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¿Alguna vez han llegado a sentir esa sensación de que algo cambió en un persona pero no saben que es?.

Pues me pasa eso con Lalisa.

Todo el día fue normal, ella parecía ser... La misma, solo que algo había de diferente en ella pero no sabía que carajo era.
Se sentó en el mismo lugar y permaneció ahí hasta que las clases terminaron, como lo hacía siempre, pero algo había en ella, sus ojos, su mirada parecían ser diferentes, había una sensación rara en mi pecho que me decía que lo que ví en ese cementerio era real.

Todas las clases no pude poner atención, pues en mi cabeza solo había una cosa... Lalisa.

No sé porque mi cerebro insistía tanto en averigüar que pasaba con ella, pero el ser humano es curioso por naturaleza y no pude resistirme a seguirla camino a su casa cuando terminaron las clases.

Caminé detrás de ella durante unos minutos, ella llevaba sus audífonos puestos y caminaba con la cabeza baja.

¿Qué pasará por su mente?, Me pregunté.

De pronto llegamos a una calle muy solitaria, olía extraño y había bolsas de basura por todos lados y en un momento en el que pasamos por un callejón, alguien la jaló de su sudadera y desapareció.

Yo me quedé atónita, miré dentro del callejón y estaba Samantha con unos hombres que parecían criminales.

— Miren a quien tenemos aquí, a la rarita que arruinó mi vida — Dijo Samantha con odio.

— Samantha... ¿Qué haces? — Preguntó Lisa tratando de safarse del agarre de los hombres.

— ¿Cómo que que hago?, Hago que la maldita perra que arruinó mi vida pague por lo que hizo — Se descubrió una parte de su rostro que estaba tapada y dejó ver una cicatriz que tenía de la ceja, hasta la mejilla — Tu me hiciste eso esa vez que me golpeaste, ninguna universidad me toma enserio ahora y vivo en el maldito sótano de mi padre. Eso no es vida Lalisa — Comenzó a llorar — Ahora te haré lo mismo para que sepas lo que es odiar tu vida al máximo — Sonrió — Acerquenla — Dió la orden y sacó una pequeña navaja de su bolsillo.

— Samantha, estoy segura de que no quieres hacer esto — Dijo Lisa sabiendo lo que vendría.

— Estoy totalmente segura de que quiero hacerlo — Rió con malicia — ¡Acerquenla ya! — Les gritó a sus hombres.

— Como quieras — Lisa dejó de luchar y los hombres ya no podían moverla.

— ¡Diablos, es fuerte! — Exclamaron los hombres que por más que intentaban mover a Lisa, ella estaba en el mismo lugar sin hacer un solo movimiento.

— ¿Qué están haciendo?, ¡Muevanla ahora!, Es una chica, ustedes son hombres, ¡Vamos! — Gritó Samantha desesperada.

Lisa cerró los ojos y los hombres que la sostenían comenzaron a elevarse, Samantha se quedó atónita mirando aquella escena que parecía sacada de una película.

Después de que los hombres estuvieran unos cuatro metros arriba, Lisa abrió los ojos y los dejó caer, dejándolos inconscientes.

— Tu turno — Susurró Lisa.

Samantha intentó correr pero algo detuvo sus piernas, no podía moverse y la navaja que tenía en sus manos, fue arrancada y arrojada a un basurero que estaba a más de un metro de ella.

Lalisa se acercó a ella y la miró.

— ¿Qué diablos eres? — Preguntó nerviosa Samantha.

— Tu peor pesadilla — Dijo, para después cerrar los ojos y hacer que Samantha cayera inconsciente también.

Sus audífonos habían caído al suelo, así que se agachó para recogerlos y ahí me vio a mí, en shock por lo que acababa de ver.

— Jennie — Dijo sorprendida — ¿Qué haces aquí? — Me preguntó nerviosa.

— T-Tú, q-que carajo — A penas y podía hablar de la impresión.

— Jennie, escúchame, no es lo que parece, ellos... Se cayeron y ya — Me tomó de los hombros y yo me alejé.

— ¡No te acerques! - Exclamé - ¿Me harás daño también?, ¡Esto lo tiene que saber el mundo! — Grité — Tu le hiciste daño a esas personas pero no las tocaste, ¿Lo hiciste con la mente?, Porque si es así tendrían sentido muchas teorías de telequinesis que leí en cuarto grado y tú... — No pude terminar de hablar porque algo cerró mi boca y no podía hacer ni un solo ruido.

— ¡Basta! — Me gritó — Hablas mucho — Me dijo harta — Creo que es hora de que duermas ¿No crees? — Me preguntó y yo sacudí la cabeza diciendo no — Mmmm... Yo creo que sí — Cerró sus ojos y lo siguiente que ví, fue obscuridad.

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No sentía mis tobillos, al igual que mis muñecas, me dolían demasiado. Había despertado hace unos cinco minutos y no sabía dónde estaba, había una enorme lámpara colgando en el techo y nublaba toda mi vista.

Me estaba comenzando a desesperar, no podía moverme mucho porque mis muñecas y tobillos estaban atados a una plancha de hierro frío.
La habitación olía a humedad y un poco a circuitos quemados, no lo sé con exactitud.

— ¡Ayuda!, ¡Auxilio, por favor que alguien me ayude! — Grité desesperada.

Escuché unos pasos aproximarse y la sangre se me heló, los pasos pararon justo en frente de mi, no podía ver nada por la luz gigante que calaba directo en mi cara.

— Al fin despiertas — Dijo una voz conocida ... Era Lalisa.

— ¿Qué hago aquí?, ¿Qué me harás? — Lloriquee.

— Nada, no te haré nada, si no dices ni una palabra de lo que viste en el callejón, no te haremos nada — Me dijo.

— ¿Haremos? — Pregunté extrañada.

— Sí, haremos — Dijo esa voz masculina y seguido de eso, se escucharon unos pasos aproximarse.

— Él es mi padre, el profesor Manoban — Dijo Lalisa.

— Un gusto Jennie — Pude notar por su voz, que tenía una sonrisa en el rostro.

Yo me quedé callada sin nada que decir, había muchas preguntas en mi cabeza.

— Ahora Jennie, sí cooperas y prometes que sí te desatamos no harás una estupidez, podemos hablar como gente civilizada sobre lo que viste y tratar de darte una explicación, ¿Qué dices? — Comentó Lisa.

— E-Está bien — Acepté.

Me desataron y era hora de hablar y aclarar las locuras que ví en aquel callejón feo y obscuro, tenía que saberlo.

night girl [JENLISA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora