08 | Reencuentro

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Dos años después.

El establecimiento Hwangju había sido, sin duda, el lugar más famoso para disfrutar del baile y la música en el norte. Desafortunadamente, había sido reducido a cenizas por un incendio hace casi dos años.

Nadie supo qué pasó. Una noche, simplemente el lugar comenzó a arder en llamas. Las prostitutas y acompañantes que trabajaban ahí se habían quedado sin hogar y sin trabajo. Muchas de ellas habían vuelto a sus ciudades natales, y otras simplemente buscaron establecimientos donde trabajar de nuevo.

Otros lugares de placer se aprovecharon de la oportunidad para subir a la cima de la popularidad, pero ninguno alcanzaba la mitad de la popularidad que había tenido el establecimiento Hwangju en su momento.

No fue hasta dos meses atrás que un edificio rojo llamado Establecimiento Jianlee apareció y era igual de alegre y avivado que en el pasado. Desde el día hasta la noche, el Establecimiento Jianlee nunca cerraba y estaba lleno de mujeres hermosas y vinos deliciosos. Todas las noches, el sonido alegre llegaba hasta la calle. Las personas que caminaban por ahí se sentían avergonzadas de ese lugar y escondían el rostro caminando rápidamente, pero las personas adentro estaban llenas de alegría todo el tiempo.

Se decía que las cantantes de ese establecimiento tenían voces hermosas para los oídos de los espectadores. Las cinturas de las bailarinas eran las más finas y también había los hombres más delicados y hermosos que podías conocer. Incluso los hombres que disfrutaban de la compañía de otros hombres regresaban alegremente cada noche.

Después de que el Establecimiento Jianlee se estableciera, les quitó más de la mitad de los clientes a los demás establecimientos de la ciudad del norte.

Algunos de los visitantes decían que la persona que más valía la pena ver era el dueño del establecimiento, que tenía todos los encantos del mundo. Sus cejas eran finas y sus ojos cautivadores, capaces de capturar el alma de cualquier hombre.

Se rumoraba que ese dueño era parte de las prostitutas del antiguo Establecimiento Hwangju, pero pocos visitantes lo podían ver y las personas que hablaban con él solo podían limpiarse la saliva de la barbilla y fantasear. La reputación del dueño incluso atrajo al General Jeon Jungkook, que estaba a cargo de cuidar todo el territorio del norte.

Después de que el ejército del imperio derrotara a los enemigos, el General Jeon regresó a la ciudad del norte y se encontró con el Establecimiento Jianlee.

Cuando entró, las prostitutas se asustaron pensando que los soldados iban a cerrar el establecimiento, pero el General Jeon indicó que estaba ahí para ver al dueño.

Se hizo de noche, pero el dueño nunca se presentó. El general había esperado el día entero. Los invitados iban y venían, comentándole que el dueño nunca recibía clientes, pero él no los escuchó.

La encargada del establecimiento se le acercó para invitarlo a beber una copa con la chica que deseara, pero él ni siquiera le respondió. Temprano en la mañana del día siguiente, la clientela de la noche cambió drásticamente y el General Jeon se retiró.

Los oficiales de la ciudad sabían que el General Jeon era muy talentoso y capaz de obsesionarse más que cualquier persona.

Tres horas después, el General Jeon regresó al Establecimiento Jianlee. Esta vez solo dijo unas palabras, pero el dueño no se presentó, y así se repitió la rutina todos los días. Todas las demás personas pensaron que su actitud se debía a un estado de ánimo pasajero, nadie pensó que esa situación se extendería por un mes, él esperando cada día.

En ese día, el General Jeon entró al recibidor como era su costumbre y se sentó en la mitad del lugar. Los clientes frecuentes ya se habían familiarizado con su presencia y ya nadie se atrevía a intentar hablar con él. Las mujeres hablaban entre ellas en privado, diciendo que si existía un hombre tan persistente como él, ellas estarían dispuestas a venderle su propia vida, pero el corazón del dueño del establecimiento no se conmovía.

—¡General Jeon!

Un delicado y bonito muchacho se le acercó caminando mientras contoneaba las caderas. Se veía muy bien y sus movimientos eran similares a los de Taehyung, pero su encanto era completamente diferente. Era encantador pero un poco exagerado. Jungkook solo lo miró por un instante y desvió la mirada.

—General Jeon, ni siquiera me ha mirado, eso me pone muy triste... —El muchacho se tapó la cara fingiendo tristeza y volvió a agitar la mano—. ¿Es porque no me parezco al dueño de este lugar? No esperaba que usted fuera tan dedicado.

El joven se acercó y tocó el hombro de Jungkook, dio un pequeño paso para acercarse a él y toda la fragancia de su cuerpo lo envolvió. Jungkook movió su cuerpo y no dejó que lo tocara.

El joven estaba decepcionado y dijo:— General, ¿no se aburre de estar sentado solo? Es mejor estar acompañado.

El muchacho lo volvió a molestar, pero Jungkook lo agarró del brazo discretamente y lo empujó, haciendo que casi cayera al suelo.

—Qué aburrido, General. Es usted realmente intratable, con razón el dueño lo ha dejado esperando todos estos días —El joven habló enojado—. Olvídelo, el dueño me ha pedido que lo lleve a verlo.

—¿Realmente está dispuesto a verme? —respondió sorprendido.

—¿Me sirve de algo engañarlo? Sígame, ¿de acuerdo?

El joven lo guió a través de un pasillo intrincado hasta el patio posterior del establecimiento. Ahí no se podían percibir los molestos sonidos y olores del interior del establecimiento. Jungkook sintió cómo todos sus sentidos se relajaban.

El muchacho tocó en la puerta y gritó:— Amo, ya he traído al General. No pude engatusarlo y además él fue bastante indiferente.

No hubo respuesta y el joven se retiró justo después de terminar de hablar. Jungkook se quedó solo enfrente de la puerta, dudó por un momento y la empujó.

Una figura delgada estaba sentada en el tocador, amarrando con habilidad su cabello y luego, lentamente, maquillándose enfrente del espejo de bronce. Las cejas fueron pintadas por un par de dedos delgados y delicados, mejor que cualquier pintura hecha por un artista.

Jungkook no necesitaba ver su rostro, sabía quién era. Dio un paso hacia adelante y caminó hacia él. Al escuchar los pasos, Taehyung volteó la cabeza y miró hacia atrás. Su rostro era como una flor de hibisco y sus cejas unas delicadas ramas.

—¿Me estaba buscando, General Jeon? —Su tono de voz era perezoso y casual, con un encanto delicado.

Jungkook no sabía qué decir.

Loto Rojo | Kooktae (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora