Las cosas en Usulután iban bien para Julissa. En pocos meses, aquella obra estaría siendo presentada en aquel teatro de San Miguel. Ella se sentía mejor que nunca. Era esa la mejor etapa de su vida. Pero en una conmovedora mañana, mientras estaba en clase de Sociales, el director del instituto habló por el megáfono desde su oficina.
—Alumnos y docentes de esta institución, lamento informarles que Christian del Valle, el profesor de Lenguaje y Literatura, falleció ayer por la noche en un accidente automovilístico.
En ese momento, Julissa guardó silencio. Su expresión cambió completamente. No terminaba de ingerir la noticia cuando salió corriendo del salón. No le importó dejar la clase. No le importó nada. Solo quería saber si lo que acababa de escuchar era cierto o si su imaginación le estaba haciendo creer que Chris había muerto. Entró a la oficina del director sin pedir permiso.
—Director Bojórquez, ¿podría repetir lo que acaba de decir por el megáfono? —le preguntó Julissa, desesperada y con deseos de que el director no dijera lo que ella estaba pensando.
—Lo que mencioné fue que el maestro Christian del Valle murió ayer. —El director no entendía por qué esa chica se miraba muy preocupada—. ¿Por qué la pregunta?
Julissa ni siquiera respondió. Salió de aquella oficina y se fue al baño. Se inclinó hacia el lavamanos y empezó a llorar y a gritar. No podía aceptarlo. Un agujero enorme se estaba abriendo en su interior y la estaba matando. ¿Por qué el profesor Chris? No podía ser posible. Julissa quería que alguien la pellizcara para abrir los ojos y olvidar esa pesadilla. Pero era consciente de que eso no era ningún sueño. Chris en verdad había muerto.
Otra alumna estaba en el baño. Al escuchar el llano de Julissa, se le acercó y le preguntó qué tenía. Julissa no dijo nada. Solo seguía llorando. No podía estar tranquila. Segundos más tarde, entró una maestra y trató de calmarla, pero esta chica no dejaba de lamentarse. Al final, la maestra consiguió convencer a Julissa de que saliera del baño y la llevó a la oficina del director.
—Julissa —dijo el director Bojórquez—, ¿qué pasa?
—Él era importante en mi vida —dijo ella con voz entrecortada—. Muchos lo veían solo como un profesor. Pero para mí era más que eso. Fue el hombre que cambió mi vida.
Ella quería dejar de llorar, pero aquellas lágrimas se rehusaban a dejar de salir.
El director dejó que Julissa siguiera desahogándose. Minutos después, le pidió el número de su padre.
—En este momento, Rebecca y Steven están en el trabajo —dijo ella—. Él único que puede venir ahora mismo es Jonathan.
Y le dio su número.
Jonathan llegó al instituto veinte minutos después de recibir la llamada del director. Entró a la oficina, vio a Julissa en ese estado y corrió hacia ella.
—Julissa, ¿qué tienes? ¿Por qué lloras tanto?
—Jonathan..., el profesor Chris ha muerto.
Jonathan no dijo nada. Solo la abrazó. El director del instituto le firmó un permiso a Jonathan para que se la llevara a casa. Al estar dentro del auto de Jonathan, Julissa empezó a gritar.
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ HA MUERTO? ÉL NO MERECÍA MORIR... MIERDA.
Jonathan no sabía qué hacer. Quería darle palabras de aliento, pero sabía que nada haría que ella se sintiera mejor. Al llegar a casa, Julissa se fue corriendo a su cuarto. No quería escribir en su diario ni pensar en su obra. Solo se tumbó en su cama y empapó toda su almohada de lágrimas. Rebecca y Steven llegaron media hora más tarde. Jonathan les contó lo sucedido. Ellos no reaccionaron en el momento. Sabían que Julissa necesitaba seguir llorando. Horas más tarde, tocaron la puerta de su cuarto. Esta triste adolescente salió y se lanzó a los brazos de su hermana.
Nadie dijo nada.
En la cena, Julissa no habló, ni siquiera quería comer... Steven tomó la palabra.
—Sabemos lo importante que era Chris para ti, Julissa. Las personas no podemos decidir en qué momento dejar este mundo. No es fácil admitirlo, pero pasó por algo. Él siempre estará contigo. ¿Sabes? Las personas no mueren cuando son recordadas. Si tú lo llevas siempre en tu corazón, él estará más vivo que nunca. No intentes encontrar una explicación a su muerte, porque no la encontrarás ahora. Quizá no la encuentres nunca. Pero lo que realmente debes hacer es brindar tributos a ese hombre que cambió tu vida.
Julissa trató de entenderlo. Pero no podía. Era imposible entenderlo en ese momento. Comió a regañadientes. Al terminar la cena, se fue a su cuarto. Volvió a lanzarse a su cama y cerró los ojos. Lo único que quería era ver a Chris en sus sueños y abrazarlo por última vez.
Semanas después, luego de tantas noches de llanto y depresión, Julissa decidió ir al cementerio. No se había sentido lista para salir de casa, pero gracias al apoyo de su familia, aceptó visitar la tumba de su maestro de Lenguaje. Aunque Julissa estaba segura de que, al estar allí, se destruiría y volvería a llorar.
Llevó un ramo de rosas con un trozo de papel en el que había escrito:
"Gracias por cambiar mi vida, Chris. Ahora todo lo que haga, será en tu honor. Si no fuera por ti, no sé qué habría sido de mí".
Leyó el epitafio:
"En la ayuda a los demás está la felicidad".
Julissa no pudo evitar llorar. Dejó el ramo sobre la tumba y empezó a contemplarla. Luego notó que alguien estaba junto a ella.
—Fue un buen hombre —le dijo.
—Director Willy —expresó Julissa.
—Sé que Chris te impulsó a ser quien eres. —Willy no apartaba la mirada de la tumba de su amigo.
Julissa sintió que sus lágrimas volvían a salir. Esta vez, con más fuerza.
—No sabe lo mucho que lo extraño. Desearía que estuviera vivo para que pudiera ver mi obra en el teatro.
—Lo sé, Julissa. Él está más orgulloso de ti que nunca. Desde el Cielo, estará cuidándote... ¿Seguirás escribiendo obras?
—Claro. Todas mis obras, sin excepción, serán inspiradas en él.
—Me parece bien —observó Willy—. Tienes mucho talento, ¿sabes? No sé cuál fue tu pasado, pero serás la mejor dramaturga del país, de eso estoy seguro.
Julissa sonrió y le agradeció. Sabía que era cierto. Por fin entendió lo que Steven le había dicho. Era inútil buscar una razón a la muerte de aquel hombre. Tenía que pasar. Nadie podía evitar que pasara. Julissa, después de algunos días, logró aceptar que a veces las cosas suceden en los momentos menos esperados. Su vida ya no sería la misma sin aquel profesor de Lenguaje, pero debía seguir adelante para que él le aplaudiera cada logro desde el Cielo. Ella sabía que Chris no estaba muerto, porque lo recordaría para siempre. Él se fue del mundo, pero nunca del corazón de Julissa.
Al llegar a casa del cementerio, esta chica decidió por fin escribir en su diario.
"Querido diario, hay gente que dice que este mundo es hermoso. No lo discutiré, pero también hay momentos en los que te despiertas y recuerdas que una persona importante ya no está ni estará. Eso no es para nada hermoso. Recuerdo las palabras de Steven cuando me dijo que para todo hay una razón. Me costó entenderlo, pero lo he logrado. Chris no merecía morir, pero no voy a juzgar lo que pase en este mundo, porque aunque lo haga, nada cambiará. Solo espero que esté descansando. Él quería que yo cumpliera mi sueño, y me ayudó a conseguirlo. Ahora prometo de todo corazón que por Chris nunca dejaré de escribir obras. Sé que tenía ya varios días sin abrir esta libreta. La verdad, no me sentía capaz, pero ahora estoy consciente de que cuando yo muera, me encontraré con ese ángel. Lo veré, correré hacia él y le diré: "Hice lo que querías. Fui una gran dramaturga gracias a ti". No hay que sentir miedo a morir, porque la muerte también es parte de la vida. Jamás dejaré de luchar, porque Chris me enseñó a hacerlo. Jamás dejaré de ser fuerte, porque Chris me convirtió en una chica con un carácter especial, capaz de seguir soportando los golpes de la vida. Él me enseñó a ser yo misma. Y... ¿quién soy yo? Simplemente soy Julissa Barrera".
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El destino de un sufrimiento
Ficção Adolescente"¿Para qué intentar huir del sufrimiento? Si tarde o temprano nos va a encontrar". Después de las vacaciones de fin de año, Isaac regresa a su ciudad natal, San Salvador, pero nunca olvidará a esa chica que conoció en Usulután, Julissa, quien atrajo...