Un ojo abierto.

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Después de viajar por 3 horas en un camión blindado llegaron a un río donde cruzaron un puente levadizo. La ciudad y refugio de aquellos soldados se encontraba al otro lado. Se acercaron a la ciudad rodeada por grandes rocas escarpadas difíciles de escalar, y aunque era pequeña se encontraba muy bien habitada.
El ambiente era tranquilo, los habitantes  amables y cuidaban bien de su ciudad como si el mundo no estuviera casi en la aniquilación. Era un día normal para los lugareños con excepción de la llegada de dos extraños muy peculiares. Los soldados los trataron con hospitalidad y los llevaron a su base que se encontraba en el ayuntamiento de la ciudad y después de un largo interrogatorio sobre su viaje, (donde Tom tuvo que inventar una larga historia), los acomodaron en una habitación para que descansaran. Bill había notado al Mayor demasiado sospechoso y supo que no debía confiar en él.
-No podemos quedarnos. -reconoció Bill.
-Lo sé, -contestó Tom recostado en una de las seis literas que se encontraban ahí. -pero mientras deberíamos aprovechar un pequeño descanso.
- ¿Por qué no les dijiste lo del segundo ataque? -preguntó Bill intrigado.
-No supe como hacerlo. No sería fácil explicar cómo lo sé y si es que me creyeran, ¿cómo podrían salvarse?
-Tu no puedes saber eso, así cómo no puedes decidir por ellos, al final tendrán que elegir.
Tom ya no contestó, no quería decirle que incluso él no creía poder escapar, pero no quería pensar en eso ni preocupar a Bill. Habían hecho un plan y lo seguirían hasta el final. Pero estaba agotado, un pequeño descanso no le caería mal.
Bill al ver muy cómodo a Tom se recostó a su lado, también se encontraba cansado y necesitaba un poco de reposo, así que se acomodo y echó un brazo encima de Tom. Ya se estaba volviendo una costumbre y una necesidad estar muy cerca de él, necesitaba su calor para sentirse seguro y los latidos de su corazón lo tranquilizaban.
Al sentir el brazo, Tom se levantó preocupado y revisó que no hubiera nadie viéndolos.
-¿Qué sucede? - preguntó Bill.
-No hagas eso cuando ellos estén.
-¿Qué cosa?
-Tocarme, abrazarme. No es normal que los hermanos hagan eso.
-Que bueno que no somos hermanos.
-Sí. -Tom sonrió y volvió a recostarse poniendo el brazo detrás del cuello de Bill . -Solo hay que procurar que nadie vea.
Se quedaron un rato en completo silencio y abrazados. Era un pequeño instante de relajación que se merecían desde hacía tiempo.

-Tuve miedo que te pasara algo.-Tom escuchó esas palabras y sintió un dolor en el pecho. Él también se había preocupado, se había arriesgado demasiado y supo que volvería hacerlo si llegaba la ocasión, lo que fuera por mantener a Bill a salvo, era todo lo que tenia y todo lo que necesitaba; su calidez, su olor, escuchar su respiración y tocar su cuerpo, ya era tan necesario para él. Sus manos comenzaron a moverse  en pequeñas caricias y era imposible conformarse con eso. La boca de Bill lo llamaba, quería sentir su textura y su sabor, pero al oír pasos y voces al otro lado de la puerta hicieron que Tom se levantara inmediatamente. Cuando los soldados que dormían ahí entraron ellos se encontraban muy lejos el uno del otro.
-¡Mira Alex! tenemos visitas.
Eran un par de soldados demasiado jóvenes. Alex era el mayor, era un muchacho de 20 años muy agradable, con ojos castaños claros y con un fuerte mentón, de piel clara y el cabello le cubría la mitad de la cara. El otro soldado era solo dos años más joven, con cabello negro y bien recortado, labios bien definidos y ojos verdes, ambos tenia el comportamiento relajado de unos adolescentes.
-Yo soy Fernando y él es mi hermano alex. -se presentó el menor. -Bienvenidos a la colonia.
-Yo soy Tom y él es mi hermano Bill2.
-¿Hermano? si parece una mujer. -dijo Alex de pronto.
-¿Qué? -se sorprendió Tom y volteó a verlo disgustado.
-Discúlpalo.- pidió Fernando mientras se recostaba en una litera. -es que ha estado un mes en la barricada y el pobre está tan urgido.
-Un mes es bastante tiempo. -contestó el otro soldado y le guiño el ojo a Bill.
-¿Qué es la barricada? -preguntó Tom.
-Se encuentra en lo alto de la montaña. Somos francotiradores y vigilamos la ciudad de esos infectados o cualquiera que quiera entrar sin permiso ¿Y ustedes qué?
-Solo estamos de paso, somos de la brigada de recuperación.
-He oído de eso, esos tipos si son rudos - le dijo Fernando a Alex muy sorprendido.
-¿Y cuanto tiempo se quedarán? -pregunto Alex interesado y sin dejar de mirar a Bill y sobretodo a su cuerpo delgado.
-Un día. -respondió Bill incómodo ante la mirada del soldado.
-¡Que bien! -se alegro Fernando mientras abría un gabinete donde se encontraban sus pertenencia. -Estarán para la fiesta. Sera bueno tener caras nuevas.
-¿Fiesta?. -hacía mucho tiempo que Tom no escuchaba esa palabra y se emocionó.
-No es la gran cosa, pero es lo que tenemos. -respondió Alex.
-Bromeas, habrá tragos y música, y casi todos los soldado de nuestra base. ¿Sabes hace cuanto tiempo no se combinan todas esas cosas aquí?
-Suena algo tonto. -comentó Bill muy desanimado.
Los tres lo miraron sorprendidos pero en seguida continuaron con la plática.
-Será en la casa de mi primo, el hijo del alcalde de la ciudad y lo mejor será que sus padres no estarán, esas fiestas se pondrá muy bien.- Fernando le platicaba emocionado a Tom como si fuera el acontecimiento del siglo.

En el apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora