Advertencias del capítulo: Contiene escenas de violencia y muerte de personajes. Leer bajo su propio riesgo.
.
.
.
.
Martes, 08 de julio de 1980.
Un grupo de cinco excursionistas experimentados había partido a media mañana rumbo al Huascarán, dispuestos a escalar la montaña más alta de la denominada Cordillera blanca, en preparación para el campeonato de Andinismo sudamericano.
Entre el grupo de excursionistas peruanos, habían dos chicos jóvenes de entre veinte y veintidós años: Julio César Uribe y Guillermo La Rosa, uno de veintiséis: Juan Carlos Oblitas, y, los otros dos tenían la misma edad: Hugo Sotil y Teófilo Cubillas, de treinta y un años. El más importante era este último, quien se encontraba al mando de la pequeña comitiva.
El apodado "Nene Cubillas" a pesar de no ser tan mayor como sus pares a nivel internacional, se encontraba en el mejor momento de su carrera como excursionista y escalador de montañas, habiendo completado con éxito numerosas campañas, la mayoría de ellas con mayor éxito que otros excursionistas de igual nivel competitivo. Aunque no contaran con el mejor equipamiento que la disciplina exigía, en esos momentos no importaba mucho, ese primer día solamente irían a ver las condiciones en que se encontraba la montaña, y como estaba el clima.
Los más jóvenes estaban excitados con la idea de escalar una de las montañas más altas del país, pero Cubillas les había recordado que no debían emocionarse mucho, primero debían verificar que las condiciones climáticas no sean perjudiciales para cumplir con su propósito. Además, les dijo que para poder escalar, siempre debían mantenerse tranquilos y concentrados. Respeten a la montaña, les indicó. No hacerlo puede significar ganar o perder.
Desde que habían llegado a los fríos parajes del Huascarán, el experimentado excursionista había tenido un mal presentimiento, una sensación extraña en el estómago, casi como si sus instintos le dijeran que algo andaba mal.
Al ser una persona creyente en varias leyendas, su buen amigo y compadre, el Cholo Sotil, le había dicho que probablemente estaba sintiendo la poderosa furia del dios Inti. Después de esa, nada tranquilizadora, frase; le contó la leyenda de Huascarán y Huandoy, aunque era más bien una historia trágica, de un amor imposible; su amigo le había dicho que muchos lugareños afirmaban haber sido testigos del gran poder del dios del Sol.
Y aunque Cubillas no era muy creyente en esas cosas, sí sentía que algo andaba mal con el lugar. No sabía qué era, ni siquiera pensaba que pudiera ser "la furia del dios Inti", porque lo que él sentía, era algo oscuro. Aterrador. Había algo malo entre esas montañas, algo terrible que parecía estar acechándolos.
Simplemente aguardando el momento exacto para llevárselos lejos.
Las horas iban transcurriendo lentamente mientras los cinco hombres avanzaban entre rocas y nieve. Casi era la una de la tarde, cuando por fin llegaron al valle estrecho y profundo que separaba las montañas. El lago Llanganuco, de aguas azules y hermoso en tiempos de primavera o verano, estaba semi congelado en esos momentos que el invierno arreciaba con fuerza.
El inclemente viento soplaba con furia, haciéndolos castañear los dientes y envolverse las chalinas con más fuerza alrededor de sus cuellos para combatir el aire helado que golpeaba sus mejillas.
Los dos menores pidieron permiso para poder ir y buscar un lugar en donde pudieran hacer sus necesidades, y aunque en un principio Cubillas había querido negarles el permiso, no tenía más opción que dejarlos alejarse un par de metros de su supervisión. Después de todo no sería muy bonito que sufrieran ese tipo de "accidente" delante de todos ellos.
ESTÁS LEYENDO
🌑Shadows in the dark🌑
FantasyUn ente antiguo decidido a cobrar venganza. Un dios dispuesto a impedirlo. Un grupo de amigos comprometidos a cuidarse mutuamente. Muertes que no son hechos aislados. Las sombras son impredecibles, y si no tienes cuidado te arrastrarán a la oscurida...