24. Un paso más.

16 7 0
                                    

Matt

El padre se nos queda mirando embobado desde la entrada. Nuestro amor están puro que hace que todo se nos queden mirando mientras avanzamos en la calle. Ella tira el ramo de flores por la ventanilla.

—¿Lo has lanzado?—pregunto risueño.

—Eso hise. Al menos si no pude hacer en la boda que se lo encuentre alguien en la calle.—manifestó la hermosa princesa que tengo a mi lado.

Nuestras manos fueron entrelazadas todo el camino. Aunque a veces me daba algo de miedo conducir con una mano, creo que voy a ser un madre sobreprotector. Me preocupo demasiado.

Al llegar a casa de mi amigo está todo como lo había ordenado. Los equipos necesarios para sus exámenes que me costaron un pastón.

—Estoy tan feliz.—dijo la chica que aún trae su traje de boda puesto.

—Tu me haces feliz.—le respondo su comentario abrazándola.—¿Estas lista para saber el sexo?—le pregunto emocionado.

—Y si no se deja ver.—dice haciendo un puchero.

—Por supuesto que lo hará. Ya verás.

La sonrisa se borra de mi rostro al ver mi celular sonar.

Llamada entrante de:
Leonardo.

Estaba llamando, ya debe estar de los nervios al ver que nos demoramos.

—No contestes.—me implora ella.

—Tengo que hacerlo y así puedo ganar un poco más de tiempo.—le informo.—No te preocupes amor, ya estamos a salvo de ese animal. Ve a la cocina y come algo debes tener hambre.

Ella no muy convencida me ovedese, o
Creo que es mejor decir que realmente si tenía hambre. Tiene un apetito como fiera.

—¿Si?—contesto al fin.

—¿¡Dónde diablos están!?—pregunta a gritos, se nota que está furioso.

—Hubo un problema con el vestido y tuvieron que tomar nuevas medidas. —miento.

—Espero no me estés engañando hijo de la gran puta porque te juro que se me olvidará quién eres y te mato. —manifestó.—¡Te mato!

Repitió antes de colgar el teléfono.

Debemos darnos prisa estoy totalmente seguro que sospecha algo y si envío a alguien a buscarnos debe estar a punto de ser informados que no estamos en donde el vestido y entonces no habrá vuelta a tras y no parará hasta encontrarnos.

Camino hacia la cocina buscando a esa preciosura.

—Estas tragando como cerda.—bromeo al verla comer sin parar.

—Este maldito bicho que tengo adentro no para de pedir comida.—dice entre risas.—Voy a parecer una ballena si sigo comiendo.

—Eres hermosa y si engordas te verás aún más hermosa porque llevas lo más preciado de nuestras vida ahí adentro.

—Sabes que darán un gran padre y esposo.—me dice limpiando los restos de comida de su boca.

—Eso quiero.—digo dejando salir un suspiro, el miedo a no lograrlo me aterra.

—Estoy segura de que si.—me dice subiéndose encima y abrazándome.

—Necesitamos salir rápido de aquí. Leonardo sospecha algo.—digo para que esté preparada.

—Tengo miedo.—habla bajito.

—¿De que tienes miedo?

—De que nos arrebate todo, nuestra felicidad, a nuestro hijo, nuestra libertad. Tengo miedo de perderte.—termina por decir con los ojos aguados.

—No tengas más miedo cariño, yo estoy aquí para protegerlos. Siempre estaré contigo y para ti. Es una promesa.

—¿Nunca te irás de mi lado?—pregunta como niña pequeña haciendo puchero.

—Nunca me iré de tu lado.—digo firme, dejando un beso tierno en su frente.

—¿Lo prometes?—insiste.

—Lo prometo.

—¿Interrumpo algo?—comenta Charly entrando a la cocina.

—No hermano. ¿Cómo has estado?—le digo a mi amigo

—Yo bien pero aquí el tema eres tú.—dice sonriendo.—Este es Fred el doctor.

—Un gusto. Ella es mi mujer, Lesly.—los presento.

—Así que se casaron por fin.—habla el rubio que siempre me ha apoyado en cada una de mis locuras.—Muchas felicidades.

—Gracias. —responde Lesly.

—Bien, no perdamos más tiempo.—comenta el doctor.

Después de un rato de el doctor estar analizando se levanta de la silla.

—Es varón.—dice muy risueño.—Y ambos se encuentran en perfectas condiciones.

La felicidad y la tranquilidad de saber que estaban bien me invade. Puedo notar que una lágrima se sale de mi ojo derecho pero la retiro enseguida. No quiero que me vean llorar.

Me acerco a la camilla y ayudo a mi esposa a levantarse mientras la cargo con cuidado y la abrazo.

—Has ganado la apuesta.—dice ella feliz.

—Si es cierto. —digo acordándome del premio para el ganador.—No te voy triste para a ver perdido.

—Te explico, yo sentía dentro de mi que era varón. No se explicarlo como exactamente  pero sabía que era niño. —digo riendo a carcajadas.— Entonces aposté por una niña para perder y que me des esas folladas que me debes como parte de tu premio.

—Eso no es justo. —me defiendo al ver lo traviesa que es.

—Bueno bueno, eso son cosas privadas.—dice Charly riendo.

—Ya lo hablaremos tú y yo después en privado.—le digo en el oído dejando una pequeña podrida en su oreja.

Ella me mira pícara y se muerde el labio inferior.

—Tenemos que irnos.— mencioné mirando la hora.

—Cuidate mucho amigo.—habla Charly abrazándome.

—Gracias por todo.

Nos subimos en el auto con dirección al aeropuerto. Pero como todo tiene que tener un pero, ahí surgió.

La Gran Decisión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora