9. Fresia

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Fresia (フリージア): Acogida,
protección, tranquilidad.

Haruchiyo mordió su pulgar con fuerza, mirando el mensaje en su celular. Su padre le había pedido verlo de inmediato en el desayuno, por eso estaba en su habitación con el estómago revuelto. El mensaje había sido enviado a las 4 de la madrugada, ni siquiera estaba dormido porque estaba cuidando de Manjiro, así que pudo verlo de inmediato.

Era inusual que su padre lo contactara, por eso estaba nervioso. Se fue de casa de los Sano procurando no despertar a Manjiro y condujo en dirección a su residencia. Entró por la puerta trasera de la mansión y aprovechó que no había nadie despierto para poder lavar todos los recipientes en los que Manjiro le había empacado el almuerzo, se los regresaría en cuanto tuviera la oportunidad.

Se miró frente al espejo por quinta vez, estaban por dar las 7:30, lo que quería decir que su padre estaría de regreso de California en menos de 30 minutos, a las 8 en punto estaría sentado a la cabeza de la mesa con el periódico semanal en su mano.

Suspiró y alisó su camisa de seda con sus manos, era de un rojo vino y la usaba por dentro de unos pantalones negros. Amarró su cabello y comenzó a preguntarse por qué su padre quería verlo, quizás se debía a la gala de beneficencia la próxima semana, después de todo, incluso le pidió —a través de Takeomi— que tocara el piano como acto principal. Sin embargo, la coincidencia le dejaba un mal sabor de boca, justo cuando finalmente había vuelto a ver a Manjiro, su padre comenzaba a llamarlo e incluirlo en actividades de las que normalmente era excluido.

Pensó y pensó, tanto que la cabeza comenzó a dolerle. Miró la hora en su teléfono, y cuando vio que faltaban 10 minutos para las 8, tomó una gran bocanada de aire y bajó hasta la primera planta, no sin antes cerrar su habitación bajo llave. Se encontró con Senju en el pasillo, ella también estaba saliendo de su habitación, mas no le dirigió la palabra en ningún momento. Takeomi ya estaba sentado, justo a la derecha de su padre, y como era costumbre, Senju estaba sentada al lado de Takeomi.

Haruchiyo no pensaba ser tan dócil, generalmente prefería sentarse en las sillas más alejadas de ellos, pero esa mañana decidió sentarse en la silla que estaba a la izquierda de su progenitor, ganándose una mirada asesina por parte de su hermana.

— ¿Qué crees que haces? — espetó ella, luciendo molesta — ¿Crees que mereces estar al lado de papá?

— El señor Akashi ha regresado. — anunció el mayordomo.

Takeomi y Senju se levantaron de sus asientos, haciendo una reverencia de noventa grados, mientras que Haruchiyo se quedó sentado, comenzando a servirse café en su taza. Podía sentir las miradas de esos dos, pero su desayuno lucía más interesante. Escuchó la silla arrastrase, así que finalmente miró en dirección a su padre.

— Bienvenido. — dijo educado.

— Gracias. Estoy en casa ahora — respondió para su sorpresa — ¿Qué están haciendo ustedes dos? Siéntense ya y no pierdan el tiempo.

Haruchiyo quiso reírse de lo obedientes que eran.

Comieron en silencio la mayor parte del desayuno, haciendo comentarios ocasionales respecto a la empresa. Haruchiyo estaba agradecido de que no lo estuviera bombardeando de preguntas respecto a su paradero durante el fin de semana, aunque era posible que Takeomi le hubiera dicho que durmió en el apartamento de Rindou.

Tenía que rendir un último examen y posteriormente entregar el reporte acerca de su estadía en el hospital de Kioto y su ensayo respecto al incremento de enfermedades por consumo de tabaco. No pudo evitar pensar que ese desayuno había sido una pérdida de tiempo, pero aún así no comentó nada.

El lenguaje de las flores. [manjiro & haruchiyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora