8. Dalia malva

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❝ — ¡Mamá, abre la puerta, déjalo salir!

Manjiro comenzó a llorar más fuerte al escuchar los ruegos desesperados de Shinichiro, no quería que su hermano peleara con su mamá y que ella también terminara odiándolo. Escuchaba gritos, golpes y cosas romperse. Estaba encerrado dentro del armario de su habitación, su mamá se había molestado con él después de que lo encontrara jugando con pedazos de papel en el suelo.

Le pidió disculpas muchas veces mientras lloraba y le suplicaba que dejara de golpearlo, pero ella no estaba escuchando. Entonces, Shinichiro regresó de la escuela, su mamá lo encerró en el armario justo cuando él trató de acercársele para protegerlo. Era algo de todos los días, pero no significaba que no le dolía.

— ¡No le abras la puerta, Shinichiro! — gritó su mamá — ¡Ese pequeño bastardo tiene que aprender a ser responsable! ¡Trabajo todo el día y él no hace más que holgazanear!

— ¡TIENE SEIS AÑOS! — Shinichiro estaba llorando, desesperado — ¡Es un niño, joder!

La respiración le fallaba, su cuerpo temblaba del miedo, todo a su alrededor estaba oscuro. Golpeó varias veces la puerta, rogando por que le abrieran, pero nada sucedió. Lloró hasta sentir que iba a desmayarse, tenía la piel envuelta en sudor y la garganta seca.

Pasaron tres horas, tres horas de sufrimiento encerrado en un armario completamente a oscuras, sin embargo, Shinichiro abrió la puerta con el rostro bañado en lágrimas.

— Manjiro, lo siento, tardé demasiado — sollozó al verlo en tal estado —. Mamá salió, no sé si va a volver.

— Nii-san... no me gusta la oscuridad. — susurró antes de desmayarse en los brazos de su hermano. ❞




Dalia malva (藤色のダリア): Agradecimiento.



Despertó después de ser sacudido varias veces, abrió los ojos con confusión al verse frente a su casa, dentro del auto de Haruchiyo. Comenzó a respirar de manera irregular cuando notó la falta de luces en la zona, todo estaba en completa penumbra, e inevitablemente, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Sintió la mano de Haruchiyo envolver la suya con fuerza, pero no podía detener su llanto, quería decir algo pero las palabras no pasaban a través de su garganta.

— Estoy aquí, Manjiro.

Haruchiyo lo ayudó a bajar del auto y no soltó su mano en ningún momento, le entregó al Príncipe Viktor y sacó su mochila del auto, llevándola él con su mano libre. La puerta de la casa se abrió de inmediato, Izana no perdió tiempo en abrazarlo con fuerza, aparentemente había estado esperando su llegada.

— ¡Estaba tan preocupado, idiota! — le dijo nervioso — ¡No vuelvas a apagar tu celular, no podía contactarte!

Emma apareció con una vela en sus manos, sonriendo.

— Mikey, no está oscuro dentro, puedes entrar. — dijo dulcemente.

— No... no, no quiero entrar.

— Mikey, te prometo que hay luz dentro, puedes entrar. — susurró.

Manjiro dudó un momento, pero abrazó a su oso contra su pecho y tomó la mano que Emma le ofreció para entrar a la casa.

Izana se cruzó de brazos con preocupación.

— Puedes irte a casa, Haruchiyo, nosotros vamos a encargarnos de Mikey.

— Me quedo — dijo seguro —. No pienso dejarlo solo cuando hace una hora estaba llorando en mi regazo, además, no es como que alguien esté esperándome en casa.

El lenguaje de las flores. [manjiro & haruchiyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora