XI. II

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La fiesta de caraneo - Parte 2

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La fiesta de caraneo - Parte 2

—¿Me permite una pieza?

Me doy la vuelta con pasos lentos, dejo de respirar por un mini instante y deslizo mis dedos por la rosa y me topo con una de esas espinas, pero no hago una mueca por el dolor que recorre por todo mi cuerpo como un escalofrío. Cuando lo tengo frente a frente, no puedo evitar soltar todo el aire que estaba conteniendo.

Es un hombre alto, de cabello negro ondulado, sus ojos son de un color miel, es lo único que me deja observar por su máscara que cubre la mitad de su rostro, pero deja al descubierto desde los ojos hasta la mandíbula la otra mitad visible. De color negro con unas ramas con espinas pintado de color rojo. Casi como el diseño de la daga. Su traje es completo de color negro entero, excepto por la corbata de color rojo vino. No es joven, eso es claro, debe tener más de veinte años. Tal vez, veinticinco o menos.

Siento cómo una gota de mi sangre cae al suelo y me despierta de mi ensoñación, dejando caer la rosa en el suelo por instinto.

Por un momento, creí que era Xonan...

—Sí —respondo finalmente; me ofrece su mano y la acepto, conduciéndome a la pista de baile. Nos detenemos y coloca una mano en mi cintura y la otra la levanta junto con la mía, mientras coloco una mano en su hombro.

Y empezamos a bailar con delicadeza.

—¿Cómo te llamas? —pregunto luego de unos segundos mientras la melodía suena entre nosotros. Es un hombre atractivo por lo que puedo apreciar, con un porte relajado, pero atento a cualquier situación que pueda suceder esta noche.

—Mi nombre no es de importancia —responde y su voz es gruesa, casi ronca y varonil.

Su mano en mi cintura me sostiene con firmeza. Siento el calor emanando de su cuerpo. Su calidez. Esa aura misteriosa. Me incita a quitarle la máscara para saber quién es. Su mano es mucha más grande que la mía. Sus venas resaltan de su cuello. La porción de su labio es delgada, húmeda. Su respiración es tranquila, nada en comparación a la mía en estos instantes.

Me hace dar unas vueltas y entre una de ellas, puedo ver a Xonan en una esquina, mirándonos fijamente y pierdo el equilibrio por unos instantes y mi pareja de baile me agarra justo a tiempo.

—Lo siento, me distraje... —susurro, apenada, volviendo a bailar. Nos envolvemos en un ambiente extraño, como si estuviéramos en esa época, donde todo comenzó, en la fiesta de caraneo, donde todos saben lo que va a suceder, una muerte o dos...

Pienso en Marie, en mi hermana, mi mejor amiga. Imagino cómo hubiera sido si ella no hubiera muerto. Imagino su compañía a mi lado. Imagino los consejos que me hubiera dado si le contaba lo de Xonan y yo. Imagino las risas entre ambas. Imagino nadando en el pequeño lago junto a ella. E imagino cómo hubiera sido estar con ella justo ahora, con su vestido color morado haciendo juego con su cabello, bailando en esta misma pista como lo hicimos de pequeñas. Y recuerdo especialmente su calidez voz.

¿Tú lo hiciste? [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora