25. No puede ser

22 8 0
                                    

Lesly

—No puedo irme sin antes ver a mi madre y mi padre.—le digo subiendo en el auto.

—Lesly cariño no estamos en tiempo para hacer berrinches.—me dice arrancando el auto.

—No es un berrinche. Ellos deben verme que estoy bien, contarles que serán abuelos. —insisto.—No puedes negarme eso.

—Todo ha salido bien hasta ahora por favor no tentemos al destino.—sigue en su posición. —Vamos a seguir el plan, ya después veremos la forma de que te comuniques con ellos.

—Hazlo por mi.—le agarró la barbilla y lo pegó un poco a mi.—Te lo pido, será rápido.

—Esta bien, pero que sea rápido por favor.

El conduce lo más rápido posible hasta el barrio donde se encuentra mi casa. Aparcamos una calle antes y vamos caminando cautelosamente por si Leonardo tiene hombres por ahí.

Veo mi casa y la nostalgia me oprime el pecho.

Me apresuro un poco y entro. Pero jamás imaginé lo que estaba pasando.

Mi madre y mi padre estaban atados en el sofá. Y Leonardo sentado tranquilamente mientras se toma una taza de café y a su lado deja ver una pistola.

Yo retrocedo por puro impulso pero ya es demasiado tarde.

<Mierda, mierda, mierda>>

Pienso al ver todo el escenario. Al menos solo está él y no ninguno de sus sicarios. Miro a Matt y está con los ojos rojos y la vista fija al frente.

El tenía razón, era peligroso. El debió imaginar que me metería en la cabeza venir aquí.

—Hasta que aparecen.—dice este dejando de lado la taza de café.

Miro a mi madre y está llorando, mi padre los ojos bien abiertos como quién quiere decir algo.

—Leonardo déjalos ir.—le imploro.

—Tu no estás en condiciones de pedirme nada maldita niña malcriada.—se acerca a mí y Matt me coloca detrás de él rápidamente.

—No te atrevas a tocarla.—espeta está con una postura firme.

—Así que el niño se releva.—rie como un loco maniático.—No eres más que un simple mocoso o olvidas todo lo que hice por tí.

—Nunca te pedí nada y preferiría miles de veces morir que volver a tus garras.—expresa Matt.

—Así que así quieren jugar los dos.—apunta con el arma a mi madre y deja un tirón en su pierna. Ella grita del dolor y no puedo evitar correr hacia ella.

—¡Mamá! —grito entre llantos y logró quitarle el trapo que tiene en la boca.

—Mi niña.—dice está con una mirada triste y devastada..

—¡Lesly!—habla Matt pero ya es demasiado tarde.

Leonardo me agarra por el pelo pegándome a él.

—¡Suéltame!—pronuncié mientras trataba de soltarme de su agarre.

—¡No vas a ningún lado!—exclama poniendo su pistola en mi cabeza.

El miedo recorría cada esquina de mi cuerpo. No sabía que hacer ni cómo salir de esa situación. Lo único que tenía en mente era a mi hijo. No podría arrebatarle la vida. No podría negarle que viniera al mundo. El no me quitaría eso, Matt no lo dejaría el lo prometió. Prometió siempre protegernos.

—¡Leonardo suéltala por el amor de Dios! ¡Esta en estado!—gritó mi esposo al borde de la locura.

—¿Así que todo este tiempo estuvieron fingiendo? Yo sabía que había algo, sabía que esa barriga no era normal pero pensé que era ansiedad y que comías tanto por eso. —se ríe.—Que tonto fui, me engañaron.

Miro a mi madre y no se exactamente lo que está pasando por su cabeza, pero en un momento como éste lo menos que debe sentir es felicidad por ser abuela. Porque ni siquiera tiene la seguridad de que esa criatura nacerá.

No aguanto más con todo esto y rompo en llanto, pero en un llanto de esos que cada parte de tu alma deja salir lo que siente.

—No puedo permitir que sigan con vida después de hacerme pasar por imbécil.—espeta el hombre que ahora la pistola la lleva a mi vientre.

Las lágrimas salen desordenadas de mis ojos corriendo por mi mejilla. Trato de alejarme y le muerdo bien duro en la mano y aflojó su agarre. Pero en un instante me tenía aún más apretada. No ha funcionado.

El aprieta su arma contra mi barriga y es cuando Matt saca un arma.

—¡Sueltala!—deja salir un grito aterrado.

Si yo tengo miedo el también lo tiene. Lo puedo ver en sus ojos.

—Te vas a hacer el valiente ahora. ¿Por qué no la habías sacado antes?—este se toma todo a un juego.

—No lo repitiré más.—insiste mi castaño.

Leonardo despega su arma de mí pero no para rendirse deja salir un tiro en dirección a Matt. El impacto de una bala en la cabeza de Leonardo por fin me deja libre. Ambos cuerpos caen desplomado al suelo. Me limpio un poco las lágrimas para ver lo que ha pasó con claridad y está ahí.

Mi Matt está tirado en el suelo. Le ha dado.

Me acerco y en pocos pasos estoy tirada en el suelo junto a él.

—¡Mi amor por favor no te vallas!—le grito mientras le doy en la cara para que reaccione.—¡Abre los ojos!

Le indico porque los ojos se están entrecerrando.

—Lesly, los amo.—dice apenas en un susurro.

—¡No! ¡Joder no puedes dejarme sola! —le grito mientras presionó fuerte el lugar donde la bala lo golpeó.—¡Fue una promesa mi amor! Debes cumplirla.

Siento un dolor en mi pecho que no tiene comparación, un vacío que no puedo explicar, esa sensación de que estás perdiendo lo mejor de tu vida. No puedo parar de llorar y de gritar que no me deje, que no me abandone. Pero cada segundo que pasa las esperanzas disminuyen. La esperanza de verlo el día que de a luz a nuestro bebé. De que esté ahí para mí y para el niño cuando lo necesitemos. Éramos una familia que ahora está colgando de un hilo.

—¡Amor!— grito dejando caer mi cabeza en su pecho, pero no siento nada. Ni siquiera un movimiento una respiración. Su corazón no lo siento.

—¡Mama!—dejo salir un grito buscando consuelo.—Dime que no se ha ido por favor.

Mi madre me mira desconsolada. Sus ojos están rojos de tanto llorar y mi padre está inreconocible, ambos están en las mismas posiciones que hace unos minutos atados aún y ni de eso me había percatado.

—Lo siento mi niña. —dice esta mientras se le quiebra la voz.

—Nooo. No es posible. —digo girándome de nuevo hacia él. —Mi vida hablame por favor, abre los ojos déjame ver ese brillo que siempre tienes. —le digo mientras le agarro su rostro pero no encuentro respuesta. —Te amo, te amo, te amo._repito mientras le dejo besos por todo su rostro como el me hacía a mi.

Pero era en vano. No iba a recibir un yo te amo más. De su parte, porque ya no estaba, ese era su cuerpo pero ya de él no quedaba nada. No puedo creer que todo esto pasara.

Fue mi culpa, si le hubiera hecho caso nada de esto hubiera pasado. Estaríamos lejos de aquí. Y cuidaría a nuestro bebé juntos. El tendría la oportunidad de demostrar que sería un gran padre y un gran esposo. Podríamos a ver tenido esa vida juntos, que tanto anhelamos.

Pero no.

Nada de eso será posible ya.

El no está, me ha dejado sola. No cumplió su promesa.

La Gran Decisión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora