Los paraísos digitales artificiales.

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Los gurúes de la droga de los 1960's se convirtieron en los profetas del "cyberpunk" de los 1980's y 90's. Esto no solo en un sentido amplio, sino en casos puntuales y concretos. Los mismos idiotas útiles que envenenaron a miles de jóvenes con LSD pasaron a ser los profetas del "metaverso" digital y los idólatras de la tecnología que difunden toda clase de ideas enfermas bajo un disfraz de progreso y misticismo. Aunque esta transformación ha sido observada y comentada por varios autores, estos se suelen dejar fuera de la ecuación otros dos elementos: las utopías políticas y la defensa de las perversiones sexuales. Los alucinógenos, los "mundos virtuales", el utopismo y la perversión, son en realidad cuatro formas de la misma cosa: El rechazo de la realidad y su reemplazo por una fantasía. El desprecio por el mundo real y el deseo de destruirlo y reemplazarlo por un "país de las maravillas" imaginario. El pseudo-misticismo que caracteriza la prosa de esos autores y su interés por las técnicas para controlar los sueños forman parte de esa misma lógica.

Dado que este rechazo de la realidad encuentra con una saludable hostilidad de parte de las personas normales, su aceptación se impone mediante un proceso gradual, al modo de la famosa "ventana de Overton".

Primero, se le encuentra algún uso medicinal; real o inventado, da igual; o bien se predica su "tolerancia" argumentando que es algo inofensivo e invocando principios de libertad.

Más tarde se acepta su uso vicioso como normal o se disfraza el uso vicioso como "medicina". Finalmente, el país de las maravillas es lo considerado normal y el mundo real es rechazado como si fuese una alucinación. Este mismo proceso de tres etapas se sigue con la perversión sexual, con la drogadicción y con el "metaverso" (o alucinógenos digitales), sólo que está en cada caso en una etapa distinta.

La perversión ya ha atravesado todo el camino. Pasó de: "Está mal, pero es divertido y no hace daño a nadie. Debería ser tolerada en nombre de la libertad". A: "La perversión es solo una preferencia: como el helado de chocolate o de fresa". A, finalmente, que la perversión es el estado natural de la sexualidad humana, y son las personas normales las que padecen alguna clase de "fobia": son peligrosas y deben se encerradas y/o se les debe quitar la custodia de sus hijos.

La drogadicción todavía viene ligeramente por detrás. Está todavía en la etapa de disfrazarse como pseudo-medicina y legitimarse con un discurso pseudo-moralista: "Si bebe, no conduzca", "Consumir de modo responsable", "El consumo compulsivo es perjudicial para la salud" (como si el consumo relajado no lo fuera también). Incluso todo médico que todavía habla en público de las adicciones como un problema (cosa que será ilegal, formalmente o de hecho, dentro de unos años) se siente en la obligación de aclarar que: "El problema no es que una persona se tome media copa de vino con las comidas, sino el consumo compulsivo". Yo en mi vida he conocido a nadie que tome media copa de vino con las comidas: conocí alcohólicos y gente que no bebe. Y nada más. Pero, por algún extraño motivo, toda persona que habla de las adicciones se siente en la obligación de aclarar que no se refiere a esa bestia mitológica del bebedor de "media copa de vino con las comidas". Este discurso pseudo-moralista de la adicción a sustancias químicas es análogo al discurso pseudo-moralista que rodeaba a la perversión sexual unos 20 años atrás, con lemas hipócritas como: "Practicar el sado-masoquismo de modo Sano, Seguro y Consensuado".

Como el metaverso o "paraíso artificial digital" es la forma más nueva de rechazar el mundo real y reemplazarlo por una ilusión, comprensiblemente es el que viene más atrás en su discurso legitimador. Todavía está en la etapa de: "Es algo inútil, pero es divertido y no hace daño a nadie"; que tanto la perversión como las adicciones a sustancias químicas ya han superado.

Eventualmente, los niños recibirán en las escuelas clases en donde les enseñen como inyectarse heroína y habrá una intensa campaña de propaganda en contra de las personas que no consuman narcóticos (por ejemplo: serán los villanos de todas las películas de cine. O se filmarán remakes de "Popeye el marino", en donde este no coma espinaca, sino cannabis, para obtener sus superpoderes). El "metaverso" eventualmente llegará también a esa etapa; pero deberá pasar en el medio por la fase del moralismo hipócrita: con su "consumo responsable" y su uso "sano, seguro y consensuado". 

Inteligencias artificiales, mundos virtuales, subrogados y replicantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora