9.

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Tomó su mano con suma delicadeza para no lastimarla más, pues sus nudillos estaban sangrando.
Tomó el pequeño botiquín para sacar algunas vendas y agua oxigenada.

Cerró los ojos y concentró todos sus poderes, cuando los abrió, podía ver los huesos de Jennie a través de su piel, viendo que no había fracturas ni tampoco habían entrado cristales a su piel o a sus músculos.

Tomó una pequeña botella de agua purificada y la vacío lentamente en la mano de Jennie, ganándose un pequeño gruñido de dolor por parte de esta.

— Shhh, tranquila — Calmó Lisa, quitando con la yema de su dedo la sangre seca que se encontraba alrededor de los nudillos de Jennie.

Jennie se quedó callada, mirando todos los movimientos de Lisa, quien la trataba como el pétalo más frágil de una flor, como si se fuera a romper si esta hacia cualquier movimiento brusco. Le gustó la atención que Lisa le dió, así que no se quejó en lo absoluto, al contrario, disfrutó del contacto.

— Esto dolerá un segundo — Avisó la Tailandesa.

Entonces Lisa puso un poco de agua oxigenada en un algodón y limpio las heridas, Jennie ahogó un grito en su garganta.

— ¡Dios! — Gritó Jennie mordiendo la manga de sus sudadera.

— Shhh, ya, ya está, tranquila — Empezó a poner una venda en los nudillos de Jennie.

Cuando terminó, le dió una pequeña palmadita en el muslo a la pelinegra, calmandola.

— Soy un desastre — Se rió amargamente Jennie.

— Todos los somos, algunos más que otros — Le sonrió.

Aquella sonrisa la calmó de una manera que nadie se explicaba. Jamás se había sentido tan segura en manos de alguien. En realidad, Jennie era una chica solitaria que no compartía su vida ni sus pensamientos con nadie , al contrario, era bastante reservada en cuanto sus sentimientos, pues había amado una vez y a cambio solo recibió decepción. Amó a su padre con todo su ser, pero este solo se hundió en un hoyo del cuál no pudo salir. Desde ese momento, Jennie cerró su corazón para no sentir ese dolor de ausencia.

Pero Lisa la estaba cambiando, esa chica misteriosa la estaba haciendo abrir sus más profundos sentimiento. Tal vez Lisa era la llave del candado de su corazón.

— Puedo preguntar... ¿Por qué hacías lo que hacías hace rato? — La miró, terminando de vendar su mano.

— Ya lo estás haciendo — Se rió levemente mirando su vendaje — Mi padre cumple años de muerto hoy — Su voz se escuchó más triste de lo que hubiera querido.

— Lo siento mucho — Consoló Lisa.

Jennie tomó su manos y la entrelazó con la suya, sintiendo ese lindo cosquilleo en su estómago. Sentía que mil mariposas revoloteaban en él, es más, sentía todo el zoológico ahí.

Entonces, las miradas de ambas se conectaron, mirándose profundamente, desnudando el alma de la otra.
Lisa aún no podía leer mentes, pero podía deducir lo que estaba pensando Jennie y estaba un 99% segura de que era lo mismo que estaba pensando ella en ese momento.

Entonces, Lisa, con toda su fuerza de voluntad, subió poco a poco su mano a la mejilla de Lisa, acariciándola estando ahí. Jennie no se quitó, al contrario, disfrutó de la cálida sensación de la palma de la mano de Lisa en su mejilla.
Y ahí fue cuando Lisa tomó la iniciativa y se acercó poco a poco a Jennie, acortando la distancia y al fin besándose.

Los labios de ambas se encontraron en un lindo y tierno beso, buscando sentirse amadas, sentirse únicas. Buscando ser lo que la otra necesitaba para sentirse completas.

Lisa acarició suavemente la nuca de Jennie, acercándola más a ella y besando cada parte de esa boca linda y delicada, mientras que Jennie sólo disfrutó del momento, saboreando la boca de Lisa y pensamos que esto es lo mejor que le había pasado y que no dejaría que nada ni nadie le quite este sentimiento tan lindo del pecho. No dejaría que nada le hiciera daño a Lisa. Sabía lo que implicaba estar cerca de Lisa pero no le importaba, ella pasaría todas las pruebas que fueran necesarias, con tal de no alejarse de su chica favorita.

Ambas se separaron del beso, conectando sus miradas casi al instante.

— Me gustas Lisa, me gustas mucho — Dijo Jennie, con sus ojitos iluminados.

— Tú... También me gustas Jennie, no sé que me hiciste pero no te puedo sacar de mi cabeza. Me han pasado muchas cosas raras últimamente pero tú eres la más linda que me ha pasado hasta ahora — Le sonrió cálidamente, acariciando su cabello.

— ¿En serio? — Se rió levemente.

— Mmhm — Asintió, peinando el cabello de la más pequeña detrás de su oreja.

Jennie recargó su cabeza en el hombro de Lisa, podía escuchar latir el corazón de esta. Eran unos latidos muy acelerados e irregulares.

— ¿Por qué tú corazón se escucha así? — Le preguntó curiosa.

— Mmm, normalmente no palpita desde... Emm, ya sabes... — Se rascó la nuca — Pero cuando estoy contigo, palpita así — La miró con una calidez en su mirada.

— O sea que, ¿estás muerta cuando no estoy contigo? — Se rió.

— Sí, eso parece — Soltó una carcajada.

De hizo un silencio entre ambas, solo se escuchaban las aves silbando bajito, pues ya estaba atardeciendo. El silencio duró varios minutos, no era incómodo, al contrario. Era consolador.

— Jennie — Llamó Lisa a la chica que descansaba en su pecho.

— ¿Mmhm? — Contestó.

— Deberíamos irnos, se hace tarde — Sugirió.

— sí, tienes razón — La chica se paró del suelo extendiéndole la mano a Lisa para que también se levantara.

Ambas chicas caminaron para salir del gimnasio entre risas y empujones cariñoso.
Jennie sacó la llave del candado y cerró la puerta. Lo que no sabían es que estaban siendo observadas desde lejos.


night girl [JENLISA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora