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—Sabía que te encontraría aquí— tomó asiento junto a ella, distrayendose con una pequeña mariposa azul que revoloteba erca de donde estaban.

Luego de que el Olimpo se viese afectado por lluvias torrenciales durante cuatro días seguidos, el sol finalmente brilló a través de las nubes. Algunos charcos de agua aún se concentraban en los desniveles del suelo y algunas aves cercanas aprovechaban estos para beber de los mismos.

—El día está hermoso, es bueno que el tío Zeus calmara su malhumor. Por un momento creí que la tormenta se prolongaría— sonriendo, se maravilló con el azulado cielo que era decorado con algunas nubes. 

_____________ se desperezó en su lugar, centrando su atención posteriormente en el mayor. Éste sumido en su mundo propio.

—Solo fueron dramas de mi tonto hermano— se encogió de hombros, mirándola a los ojos —¿Cómo te encuentras?— le preguntó todavía un poco preocupado por los acontecimientos incurridos días antes.

Solo quería asegurarse de que estuviera bien.

—Ah eso...— su semblante decayó, curvando sus labios a medias —Descuida, estoy bien. No soy la única que ha pasado por esta situación y tampoco es el fin del mundo ¿sabes? O así es como lo veo. No odio a Argus, padre. No puedo odiar a alguien de quien no poseo recuerdos; y supongo que muy pronto tendré que dar la cara y dejar en claro todo esto. Es lo correcto — sus ojos, hasta ahora fijos en los celestinos de Poseidón, decendieron hasta dar con el suelo  —nada asegura que su abandono hubiese evitado la muerte de mi madre ¿y sabes? Tal vez si ese día no hubiese huido, yo no los hubiera conocido a ustedes— un brillo se vió reflejado en sus orbes amarillos —y en caso de hacerlo, seguramente las cosas serían por completo diferentes. Tú no serías mi padre y mis tíos no serían mis tíos. Solo los cuatro hermanos del Olimpo y yo una simple ninfa— concluyó.

La confesión dejó atónito al rubio que, inconcientemente, esbozó en sus labios una sonrisa genuina. Esa vez fue se permitió enseñar una faz expresiva y transparente, una a quien solo enseñó a su hermano mayor en los acontecimientos de la titanomaquia.

Eran muy diferentes uno del otro, ______________ no albergaba rencor 
u maldad en su corazón, no existía ninguna emoción negativa en ella. Siempre se caracterizó por ser comprensiva con el resto incluso en situaciones críticas, amable y por sobre todo, empática.

Cualidades que muy pocos tenían, él incluido. Pero no obstante y pese a las diferencias, eran familia y si debía mover el cielo y la tierra para verla feliz, lo haría.

___________ notó la mirada del contrario sobre ella y confusa, se giró hacia él.

—Estás...sonriendo— musitó —es decir, jamás te había visto sonreír de esa manera— enunció alegremente.

Toda calidez en el rostro de Poseidón se esfumó, dándole paso a su típico semblante inexpresivo. Desvió su mirada con el entrecejo fruncido y sin dejar que su hija continuase, habló.

—Por supuesto que no, eso es ridículo— aseguró con convicción, lo que ocacionó que la menor carcajeara sonoramente.

La pareja de griegos disfrutaba un cálido momento en una de las bancas de los jardines del Olimpo y a tan solo unos metros de ellos, ubicada sobre unos escalones de piedra, ____________ fue incapaz de reprimir su sonrisa por lo tierna que la escena le resultaba.

—Esa mirada solo puede significar una cosa— una voz femenina, armoniosa pero coqueta a su vez se oyó detrás de ella.

_____________ la identificó de inmediato y poniéndose rápidamente de pié, reverenció cortesmente a la diosa de la belleza, el amor y el deseo. Verla allí era una sorpresa para la ninfa, pues Afrodita no acostumbraba a frecuentar los jardines de aquel inmenso palacio donde se llevaban a cabo celebraciones y reuniones. De sonrisa encantadora y con una belleza capaz de cautivar tanto a dioses como a mortales, Afrodita prefería permanecer en la comodidad de su palacio.

Hali《Poseidón》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora