Capítulo 13

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Antes de abrir su mochila, Isaac pensó: "Ella sabe que mi materia favorita es Lenguaje así que seguramente lo colocó en ese cuaderno". Lo abrió, revisó las páginas, pero no había nada. Sacó el de Matemáticas y lo hojeó. Tampoco había nada. Luego el de Física. Nada. El de Sociales. Nada. Abrió el de Seminario, y justo estaba a punto de pensar que no había nada cuando sintió algo en las últimas páginas. Las revisó y vio que había un sobre rojo con unas letras en grandes: "Para ti". Lo abrió con mucha delicadeza. Dentro del sobre, se encontraba una página blanca doblada de manera profesional. Miles de letras. Una caligrafía tan hermosa que Isaac pensó que un ser divino había escrito todo eso.

"Isaac, en esta carta quiero decirte muchas cosas. Estoy muy contenta de haberte conocido. Sabes que no soy buena expresando lo que siento. Pero simplemente amo escucharte. Ya que no puedo decirte todo esto frente a frente, te lo escribo aquí. Aunque mis padres no me permitan tener novio, nada impedirá que yo esté a tu lado. Pienso en ti siempre. Amo tus ojos, tu cara, y sabes que me derrito por tus besos. Como nunca me había enamorado de un chico, al principio me sentí rara, pero me he dado cuenta de que haberte dicho aquel "sí" ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Sé que algún día llegará el momento de despedirnos, porque tú te marcharás. Me duele aceptarlo, pero aunque la vida nos separará, siempre serás aquel ángel que me cambió la vida. Quizá debería sentirme un poco incómoda porque nunca había escrito una carta de amor, pero me siento más que feliz porque contigo he hecho cosas que jamás las había hecho con nadie. Estoy muy contenta de haber llegado a este colegio, porque es aquí donde te conocí, donde empezó esta hermosa relación. Gracias por demostrarme lo mucho que me amas. Yo seguiré luchando para que no nos separemos cuando termine este año. Te amo, cariño, nunca lo olvides".

Después de leerlo, Isaac no pudo evitar llorar. Sabía que eran palabras muy sinceras. Él decidió hacer lo mismo. Sabía que esa chica lo merecía. Sería un recuerdo que ella tendría de él para siempre, así que cogió varias páginas de colores, plumones de colores llamativos, un folder rojo y empezó a escribir un documento romántico que se lo daría al día siguiente. Fue tanto el empeño de este joven que notó que ese folder y esas páginas habían quedado mejor que cualquier tarea de cualquier materia. Imprimió la foto que les había tomado Frank antes de entrar a aquel restaurante del centro de San Salvador, y la pegó en medio del folder. Lo metió en su mochila y estaba listo para entregárselo a su novia.

Al día siguiente, como todos los días, se fueron al túnel.

—¿Leíste la carta? —le preguntó Hazel.

—¿Tú qué crees? —dijo Isaac con una enorme sonrisa.

—Creo que sí. —La voz de Hazel sonaba tan dulce.

—Claro, princesa —dijo él—. No sabes lo mucho que me encantó. La he guardado en el escritorio de mi cuarto y la conservaré para siempre.

Él la besó muy apasionadamente.

—Me alegro de que te haya gustado —mencionó ella—. La escribí con todo mi amor.

—Yo decidí hacer lo mismo.

—¿Me escribiste una carta?

—Más que una carta, es como un documento romántico, con miles de páginas en las que me inspiré ayer.

Sacó aquel folder rojo de su mochila.

—¡Isaac! —exclamó Hazel, sorprendida—. ¿No me digas que en todas las páginas de ese folder has escrito cartas de amor?

—Compruébalo por ti misma —le dijo él, sonriendo.

Hazel empezó a hojear las páginas mientras le costaba creer que su novio había hecho todo eso.

El destino de un sufrimiento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora