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Hades y Poseidón estaban demasiado ocupados discutiendo sobre asuntos relacionados al trabajo como para percatarse de que ______________ se había alejado de ellos. El señor de las moscas aguardaba pacientemente a que ambos hermanos concluyeran la plática, para así poder solucionar unos asuntos que tenia pendientes con Hades. Para matar el rato decidió comer unas jugosas peras que el mismo se dispueso a traer,  estaba tan concentrado en degustar su sabor que nunca advirtió la presencia de la niña hasta que ésta, dejando su timidez a un lado, jaló su túnica con el propósito de tener su atención.

Extrañado, decendió su mirada, topándose con los curiosos ojos de _______________ observarlo con detenimiento. Arqueó una ceja, siempre prefirió mantenerse al margen de los niños gracias a malas experiencias pasadas, esos demonios con caras de ángeles resultaban ser una verdadera molestia para él.

—¿Necesitas algo?— Preguntó con simpleza, cortando una rebanada de la fruta y llevándola a su boca.

No hubo respuesta, como si esa pequeña abominación no tuviera la capacidad de comunicarse. Eso lo hizo fruncir el ceño ligeramente, volviendo su vista a la niña que parecía inmóvil ante él.

—¡____________!— la iracunda voz de Poseidón exaltó a la aludida, que rápidamente se giró en dirección a su tutor.

El rubio se acercó, fulminando a Beelzebub con su mirada, algo que tuvo sin cuidado al  demonio. El griego tomó la mano de la pequeña, la cual arrepentida de su acción, bajó su mirada, echándole un rápido y  disimulado vistazo a Hades por sobre su hombro.

—Nos vamos— demandó más frío que de costumbre.

Con su mano libre ella se despidió de su tío y en compañía de Poseidón abandonó el inframundo.

Al llegar a su respectivo hogar, Poseidón caminaba unos metros adelante sin dirigirle la palabra o la mirada. Se veía molesto, y eso la afligió todavía más.

—Lo siento...— detuvo su andar, Poseidón imitó su acción —no quería que te molestaras..— murmuró, sus ojos no tardaron en cristalizarse y aunque Poseidón no la estuviese viendo directamente, por el tono de su voz juzgaba que hacía un gran esfuerzo por retener el llanto.

Volteó hacia ella, llevando su mano al pequeño y frágil hombro de la menor.

—No estoy molesto— aclaró suavizando su tono —sólo que.. ese sujeto es peligroso— dejó salir un suspiro agotador, revolviendo los suaves y lacios cabellos de ______________.

Ella asintió, frotando sus ojos para eliminar todo ratro de lágrimas. En en ningún momento se atrevió a alzar su mirada, no tenía el valor suficiente. Por otro lado, a Poseidón no le agradaba verla así por su culpa, pero tampoco era bueno para animarla.

Cuidar de un niño no era tarea sencilla, en especial con una personalidad que contrastaba con la suya.

Y entonces lo recordó, algo que la pequeña regularmente le pedía pero que él, por sus tareas como dios, tendía a rechazar.

—¿Te gustaría ver el mar?—

Los ojos de la niña se iluminaron con esa simple pregunta.

Corría tanto como sus piernas se lo permitían, no obstante, el vestido que traía puesto no facilitaba la tarea. Existía el riesgo de tropezar y sufrir daños severos, sin embargo nada de eso importaba ahora, no cuando tenía a un dios enfurecido casi pisándole los talones.

Hali《Poseidón》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora