Capítulo 12. ¡Maratón 1/3!

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Elsa iba escaleras arriba, cargada con un tazón de sopa humeante, cuando se topó a Rapunzel en el camino.
-Punzzie, ya iba hacia arriba... Y...- empezó la reina, sonriéndole afablemente.
-¡Oh! No te preocupes, te acompañaré, ¿quieres que te ayude con eso?
La chica sabía que en realidad no era molestia para la reina cargar con un tazón de sopa, así que dijo esto último, más como cortesía, que esperando ayudarla. Siguieron caminando en silencio. Elsa sonreía, pero incluso con un año de conocerla, Punzzie sabía que algo no iba bien.
-Perdón, Elsa, sé que no debería de entrometerme... Pero no he podido evitar notar que estas... mal.
La reina se detuvo en seco.
-¿Acaso es tan obvio?- preguntó, mirando a Rapunzel con cara de miedo.
-No... Bueno, un poco... No lo sé- se interrumpió a sí misma la princesa, tratando de no inquietar a Elsa. Lo último que quería era que enormes estalactitas empezaran a brotar de los muros.
-Escucha, tal vez no hayas querido contarle a Anna lo que ha sucedido por una buena razón, sin embargo, tal vez sea bueno que compartas con alguien lo que ocurre. Y aquí estoy yo...
Dijo la chica en el tono más servicial que pudo, lo cual no le costó mucho trabajo. Elsa sonrió tristemente.
-Rapunzel, eres muy amable, pero...
-Por favor. Juro que no le diré a nadie. Se trata de que sé algo de lo que puede estar ocurriendo y tal vez si tu me dijeras...
-¿Sabes algo? ¿Acerca de qué?- los ojos de la reina parecieron llenarse de esperanza por un momento.
-La cosa en el bosque, lo que vio tu hermana estando ahí, yo sé que es y como encontrarla.
-¿Qué? ¿Estas... Estas hablando enserio?
-Lo juro.
-Punzzie, enserio espero que valga la pena arriesgarse a contarlo- la guió a una de las habitaciones deshabitadas que habían en el pasillo y cerró la puerta con seguro desde adentro.
-Rapunzel, la conversación que vamos a tener nunca ocurrió, ¿entiendes? Nadie debe de enterarse que te he dicho lo que estoy por decirte.
Hans me prohibió que lo mencionara siquiera.
La reina le habló en medio de susurros, explicándole lo que el recién destituido príncipe de Las Islas del Sur, le había dicho, sin omitir nada, pero teniendo cuidado de no decirlo tan alto.
Al terminar la explicación, Rapunzel parecía absorta en sus pensamientos y solo dijo algo antes de salir de la habitación:
-En verdad, Elsa, gracias por todo.

La chica embarazada desapareció caminando apresuradamente por el pasillo, hasta llegar a la escalera y bajarla con una increíble velocidad para alguien que no puede ver sus propios pasos.
Elsa, algo conflictuada, siguió su camino hasta su habitación, procurando no derramar la sopa en el trayecto, lo cual era demasiado difícil debido al tremendo temblor de sus manos.
Al llegar afuera de la habitación, tuvo que tomarse un momento para asegurarse a sí misma que todo estaría bien... Que podía confiar en Rapunzel.
¡En verdad quería poder creerlo!

El hielo también quemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora