14. De regreso a casa!

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Estábamos caminando tranquilamente por el pasillo mientras escuchaba nos el timbre sonar

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Estábamos caminando tranquilamente por el pasillo mientras escuchaba nos el timbre sonar.

—Creo que nos cogió un poco tarde. —digo mirándola con los ojos bien grandes.

—Tranquila ya casi llegamos.—menciono el pelo castaño.

Entramos al aula junto con el profesor Michael, estos dos se dieron una mirada algo extraña y luego mi novio asintió, como si se entendieran solo con mirarse. Yo no dije nada y camine hasta nuestra mesa.

Unos minutos después el profesor Michael comenzó a repartir los exámenes y a dar una explicación del mismo. Al terminar de hablar comencé a responder las preguntas. Todo justo como lo había estudiado, está fácil para quien estudió. Miro a mi costado y veo a Matt recostado hacia atrás mirando fijamente a Michael. Lo toco por un pies llamando su atención hacia a mí.

—¿No piensas hacer nada?—dije por lo bajo.

—No.

—¿No? Matt este es el último examen de este semestre, luego de hoy iremos a casa. Creo que deberías ponerle algo de empeño o vas a reprobar.—susurro preocupada.

—No te preocupes por mí princesa, todo estará bien. No olvides que te amo.—diciendo esto se levanta y se va.

No entiendo por qué se está comportando así, él no es así o al menos no lo era antes. O quizás no tengo ni la más mínima idea de cómo es. Tal vez no lo conozco y solo de lo que él quiere que sepa. Estoy cansada de todo esto, no parecemos una relación. Hablaré claro con él al salir del examen.

Terminó mi prueba a duras penas, ya que mi cabeza estaba llena de cosas que no me dejaban concentrarme.

Caminé apresurada hasta donde estaba Michael me quedé varios minutos mirándolo fijo como tratando de descifrar en el lo que Matt no me cuenta, pero es en vano. Salgo rápidamente de ahí directo a su habitación, pero no está. Veo su ropa regada en la cama y la mayoría ya no está. No puedo creer que se fuera a Detroit sin mi.

Me siento en su cama algo mareada y saco mi teléfono.

/- ¿Dónde estás? ...
Me deja en entregado y no responde.
/- ¿Estas bien? Necesito verte...
Le vuelvo a escribir pero es en vano no me contesta.

Ya sin saber que hacer voy a mi habitación a terminar de empacar ya que mañana temprano sale mi vuelo para ir a casa.

(…)

No pude pegar ojo anoche, estoy horrible.

Me miro en el espejo y las ojeras son kilométricas. No puedo seguir así esto me va a costar mi salud. No pude dormir pensando un ¿Por qué? Y por más que pienso no encuentro respuesta y sentido a nada. Llevaba extraño hace unos días pero nunca imaginé que se iría sin despedirse de mi o mínimo dejar un mensaje.

Reviso mi celular y vuelvo a ver su chat con mis 250 mensajes en entregado ni siquiera es capaz de entrar y ver mis mensajes.

Entro al baño a ducharme y a prepararme para mi vuelo. Cuando estoy a pleno baño suena mi teléfono salgo chorreando agua por todo el piso hasta llegar a la mesita de la cama con la esperanza que fuera él.

Falsa alarma era mi madre.

—Hola mamá.—respondo algo triste.

—Hola cariño ya estás lista.—habla entusiasmada.

—No, aún no pero ya casi.—digo caminando de vuelta al baño.

—Darte prisa no quiero que pierdas el avión, te esperamos con ansias. —se siente lo contenta que está.

—Si yo también quiero verlos, te dejo para no demorar más. Chao, los amo.

Colgué.

No podía seguir hablando con ella ya que me rompería y terminaría contándole mis problemas. Y preferiría contarle todo en persona ya que tengo una conversación pendiente con ella.

Terminé de ducharme y me vestí casual, cómoda pero bien diva. Me coloque el rímel y algo de brillo para los labios, claro antes me coloqué base para tratar de disimular mis ojeras.

Cogí mis maletas y salí de mi habitación, por pura casualidad me encontré con risitas que casi nunca está en el departamento.

—¿Te vas?—me pregunta.

—Si, voy a pasar las vacaciones a casa. ¿Tú no?

— Si, lo que salgo un poco más tarde.—comenta.—Que tengas un lindo viaje.

—Igual tu.—nos despedimos con un abrazo y seguí mi camino.

Al llegar al aeropuerto todo fue rápido. Y el viaje fue una pesadilla ya que no tenía a mi lado a un Matt fastidioso que no me dejara quedarme dormida. Así que fui molesta todo el camino, ya que mi compañero de asiento es peor que Matt y al parecer no trajo audífono porque tenía su música de mierda a todo volumen con si móvil pegado a la oreja.

—¿No tienes audífono?—pregunte al borde de explotar.

—Se me han quedado. ¿Te molesta la música?—dice el muy estúpido.

<<No qué va si me encanta la banda asquerosa que escuchas.>>pensé irónicamente.

—Toma aquí tienes los míos, quedatelos.—hable buscando mis audífono en mi bolsa.

A partir de ahí todo fue mejor. Pero no era lo mismo, nada era lo mismo sin él.

No creía que el viaje sería tan largo pero gracias a Dios ya acaba de aterrizar el maldito avión, tengo unas ganas de bajarme que no pueden entender.

Al salir pude ver dos caritas sonrientes a lo lejos. Ahí estaban. Mamá y papá.



La Gran Decisión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora