por su rostro, y me observaba con esos ojos azules que tanto me gustaban y se daba su aire de arrogancia que me gustaba tanto. Ese era el Alex que debía recordar, en vida me dijo que no quería ser el drama de mi vida y debía luchar por eso aunque en verdad me lo estaba poniendo muy difícil.
Lentamente vi como el ataúd lo enterraron y en ese momento supe que no somos nada en este mundo. De un momento a otro todo acaba, las historias quedan inconclusas, las palabras a medias y los sueños se rompen. Me sentía rota por dentro, con él se iban mi mundo, mis rizas, mi corazón y mis ganas de vivir.
25 de junio del 2022. Jamás olvidaría esa fecha, ese día el amor de mi vida se marchó para siempre. ¿Cómo sería mi vida después de eso? ¿Cómo vería las estrellas después de su muerte sin evitar recordar sus palabras? ¿Cómo saldría a mi balcón sin voltear la vista al suyo y esperar a verlo? ¿Cómo escribiría mi nombre sin recordar la forma en la que lo pronunciaba? ¿A donde irían todas esas palabras que quedaron en el aire, esas que jamás le dije, esas que jamás le diré?
Sin darme cuenta Alex se había convertido en mi mundo y ahora se había ido llevándose todo con él.
A.R : Lo se, las lágrimas inundaron mi rostro llenándome de tristeza, y eso que sólo estaba editando el capítulo. No me odien por favor. Quisiera saber lo que piensan de este capítulo, espero sus palabras. Mañana publicaré el otro capítulo, lo se, ese no es el final del libro aún. Los amoooo. 😘
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El chico del segundo B ( Parte II ) © √ Sin editar.
RomanceDicen que las segundas partes nunca han sido buenas, yo me niego a creer eso. A veces las segundas partes son el detonante perfecto para concluir con los cabos sueltos de la primera historia. Y es que, a veces las historias no acaban como creemos si...