10. Girasol

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Girasol (ひまわり): Adoración.

— ¡Haru! — dijo entusiasmado en cuanto estuvo dentro del auto.

— Hola, mi amor. Luces precioso.

— Gracias. — sonrió.

Desafortunadamente, Wakasa no pudo conseguirle un asiento dentro de la conferencia respecto a Hanahaki a tiempo, así que decidió aprovechar su primer día de vacaciones junto a Haruchiyo, quien lo había invitado a acompañarlo para hacer un par de cosas.

Se había esforzado en su atuendo, se vistió con una camisa de mangas largas verde pastel con girasoles por todas partes, unos pantalones blancos, sandalias y un bolso de mano amarillo. Siempre le había gustado vestirse con tonos alegres, evitaba los oscuros a menos de que no tuviera tiempo para combinar ropa. Generalmente, las personas no solían apreciar su estilo "femenino", agradecía que sus amigos lo aceptaran, asumió que le gustaba vestirse así debido a la influencia de Wakasa y posteriormente la de Emma.

Haruchiyo, por el contrario, usaba tonos neutros y oscuros, se atrevería a decir que por esa época casi nunca lo veía usar algo extravagante, él solía —y sigue haciéndolo— vestirse de forma elegante pero atractiva.

— Gracias por acompañarme, bebé, me habría aburrido sin ti, sin mencionar que te extrañaría demasiado.

— Yo también te extrañaría — sonrió — ¿Dónde vamos?

— ¿Desayunaste?

— Sí, cereal, no tenía mucha hambre.

— Está bien, pero si tienes hambre más tarde, me dices y paramos a buscar algo de comer.

Manjiro asintió feliz y Haruchiyo comenzó a conducir. No tenía idea de lo que harían, pero estaba emocionado de poder acompañar al rubio durante todo el día sin preocuparse por proyectos o exámenes.

— Haru.

— Dime.

— ¿Cuánto hace que fumas? — preguntó al observar restos de ceniza en sus jeans.

El tema del cigarro era difícil para Manjiro, detestaba ese vicio y más aún en Haruchiyo, sabiendo perfectamente que su hermano estaba en una condición terrible debido a ello, pero a él no parecía importarle en lo absoluto. No podía negar que se lo había imaginado fumando, tampoco que lucía increíblemente atractivo haciéndolo, pero eso no significaba que estaba de acuerdo.

— Desde hace tres años, me ayudó a calmar la ansiedad después de aterrizar en Tokio — le contó — ¿Te molesta? ¿Quieres que lo deje?

— No, no es eso... sólo ten cuidado.

— Lo tendré.

Le habría gustado responder que efectivamente quería que lo dejara de inmediato, pero no se sentía correcto exigirle algo así.

La flor de ese día fue el girasol. Haruchiyo quedó encantado con el pequeño girasol de papel en su mano, y rápidamente lo guardó para evitar que se dañara.

Pararon en una de esas zonas extremadamente lujosas rodeada de tiendas de diseñador. Haruchiyo se apresuró a bajar del auto tan pronto estacionó y le abrió la puerta, ofreciéndole su mano para que baje. Manjiro le sonrió y tomó su mano, besando su mejilla después de haber cerrado la puerta.

No entendía muy bien por qué estaba ahí, pero si podía escoger la ropa que Haruchiyo usaría, sería un sueño hecho realidad. Tan pronto como entraron a una de las tiendas, los empleados los recibieron con enormes sonrisas, haciendo una prolongada reverencia en su dirección. Una de las dependientas miraba de más a Haruchiyo, no podía apartar la vista específicamente de su pecho. Ahí fue cuando Manjiro notó la camiseta blanca que marcaba todo su torso, a pesar de estar cubierto por parte de la chaqueta de cuero negro, aún se podían notar partes de sus abdominales.

El lenguaje de las flores. [manjiro & haruchiyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora