𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 1

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El horrible dolor de cabeza estaba matando a Sonya, que se encontraba tendida en la cama desde hacia días con paños fríos y medicación. A un lado el reloj marcaba las "01:33am", el dolor no la había dejado dormir ni siquiera un poco.

El silencio abundaba en la habitación, una pequeña lampara de lava iluminaba tenuemente el lugar, su diario tendido sobre la mesa. Hace ya varias semanas que no lograba formular palabra alguna en su cabeza para escribir, ni para realizar actividad alguna, estaba agotada de todo. Sus ojos se paseaban del techo a la puerta y de la puerta al techo, como si buscara algo, todos debían ya de estar dormidos en la nave esperando a la mañana siguiente, su mente rogaba a gritos poder descansar pero era inútil.

Se levantó lentamente en busca de agua para reducir el calor de su cuerpo, tomó una pequeña botella y apoyó sus labios contra la comisura, pero ninguna gota cayó de allí. Agotada, tomó fuerzas y se paró, abrió la puerta salió al pasillo. Sus pasos lentos se hacían infinitos, su sed incrementaba cada vez más, atravesando el largo corredor de habitaciones llegó a la cocina, y todo esto a oscuras. Ya en el lugar, prendió una lampara de pared y se dispuso a rellenar su botella de agua, cuando esta estuvo al tope cerró la canilla. 

Volviendo a su habitación se topó con Vincent, el anciano paranoico que por error había sido alojado en su nodo de escape.

Oh, señorita ¡Creo que lo he descubierto! - Exclamó felizmente entre unas carcajadas.

¿Qué haz descubierto Vincent? - Exclamó la joven con los ojos entrecerrados.

Lo que le he estado hablando desde que llegué aquí, he estado investigando todas estas noches y por fin he topado con el lugar indicado ¡Rusia, ahí está nuestra salvación! - Gritó saltando de un lado a otro con cara de maniático.

Escucha Vincent, ya es muy tarde, tienes que dormir al igual que yo, el dolor de cabeza está matándome. Ya tendremos tiempo tú y yo para hablar del tema - Expresó Sonya retirándose hacia habitación, dejando al anciano solo en el pasillo. Entró a su cabina y no salió hasta la mañana siguiente. 

Ya lúcida y feliz por haber podido conciliar el sueño, se despojó de su manta, dio un brinco para bajar de la cama y se sentó en la mesa de su diario con birome en mano. Nada... nada salía de su cabeza, quien sabe cuantas veces Sonya había hecho lo mismo, levantarse, tomar su diario con intención de escribir, y que tu mente se bloqueara sin capacidad de expresar algo. Suspirando se levantó nuevamente y dejó el diario sobre la mesa, desilusionada otra vez consigo misma abrió la puerta. Pequeños murmullos se escuchaban a lo lejos, pero no le dio demasiada importancia. Entró al baño, una cabina espaciosa con una ducha reutilizable, lavabo, inodoro y todas las comodidades tecnológicas que puedas imaginar. Tomó su cepillo de dientes y le puso pasta dental, mientras se cepillaba recorrió la habitación con sus ojos hasta que se detuvo en una tela perdida en la ducha, era una media que al parecer un tripulante había olvidado por error. La tomó y la desechó en el cesto de ropa sucia que se encontraba a un lado del inodoro.

A continuación se enjuagó la boca, secó su rostro y salió fuera. Los murmullos continuaban más allá de donde llegaba la vista de Sonya, recorrió el largo pasillo con más de 20 habitaciones donde se hospedaban los tripulantes de la nave hasta llegar a la cocina, que por cierto se encontraba vacía. Tomó un vaso, y se preparó un extraño jugo en polvo de vitamina D junto a unos cubos de proteínas y verduras que había en la heladera, estas últimas las introdujo en un microondas para calentarlas, tomó sus cubierto y se sentó a la mesa pensativa ¿De qué tanto estarán hablando? En cuanto terminó de hacerse la pregunta Tonya salió enfurecida hacia la cocina, y por detrás la seguía su novio Spencer intentando calmar su ira.

Sonya seguía sin prestarle importancia, pues era muy común que hubiera esos conflictos todos los días debido a que convivir con 20 personas en un mismo sitio durante tanto tiempo los agotaba. Unos minutos después de que la pareja hubiera salido del lugar apareció Penny, su hermana menor.

Sonya ¿Se te ha pasado ya el dolor de cabeza? Ayer no parabas de quejarte por eso, sospecho que los medicamento te han hecho efecto - Exclamó con sorpresa de hallarla allí.

No es noticia nueva que el dolor de cabeza haya desaparecido, sabes que siempre me surgen esas migrañas horribles - Expresó la muchacha tomando su plato y dirigiéndose al lavabo para enjugarlo, luego de eso se percató de que Penny seguía allí en silencio.

¿Te ha mordido la lengua el gato? Anda, dime que sucede, desde que he despertado los escuché hablar en la sala ¿No tienen ni un poco de respeto por los que aún duermen? - Expresó con una sonrisa.

Bueno, no es como que tú te hayas despertado muy temprano Sonya, los demás están en la sala discutiendo sobre el asunto que se presentó esta mañana, es algo triste, más para ti que eras la que más relación tenías con él, lo siento - Expresó Penny bajando la cabeza - Esta mañana, Erick se ha despertado temprano, y encontró a Vincent tirado en la cocina, al parecer el viejo tuvo alguna especie de ataque al corazón durante la madrugada y nadie lo ha podido socorrer, pobre hombre, no era de mi agrado pero nadie merece morir de esa forma, lo lamento Sonya, en verdad.

La muchacha palmó a su hermana mayor en el hombro y se retiró de la habitación, Sonya estaba congelada, nunca se esperó que algo así pasara, es decir, evidentemente Vincent era un anciano y tarde o temprano iba a morir, pero nunca se espero que fuera hoy, solo habían pasado unas horas desde que lo había visto por última vez. La mujer se cuestionaba su comportamiento la noche anterior, quizás no era excusa el dolor de cabeza y debería de haberlo oído aunque sea un poco.

Eh, Sonya, lo siento mucho - expresó Timothee, un joven un tanto reservado pero carismático que se alojaba en la habitación 17 - Me he enterado esta mañana de lo que paso, se que tú eras la que más relación tenía con él, y enterarte así que falleció no debe de ser fácil. Por cierto ¿no haz visto mi calcetín? Lo perdí anoche cuando fui al baño, pero no pude encontrarlo.

Lo he dejado en el cesto de ropa sucia, la próxima asegúrate de no dejarlo en la ducha Tim - Respondió la muchacha.

Lo siento, te aseguro que no se me pasará por alto - Expresó el joven lejanamente en dirección hacia el baño, volviendo a dejar sola a Sonya con su mente que solo podía pensar en el pobre Vincent ¿Qué habrá estado haciendo a esas horas de la madrugada? se preguntaba la mujer.

Aquí, entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora