21. ¿Padres?

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Veo como salen del lugar mientras me quedo quieto

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Veo como salen del lugar mientras me quedo quieto. Leonardo no me ha mirado y no ha hablado más de cinco palabras. Solo dijo:

—Quedate y borra todo rastro.

Luego de que se fueron en dirección a la casa del rancho, me pongo en función de eliminar toda huella o prueba de que Lesly o alguno de nosotros estuvimos aquí.

La casa es inmensa y es imposible de que pueda limpiarla entera así que cogí unos tanques bien grandes de gasolina y la expandí por todo el lugar. Luego me coloqué en la puerta y prendí la casa en llamás. Salí de ahí lo más rápido posible. Mientras el fuego consumía la gran mansión a simples cenizas.

Más tarde a eso fui a donde se encontraba mi amada, estaba preocupada por ella. No se de qué forma reaccionará Leonardo. Y se que cuando llegue me espera una buena. Lo conozco demasiado alta saber que esto no se quedará así.

Nomás entrar veo la tensión en su rostro.

—Te espero.—exclamo con voz firme mientras avanzaba hacia su cuarto de negocios.

Entro justo detrás de él y apenas mirarlo me abofeteó. Tuve que contener y apretar fuertemente mis manos para no devolvérselo.

—¡Te has vuelto loco!—espetó mirándome con rabia.—Es mi hija, mi legado.

—Tofo esto es tu culpa. —le digo por lo bajo.

—¿Cómo has dicho?—me pregunta acercándose bruscamente.

—¡Que si no se te hubiera ocurrido el maravilloso plan de que la enamorara para traerla, nada de esto estaría pasando!—grito.

—¿Y qué es lo que está pasando?—me interroga con sarcasmo.

—Que tal vez si no me hubieras encargado eso. No estaríamos enamorados.—plante sin pensar en las consecuencias que eso traería.

—¡Es increíble!—exclama—. Me estás diciendo que estás enamorado de mi hija. —pone los ojos en blanco.—Te lo prohíbo, deja de amarla.

—¡Eso es imposible!—me defiendo.—¿Acaso nunca te has enamorado?—balbuceo entre dientes.

Parece que no le ha gustado mi pregunta porque su cara cambia radicalmente. Me agarra por el cuello y me mira directo a los ojos.

—Saves que te quiero y que eres como un hijo para mí pero no te atrevas a desafiar al diablo.—se aleja un poco pero aún manteniendo su postura.—¡No te quiero ver cerca de Lesly o te juro que no responderé!

No respondí nada porque sé que sería peor el remedio que la enfermedad. Salí de ahí con la mirada fija al suelo, la mandíbula apretada y los puños cerrados.

Pero tropecé con ella.

—¿Que te ha dicho?—pregunto enfurecida.

—Nada.—conteste alejándome de ella.

—¿Cómo que nada? —insiste avanzando tras de mí.

—No quiero hablar ahora.—le digo conteniendome para no gritar.

—¡Me ha faltado la regla! —grita con los ojos muy inchados.

La miro fijo unos segundos y la jalo del brazo, sin lastimarla pero alejándola de aquel lugar lo más lejos posible.

—¿Cómo has dicho?—le pregunto con la esperanza de que hubiese entendido mal.

—Tenia que caerme hoy y no lo ha hecho, aún puede que me baje y solo sean mis nervios. —dice dejando salir un suspiro.

—Esperemos, tal vez se te ha retrasado —balbuceo casi en un hilo de voz.

—¿Y si no? Y si estoy embarazada recuerda que no usamos protección. De hecho ninguna de las veces que hicimos el amor nos cuidamos.—espeta algo alterada.

—No te preocupes.—la agarró de las manos. —Voy a estar aquí para tí.

—¡Esto es una locura!—grita casi en un mar de llantos.

—Hey, tranquila princesa.—le beso la frente y la abrazo.—No te voy a dejar sola en nada de esto. ¿Vale?

—Y Leonardo...

—De Leonardo no te preocupes veremos la forma de salir de todo esto. La encontraremos juntos.—respiro profundo y la abrazo aún más fuerte, no permitiré que me aleje de ella.

Le comenté la charla que tuvimos y quedamos en que nos veríamos a escondidas, que deberíamos ser muy cautelosos, Leonardo es una persona inteligente.

Por lo del bebé estoy algo sorprendido, nunca imaginé que escucharía algo así. Hace casi una semana que tuvimos relaciones no puede ser que esté embarazada. Tal vez solo es un retraso.

(…)

Han pasado tres días desde ese momento en que me dijo que creía que estaba embarazada. Resulta ser que decidimos esperar pero aún no le cae la menstruación. Hoy iré al pueblo a comprar una prueba de embarazo para salir de dudas.

Nos vemos un rato en las noches pero siempre con el miedo de ser descubiertos. Le inventaré un cuento a Leonardo para que me deje ir a la ciudad y comprar ese test de embarazo.

La salida fue todo un éxito y regreso con lo que buscaba. Ni siquiera entro por la puerta principal para no dejar saber que ya había regresado y escabullirme en la habitación de Lesly.

Entro rápido y está ahí hecha un mal de nervios.

—¡Por fin llegas!—exclama al verme.—¿La conseguiste?

—Si aquí la tengo.—le muestro la prueba mientras dejo un beso en sus labios.

—Bien.

—¿Qué esperas?—le pregunto impaciente.—Haste eso ya mismo.

Ella agarra el test y se dirige al baño.

—Segura que no quieres que entre contigo.—insisto por última vez aunque ya sabía su respuesta. Me la había repetido miles de veces anoche.

—Que no.—me torció los ojos mientras me dejaba fuera.

¿Será? O ¿No será? Estaba muy nervioso. Sinceramente sería lo más lindo del mundo si estuviera en estado. Aunque sé que está no es la vida que que un niño merece al nacer. Tendríamos que huir de aquí para poder darle un buen futuro. Aunque eso son cosas en las que no quiero pensar solo me voy a limitar a esperar una respuesta, luego ya veremos.

—¿Te falta mucho?—me acerco a la puerta comiéndome las uñas por el nerviosismo.

No me responde pero la puerta se habré de una vez.

Su expresión no me refleja nada, no sé si ha dado positivo o negativo. Esta ahí mirando aún aquella prueba.

—¡Dios santo! Me vas a matar de tanto esperar. ¿Es positivo o negativo?—me enfado y casi grito demasiado, cosa que no podía hacer.

—Ha dado positivo.—habla entregándome el test.

Lo miro y veo las dos rayas, la observó a ella y puedo notar esa sonrisa pícara salir de sus labios. La cargo de la emoción y la besó mucho; en los ojos en la nariz, en la frente, los labios por donde la cogiera le plantaba un beso mientras la apretaba muy fuerte.

—Vas a ser papá.—dice sonriendo.

—Vamos a ser padres.—le rectifico.

La Gran Decisión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora