Capítulo 9

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Hazel quería hablar con Isaac sobre la situación de sus padres. Tenía mucho miedo. Ellos la matarían si se enteraban de que andaba de novia con un chico. Pero no era una niña de diez años. Ya estaba en la edad de conocer mejor la vida. ¿Acaso sus padres no recordaban que también habían sido jóvenes? ¿Tampoco a ellos les habían dado la merecedora libertad de tener amigos y disfrutar la vida? Hazel solo quería descubrir nuevas cosas. Cosas que ellos no permitían que descubriera.

Necesitaba charlar con Isaac para encontrar una solución, porque era un asunto de ambos. Lo buscó por todo el instituto, después de que el timbre para salir sonó, pero no pudo encontrarlo. Hazel no se preocupó por eso. Quizá Isaac estaba muy ocupado. Quizá debía llegar a casa temprano para terminar sus tareas.

En realidad, Isaac andaba con Frank en un restaurante en el centro de San Salvador. Querían recordar todo lo que, hasta ese momento, habían vivido juntos.

—Frank —empezó Isaac—, ¿cómo va tu relación con Katherine?

—Genial, viejo. Cada vez que paso junto a ella, me siento más completo, más feliz. Nunca me canso de estar a su lado, y eso que ya llevamos juntos bastante tiempo.

Isaac sonrió. La pareja de Katherine y Frank era la más linda, sincera y feliz que conocía. Isaac comía una gran hamburguesa de carne mientras Frank disfrutaba de un delicioso jugo de naranja. "No es como el que hace la mamá de Isaac, pero no está mal", pensó.

—¿Qué hago para proponerle a Hazel ser mi novia? —preguntó Isaac de golpe—. Creo que le doy muchas vueltas a esto, y quizá exista una respuesta sencilla, la cual no puedo encontrar por mí mismo. Por eso te lo pregunto a ti.

Frank guardó silencio por unos segundos después de darle un trago a su jugo. Lo pensó un momento. No quería darle a su amigo un mal consejo.

—Mira, Isaacsito, después de conocerla, de ser su amigo, viene la parte más difícil: declararle tu amor. Después de tener el valor para hacerlo, aplicas una técnica que a mí me funcionó.

—¿Cuál? —preguntó Isaac, interesado.

—No te la diré, porque luego la usarás tú, y yo soy tan bueno que no te demando por plagio. —Frank lanzó una risa, la cual contagió a Isaac para que también la lanzara—. Ya, fuera de broma, nunca le propongas a una chica ser tu novia si aún no estás seguro de que ella siente lo mismo. ¿Sabes por qué vemos a varios chicos en las bancas del colegio con un ramo de rosas en la mano, el rostro melancólico, el corazón destruido por un desprecio del amor de su vida y con ganas hasta de suicidarse? Por la misma razón. Cuando yo le pregunté a Katherine si quería ser mi novia, ya sabía la respuesta que iba a darme. Ya sabía que ella sentía lo mismo. Pero no fui imbécil en preguntárselo cuando aún no la había conquistado, porque seguramente me habría dicho que no. En tu caso, Hazel ya sabe que te gusta y tú ya sabes que le gustas, así que solo sé seguro de ti mismo cuando intentes convertirla en la señora de Madrid. Yo se lo propuse a Katherine en el mirador de Los Planes de Renderos. Fue en una tarde cuando estábamos agarrados de la mano, viendo el hermoso cielo, las casas y las calles de la ciudad. No conocía un mejor lugar para preguntárselo.

Isaac colocó su hamburguesa en la bandeja de la mesa. Proponérselo a Hazel de una manera creativa era algo que realmente quería hacer. Sería un momento especial, así que debía hacerlo de una manera especial.

—El problema es que yo jamás podría proponérselo a Hazel en el Mirador de Los Planes de Renderos ni en otro lugar que no sea el colegio. Recuerda no la dejan salir con nadie —objetó Isaac.

—Entonces hazlo en el colegio, pero sal de lo común. Sé diferente.

Ambos comieron hasta más no poder. Isaac pagó la cuenta. Frank se lo agradeció. Querían seguir compartiendo ese increíble momento en ese restaurante, pero debían largarse lo más pronto posible. Erick le había prestado el auto a Isaac, así que este adolescente se dirigió junto a Frank al colegio en aquel Mitsubishi. El instituto estaba vacío. Eran ya las 7:45 p.m., hora en la que ningún alumno permanecía allí, excepto Frank. Hasta cierto punto, daba un poco de miedo ver todos los salones tan oscuros, pero era el hogar de Frank, y estaba más que acostumbrado a ese ambiente.

El destino de un sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora