¡) ¿?In(tr o¿‽?

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—No puedo creer lo que están viendo mis ojos. Nada es como al principio. Fui un estúpido al terminar creyéndome sus mentiras —piensa el chico con ojos como platos.

—No... No es...

Se va corriendo con los ojos llorosos.

—Mierda...


(2 años atrás)

—Bien, terminamos aquí. Mañana seguimos por el punto cinco —dice el profesor mientras todos recogen sus cosas para salir.

El hombre se dirige al chico de la segunda fila– Oye, tengo guardia ahora, sal rápido, que tengo que cerrar.

—Eh... Sí.

Nadie esperaba nunca a nuestro protagonista, el cual tardaba siempre en recoger, puesto que esperaba a que los profesores indicaran el final de la clase como un alumno que sigue las normas a rajatabla.

Al salir del instituto, debía ir a los bancos donde se sentaban sus amigos. O no.

Desbloquea el móvil que llevaba en la mano y escribe por WhatsApp: "Voy a ver a un amigo hoy". Acto seguido, cierra la aplicación, mete la mano en el bolsillo derecho de sus pantalones para sacar unos auriculares y proceder a desenredar el cable.

Luego de media hora, toca volver a clase. Solo hay un pequeño inconveniente, ¿dónde se encuentra?

Al salir del parque en el que se esconde porque sabe que no lo pillarían allí, puede apreciar un paisaje que no corresponde con la localización en la que se encontraba hace dos minutos. En lugar de salir a la ciudad, la puerta da hacia el sendero que tanto le gusta. Siempre le relaja ese lugar, más ahora mismo se encuentra ansioso, pues se supone que debe ir a clase. No escuchar ni un alma hace que sea aún más tétrico.

—¡¿Estoy volviéndome loco?! —exclama el joven mirando a su alrededor para buscar explicaciones-. Estaba... —detiene sus palabras al notar que el parque desapareció—; ¡¿Qué mierda?! Saldré de aquí y...

Una persona con una motosierra aparece de detrás de la entrada diseñada para que no puedan pasar coches. Cuando el desconocido enciende el motor, el chico huye corriendo asustado por el sentido contrario al que se encuentra el loco.

«Mierda, no puedo pedir ayuda», piensa para sí mismo. Se quedó sin habla debido al shock.

Esquiva piedras, boquetes en la tierra y va tan rápido y con tanta destreza que ni él mismo se lo cree. Cuando pierde al señor de vista, decide ir por donde no hay camino para llegar a una tabla por la que tiene que cruzar. Como no le queda otra, pasa por encima de la estrecha tabla de manera usando el poco equilibrio que le queda. Al llegar al otro lado, pisa reiteradas veces el extremo de la madera para romperla, con la mala suerte de que uno de los trozos que salen disparados le corta el tobillo izquierdo. La herida, al ser profunda, le dificultaba caminar. Pero, no pasaba nada, lo perdió de vista, que es lo único que importa. Cuando cree que empieza a controlar su paso, se dobla el tobillo derecho.

—Agh... Genial... —dice con ironía.

Al tener herida una pierna, se tiende a caminar apoyando más la otra. Esto es un grave error, puesto que lo único que consigues es sobrecargarla, haciendo que te lastimes. Esto mismo es lo que acaba de pasar.

Con el ruido que provoca partiendo la madera vieja, el hombre de la motosierra se percata de dónde se encuentra, a pesar del ruido del aparato que portaba con las dos manos. Al pasar unas cuantas curvas y llegar a un camino recto estable, el chico tropieza por los nervios, el cansancio y la inflamación de su tobillo, raspándose con unos matorrales y provocando así que caiga al río de leve corriente y marea baja. El loco de la motosierra lo alcanza, mira desde arriba su cuerpo inconsciente y se marcha del lugar apagando el arma.

El Sendero: Lo que nadie veDonde viven las historias. Descúbrelo ahora