La casa del lago

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Día 1: De rodillas





"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno".

Scott, Sir Walter


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El sol brillaba con la intensidad del atardecer, el aroma a pan recién horneado se esparcía por las calles cercanas de la pastelería "Hachiko cake". Hinata Hyuga decidió usar ese nombre para su pastelería y cafetería en honor al celebre perrito del país, aquel que tenía un monumento que a su hermana le gustaba tanto visitar.

Se limpió las manos llenas de harina para hornear en su delantal lila y procedió a sacar los panes del horno, unos suculentos rollos de canela, esponjosos y apetecibles. Estudió cocina en una importante escuela de Francia, siendo la repostería su ámbito favorito. Un año tenía de haber regresado a Japón y con el dinero que ahorró durante años logró montar su negocio en una calle transitada de un importante barrio del país, justamente al frente del colegio católico donde su hermana Hanabi estudió durante sus años escolares.

El tintineo de la campanilla sobre la puerta le avisó de un nuevo cliente y ella se volvió hacia allá, saludando amablemente.

―Bienvenida, ¿En qué puedo ayudarle? ―hizo una reverencia.

―Tal vez invitarle un café a una vieja amiga.

―Sa... Sakura san... ―sonrió al reconocerla ―. Que alegría verte.

―Quisiera decir lo mismo, pero no puedo. No cuando no tuviste la amabilidad de decirme que estabas de regreso ―le dijo con fingida ofensa.

―L-lo siento, e-es que... en realidad no era mi plan volver. Pero mi padre enfermó y no tuve otra opción. Necesitaba ingresos extras y aquí podré ayudar con los gastos médicos —le reveló con una sonrisa. 

―Lo entiendo, es broma. ―le sonrió amablemente ―.  Me alegra mucho verte de nuevo, estás tan linda, incluso más desde que te vi la última vez.

Hinata sintió incomodidad al recordar esos días. Desde lo sucedido con Hanabi, ella no regresó a la escuela secundaria. Ambas hermanas asistían a diferentes colegios, Hanabi estudiaba en el prestigiado colegio católico de la ciudad y Hinata en una secundaria pública. La gran diferencia entre ambas era evidente en aquellos días.

―Tú... estas realmente hermosa Sakura san. He visto varias novelas tuyas, realmente eres muy famosa. ―Prefirió decir, ignorando aquellos duros recuerdos.

Efímera como la flor de asagaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora