15 | Boda

1.2K 143 6
                                    

El loto rojo se iba temprano en las mañanas y regresaba muy tarde en las noches. Y después de casi medio mes, Jungkook no había vuelto al Establecimiento Jianlee, y aunque Taehyung trataba de aparentar indiferencia, los cambios en su humor eran evidentes para todos. Algunos días, cuando se sentía alegre, su rostro resplandecía con la calidez de la primavera, pero otros días, el vacío lo consumía, y maldecía a todos a su alrededor, como si quisiera descargar su sufrimiento en el mundo.

Nadie se atrevía a decirle nada, pero todos en el establecimiento se daban cuenta de su autodestrucción silenciosa. Cuando se bañaba, frotaba su piel hasta casi arrancarla, como si intentara borrar alguna mancha invisible, castigándose por un pecado que solo él conocía. Bebía té hirviendo, dejando que el líquido le quemara la boca hasta llenársela de ampollas, como si ese dolor físico pudiera apagar el fuego que ardía en su corazón.

Ese día, el cielo estaba cubierto por un manto blanco que presagiaba un mal augurio. Taehyung salió por la puerta trasera como de costumbre, pero al mirar al otro lado de la calle, vio a alguien que lo dejó helado. Su corazón dio un vuelco cuando, al enfocar la vista, reconoció la figura inconfundible de Jungkook. Abrió los ojos de par en par, cubrió su rostro en un intento de ocultar su sorpresa y caminó de regreso, queriendo desaparecer. Justo cuando estaba por cerrar la puerta detrás de él, un pie firme la bloqueó.

—¿Tienes algún asunto conmigo, general Jeon? —preguntó Taehyung, su voz temblorosa, luchando por mantener la compostura mientras su corazón martilleaba en su pecho.

Jungkook no se dejó intimidar. Con una voz imponente, que no dejaba lugar a dudas, declaró:

—Me voy a casar contigo.

Taehyung se quedó paralizado, sus ojos se abrieron aún más por la sorpresa. Levantó la mirada y vio a Jungkook vestido de manera que nunca había imaginado. Llevaba una bata ceremonial roja, una corona sobre su cabeza, botas blancas como las nubes, y una gran flor roja colgando de su pecho. Todo en su apariencia hablaba de un hombre dispuesto a todo, incluso a desafiar las normas por lo que creía.

—¡Pfff! —Taehyung no pudo evitar soltar una carcajada, abrazándose el estómago mientras se inclinaba hacia adelante y hacia atrás, su risa llena de incredulidad y burla.

Era común escuchar que la gente lucía ridícula en tales eventos, pero ver a Jungkook, un hombre siempre tan serio, vestido de rojo, lo hacía ver casi festivo, como si el color alegre intentara suavizar su habitual severidad. Y, por un instante, el rojo conmovió a Taehyung, haciéndole sentir una chispa de felicidad que no había esperado.

—¿Por qué te ríes? —preguntó Jungkook con seriedad, sus ojos fijos en Taehyung, intentando descifrar sus pensamientos.

Taehyung lo observó con más detalle. Jungkook estaba claramente arreglado con esmero: sus cejas recortadas, su cabello ligeramente más corto. Pero nada podía esconder las profundas ojeras bajo sus ojos ni el cansancio que pesaba en su rostro.

—¿Vas a participar en una obra de teatro? ¿Dónde será? Digo, para ir a reír un rato más—respondió Taehyung, con sarcasmo, intentando restar importancia a la situación.

Sin decir una palabra, Jungkook lo tomó de la mano y comenzó a caminar, su agarre firme y decidido.

—¡Detente! ¿Qué estás haciendo? ¿Te gusta secuestrar a la gente? ¡Suéltame! ¡Voy a gritar! —protestó Taehyung, tratando de zafarse, pero Jungkook lo ignoró, subiéndolo con fuerza a su caballo.

—¿No dijiste que la única manera de llevarte a casa era casándome contigo? Pues me voy a casar contigo ahora —declaró Jungkook con una determinación que hizo temblar a Taehyung.

—¿Cuándo dije eso? De verdad te gusta inventar cosas —replicó Taehyung, su voz cargada de frustración y temor.

—Lo que importa es que pronto seré tu esposo —insistió Jungkook, abrazándolo por la cintura, sosteniéndolo con firmeza.

Taehyung, por primera vez, se quedó sin palabras. Siempre había tenido una respuesta para todo, pero la testarudez de Jungkook lo dejó sin aliento.

—¡Te estás haciendo ilusiones! ¡No he aceptado casarme contigo! —protestó Taehyung, aunque su voz carecía de la convicción que intentaba mostrar.

—Estoy muy emocionado, Taehyung —susurró Jungkook, su voz suave pero llena de pasión—. ¿No sientes nada por mí? ¿Ni un poco?

—¡No! —negó Taehyung, su corazón latiendo con fuerza, como si intentara convencer a ambos de sus palabras.

—Entonces, ¿por qué me seguiste desde la ciudad del norte hasta la capital? Me molestabas todo el tiempo e incluso me seduciste para acostarte conmigo —acusó Jungkook, sin apartar la mirada de él.

—Eso solo fue porque era fácil obtener dinero contigo —mintió Taehyung, su voz temblando mientras evitaba la mirada de Jungkook—. Tuve que darte esa medicina para que cayeras en mi trampa.

—Entonces, drogame así el resto de tu vida —respondió Jungkook con un tono suave, pero inquebrantable—. Al menos estaré a tu lado...

Taehyung lo miró, desconcertado, sin saber cómo responder.

—Eres un general en bancarrota. Todo tu dinero lo tengo yo, ¡Claro que tengo que encontrar a alguien mejor! Alguien con más dinero —dijo Taehyung, intentando sonar frío, aunque sabía que sus palabras carecían de verdad.

—Eres un mentiroso, Taehyung —replicó Jungkook, sacudiendo la cabeza—. ¿De qué benefactores hablas? No existe ningún Jung ni nadie más. Vas todos los días a las afueras de la ciudad solo para esconderte de mí.

Jungkook lo abrazó por la cintura, firmemente, mientras agarraba las riendas del caballo, dirigiéndose hacia la Residencia del General. Taehyung, atrapado en sus propias mentiras, no pudo decir una palabra.

Jungkook no era tan estúpido como pensaba.

—Te conozco, Taehyung, por eso no puedes mentirme —susurró Jungkook, mientras cabalgaban bajo la luz creciente del amanecer.

Taehyung sabía que escapar en ese momento era imposible, así que se sentó erguido, tratando de calmarse y escondiendo su rostro. Estaba cansado de mentir, de luchar, y aunque aún buscaba una oportunidad para huir, se dejó llevar por el caballo que avanzaba lentamente hacia la residencia.

Conforme se acercaban a la Residencia del General, la ciudad comenzaba a despertar, y la vergüenza que Taehyung nunca había sentido antes lo invadió de golpe. Los transeúntes los señalaban y murmuraban, y aunque su corazón latía con fuerza, intentó ignorar las miradas curiosas y las sonrisas maliciosas.

Muchos oficiales y caballeros reconocieron a Jungkook y, al verlo vestido para una boda, comenzaron a felicitarlo, preguntándole por el banquete. Jungkook respondía con una sonrisa, pero no daba más detalles, mientras Taehyung, sentado en el caballo, sentía que el sol quemaba su piel, mareándolo.

Cuando finalmente llegaron a la Residencia del General, Taehyung vio las lámparas rojas y las guirnaldas que adornaban el lugar, y su estómago se revolvió. El rojo, que siempre había amado, ahora le resultaba aturdidor, casi doloroso, como si todo exudara sangre. Los sirvientes estaban en la entrada, golpeando gongs y tambores, anunciando la llegada del "novio".

—No... no voy a ir, déjame bajar —murmuró Taehyung, su voz baja y temblorosa, llena de pánico.

Cuando Jungkook lo ayudó a desmontar, notó que las manos de Taehyung estaban heladas, su rostro pálido como un cadáver. Sus pupilas estaban contraídas, y miraba a la multitud con una mezcla de miedo y desesperación.

Claramente, estaba aterrorizado.

—Taehyung... —susurró Jungkook suavemente, tratando de calmarlo, pero Taehyung se estremeció ante su toque.

—No quiero estar aquí, déjame ir, por favor... —suplicó Taehyung, sus lágrimas comenzando a caer, llenas de angustia. Preferiría que la tierra lo tragara antes que enfrentar ese momento.

[...]

Loto Rojo | Kooktae (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora