Tokyo Revengers One Shots - 🔥🔞

Apuestas - Shuji Hanma

Una cena, vino, licor y risas, un cóctel para hacer o decir cualquier cosa, una apuesta subida de tono y el pago de la misma, así empieza tu historia y termina contigo dolorida en la cama cubierta de sudor y fluidos.

Luego una burda manipulación, el sentirte violada en un principio y a pesar de los fuertes sentimientos por la persona que creíste jamás te expondría a algo así, lo que empezaría siendo una dominación de tu cuerpo y de tu mente, acabaría siendo algo muy diferente.

Hacía dos semanas que tu padrastro había perdido un juego en tu casa, dónde había organizado una cena junto unos compañeros del su trabajo, perdió en algo que ni tu creiste que nunca pudiera pasar, la apuesta fue un poco elevada de tono en tu caso y ahí delante de todos, tu padrastro apostó que te dejarías follar por Hanma, uno de sus jefes, varias veces lo tuvo que prometer mientras todos se reían, en parte era un "juego", todo fue un juego, pero perdió.

Tu padrastro, era un alcohólico al que le gustaban las apuestas, quien tenía un bar donde también era dealer para unos mafiosos, él vendía dentro de aquel bar, y fue quien prácticamente incitó todo eso para poder quedar bien con aquel jefe de él, Shuji Hanma.

Durante la cena varias veces Hanma se lo recordó, le recordó tanto que incluso mandó a tu padrastro de "viaje", un viaje no programado mientras que él se presentaba una tarde en tu casa, diciéndote que tu padrastro le había pedido se la mostraras, ya que le había prometido pagarle unas remodelaciones que necesitaba.

Muy convincente la verdad, resultó tan convincente que esa misma tarde pagaste tu apuesta, no sin antes escucharle decir que si no te acostabas con él, la carrera de tu padrastro estaba acabada, ya sabías a lo que se refería, aquel era un chantaje, un chantaje al que no te podías oponer.

Mientras te quitabas la falda y la blusa le mirabas fijamente no sin sentir miedo por él, estabas tremendamente enfadada con tu padrastro por haberte metido en aquel problema, te lo tomaste como algo que tenía que pasar, algo inevitable para que a tu padrastro no le ocurriera nada por tu culpa, veías a Hanma desnudarse entero y cuando sé bajo el bóxer salió un enorme pene ya empalmado que él empezaba a menear con una mano, te pidió que no te quitarás más ropa, que te quedaras con la braga y con el sujetador y que te dieras la vuelta arrodillada en el suelo delante del sofá y así lo hiciste, por un momento te alegraste porque así no tendrías que verle la cara mientras te follaba.

Notaste como él también se arrodillaba en el suelo y como apartaba la tela de tu braga subiéndola por encima de uno de tus glúteos dejando tu vagina perfectamente visible y accesible para él, tu estabas apoyada con los brazos sobre el sofá y tú cuerpo tumbado sobre el asiento cuando comenzaste a notar sus dedos sobre tu vagina, tocando tu vulva para comprobar lo seca que estaba, no había excitación, tan siquiera un poco de humedad por dentro de tí cuando metió uno de sus dedos, entonces decidió abrir bien tus glúteos y meter su boca para empezar a lamer tu vagina, pasaba su lengua por tus pliegues hasta el clítoris, y empezó a conseguir lo que desde un principio venía buscando, que de una manera u otra participaras, pero de momento solamente participabas mojando involuntariamente tu vagina al paso de su lengua que entraba y salía de tu interior.

Algo te comía por dentro al sentir aquel placer cuando masajeaba y lamía tu clítoris, notabas sus dedos penetrar en tu vagina y como las barreras que habías construido en tu cabeza poco a poco se iban desmoronando, tu vagina se iba abriendo al sentir como su glande subía y bajaba por tu vulva y para cuándo empezó a metértela ya estabas lo suficientemente excitada como para que te pudiera follar sin hacerte daño, un triunfo para él y más vergüenza para tí, sus manos en tu cadera moviéndose hacia delante y hacia atrás, con su glande metiéndose en tu vagina increíblemente mojada, deslizándose por ella te estaba provocando que tuvieras que cerrar los puños y morderte los nudillos para no darle la satisfacción de oír que te estaba gustando.