Más acerca de él.

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Registraron la cabaña en busca de comida pero solo encontraron unas cuantas latas de frijoles y sopas viejas. Ambos tenían mucha hambre y a Tom se le ocurrió una de sus fantásticas ideas. Le pidió a Bill que lo acompañara al bosque y este lo siguió, ambos  esperaron en silencio detrás de un arbusto a que algo apareciera. Tom estaba al acecho y Bill estaba muy callado y atento como le había pedido. Pasaron unos cuantos minutos y pronto apareció un ave de colores hermosos y con una largas plumas en la cola. Bill distinguió a esa criatura como un faisán, le parecía tan hermosa que mantuvo el aliento para que esta no se asustara y se fuera.
Tom sacó un cuchillo de cocina que había tomado de la cabaña y apuntó directo al ave, saboreando un exquisita carne asada.
Bill sorprendido al ver eso lo detuvo a tiempo, lo abrazo por la espalda y lo tiró al suelo provocando el enfado de Tom.
-¿Qué te sucede?
-La vas a matar!?
-Pues claro, para comerla.
-Yo no quiero comerme esa ave.
-¿Por qué no? Es un ave, es para eso.
-Pues no quiero.
-Pero yo si. - Tom se soltó del agarre de Bill y aventó el cuchillo.

Bill gritó un no, logrando asustar al ave haciéndola volar lejos de ahí.
Tom soltó un grito de frustración. En otro momento, con otra persona y con menos de eso, él hubiera explotado y soltado su enojo a base de golpes, pero se sintió incapaz de tocarlo, así que golpeó el suelo.
-No lo puedo creer, realmente lo ibas a hacer?
-Pues claro que si.
-Ahora se por que su raza está siendo destruida.
-¿Qué dices? .-preguntó Tom impresionado.
-Ustedes humanos, no tienen ningún respeto por la vida, destruyen todo, son una plaga.
-¿Eso piensas?
-Eso piensan ellos y tienen razón.
-¿Ellos? Creí que no habías tenido contacto con...
-No se como pero solo lo sé. -Bill miro al cielo como buscando algo en él y Tom lo imitó.

-Son estas ondas que viajan hacia mi cabeza y ponen palabras e ideas en ellas.
Tom no sabía a qué se refería y creyó que solo eran palabras sin sentido aunque tenía mucha curiosidad de entender.
-¿Que te dicen?
-A donde ir. No queda mucho tiempo.
-¿Para que?
-Aún no se, pero tengo que seguir.
-Tenemos que seguir y ojala no nos muramos de hambre en el proceso.
Ahora era Bill quien tenía una idea y era mucho mejor que la de su compañero.
Bill se internó en el bosque y solo le bastó unos minutos regresar con las manos llenas de raíces hojas verdes frutos y demás alimentos.
-¿Qué es eso?
-La comida.
-Eso no en comida, yo diría que es el alimento para mi comida.
-Esto nos dará las proteínas, vitaminas que nuestros cuerpos necesitan.
- Estos músculos necesita carne, y dudo que eso me ayude -Dijo Tom mostrándole sus bíceps.
-Tom, no matarás a ningún animal mientras yo esté contigo.
Tom frunció el entrecejo, no le agradaba la idea de ser vegetariano pero sabía que Bill hablaba en serio.
Después de un bien merecido descanso se abastecieron con armas improvisadas siguieron su camino atreves de la montaña. Bill guiaba y Tom lo seguía de cerca vigilando el área.  Sabían que al bajar de la montaña encontrarían más poblado, incluso tendrían que atravesar una ciudad donde seguro los esperaban un sin fin de infectados, pero de alguna forma ambos se sentían protegidos con la compañía del otro.
Estuvieron muy callados en su trayecto. Tenían que guardar silencio, cualquier ruido podía delatarlos y sobre todo tenían que estar alerta a cualquier sonido.

Tom quería aprovechar ese momento, tenía muchas preguntas que realizar y no podía hacerlo al menos hasta estar en un lugar seguro. Era absurdo que él tuviera ese problema de comunicación, él podía decir cualquier tontería y así iniciar una conversación, pero con Bill era diferente, no quería parecer un tonto, incluso comenzó a comportarse muy extraño, sobreprotector era la palabra exacta. Prefería arriesgarse él al entrar en una zona sospechosa y en varias ocasiones se perdía mirándolo atentamente y es que no podía evitarlo, todo en Bill lo tenía cautivado. De alguna forma ellos dos eran la misma persona pero las diferencias eran notables, como su piel; era nueva, tersa, suave y radiante, sin una sola marca en ella, sus labios eran rosados y hacían juego con una inocente sonrisa, la forma de su cuerpo era perfecta; músculos delgados y definidos que se marcaban en su vestimenta ajustada, y no solo físicamente, las diferencias en el carácter eran notables. Bill tenia la paz en su mirada, la amabilidad en su sonrisa, la gracia en sus movimientos.

En el apocalipsis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora