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Tras arudos esfuerzos y sacrificios, la titanomaquia concluyó en el momento que el gran titán del tiempo humano, Cronos, acabó siendo derrotado y asesinado por el más joven de sus hijos, que a consecuencia de eso, tomó la soberanía del Olimpo

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Tras arudos esfuerzos y sacrificios, la titanomaquia concluyó en el momento que el gran titán del tiempo humano, Cronos, acabó siendo derrotado y asesinado por el más joven de sus hijos, que a consecuencia de eso, tomó la soberanía del Olimpo.

La guerra fue implacable y devastadora, dejando su huella con u partida. Las muertes fueron inevitables y con cada paso dado, se alcanzaban a distinguir múltiples cuerpos que fallecieron en batalla. Los sobrevivientes se reunieron en a fin de  celebrar  su victoria, sin embargo Poseidón no parecía muy interesado, buscando entre los escombros a alguien o algo.

Para él, el estruendoso clamor de los griegos no era nada más que un eco lejano. Abriéndose paso entre la multitud, el dios de los mares se posicionó frente a uno de los hombres que servía a su hermano mayor Hades, quien así como él,  parecía ignorar la victoria obtenida.

Al advertir la presencia del rubio, el hombre se postró en veneración. El rostro afligido del mismo indicaba que algo andaba mal.

—¿Qué sucedió con Hades?— Preguntó indisplicente, el resto de los guerreros que acompañaban al primero se limitaron a guardar silencio cabizbajos.

—Él..¡deseaba detener la invasión de los titanes y fue solo al Helheim!— la confesión del sirviente consiguió que su rostro inexpresivo se viera afectado por la sorpresa y sin decir una palabra al respecto, inició su trayectoria al hogar de su hermano mayor.

Las escaleras que conducían al subsuelo no parecían tener fin, aún así bajó cada una de estas sin indicios de cansancio. Todo a su alrededor yacía en ruinas, y tan pronto puso un pie en el reino de los muertos, atestiguó perplejo los cuerpos de una indefinida cantidad de titanes esparcidos por doquier.

Rodeado por los escombros que alguna vez destacaron por ser  inmensurable construcciones, su hermano descansaba sobre un pilar derrumbado a consecuencia de la batalla. Cubierto de sangre, sus labios emitían una melodía que Poseidón no identificó.

—..¿Hades?— llamó a su nombre.

El aludido volteó en su dirección, dejando a la vista la sonrisa que pintaba sus labios.

—¿Poseidón?— replicó.

Al dejar el Helheim atrás, se vieron rodeado por los angustiados hombres que servían al rey de los muertos. Felices de que su amo se encontrara bien, lo atacaron con un sinfín de preguntas que el peliplateado no conseguía responder por lo numerosas que eran.

Poseidón tomó distancia, alejándose de la escena en silencio. Anhelaba regresar a su palacio, que afortunadamente para él no había sido víctima de los ataques de los titanes. Aventurándose en los suburbios dispuesto a marcharse, algo captó su atención.

Hali《Poseidón》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora