6. Blank Space.

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Encantado de conocerte, ¿dónde has estado?
Podría mostrarte cosas increíbles
Mágia, locura, cielo, pecado.
Dinero nuevo, traje y corbata
Te puedo leer como a una revista.
Estoy muriendo por ver como esto termina.
Agarra tu pasaporte y mi mano
Puedo hacer a los chicos malos buenos por un fin de semana.
El amor es un juego, ¿quieres jugar?

—Taylor Swift (Blank Space).

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El cosquilleo de las palmas de sus manos, bajo el tacto del volante del auto firmememente sujetado, un hueco en el estómago y la frente bañada en sudor frío. Tenía tanto en la cabeza, realmente estaba inquieto, pero no perdía atención ni detalle alguno de todo lo que le decía la voz de la radio integrada en el patrulla que le habían prestado de comisaría, indicando los pasos de su objetivo, cual cazador y presa.

Sí, tenía tanto miedo. Nunca ni cuando su sien fuese apuntada con un arma cargada, cuando fuese secuestrado, incluso, cuando su familia muriera frente a sus ojos y quedara sumido en la mas férrea oscuridad.
Nunca tanto miedo, como ahora, sabiendo que Gustabo pudo haberse olvidado de él… para siempre. Aún cuando deseaba que fuera algo temporal, él lo quería de vuelta, nada a medias, no promesas en termino medio, no besos soñados ni caricias imaginarias, quería rebobinar, más no resetear nada de lo que ha vivido hasta ahora, solo recuperar lo experimantado con él.

—Ahora Gustabo camina por Plaza del Pilar, cerca del Gallery Café, da vuelta a la izquierda, no debes estar muy lejos.

Sus ojos se plasmaba en todas direcciones, tanto en los espejos laterales como fuera del vehículo.

—¿Y bien? —preguntaba Conway con cierta impaciencia.

En sus oídos continuaba la estática intermitente entre los silenciosos espacios en donde el comisario Elías se callaba para seguir dándole indicaciones de a dónde debía ir ahora.

—Nada, lo hemos perdido, creo que se ha metido por un callejón aledaño,  las cámaras ya no pueden captarlo. Me temo que va a tener que seguirlo a pie Conway.

Perfecto. Conway no espero más cuando logró divisar un callejón de entre todas las calles y casas, seguramente su destino. Rápidamente condujo el auto para intentar adentrarse con él en dicho pasaje, el cual era lo suficientemente amplio para dejar pasar un automóvil.
Pero fue aquí que el mayor desaceleró, al mismo tiempo que el bombear de su corazón.
Porque al dar la vuelta para adentrarse, en sus pupilas se clavó la figura tan bien moldeada de un joven rubio caminando sin pena ni gloria, dándole la espalda. Definitivamente no era un puto fantasma.

Era él. Tenía que ser él.

Freno de golpe. Y no supo cuanto tiempo se quedó estático, observando al muchacho alejarse.

Corre. ¿Qué cojones esperas?

Su voz interna pareció despertarlo de su trance de incredulidad.
Soltó el aire que dejó acumulado en sus pulmones segundos atrás, quitándose a prisa el cinturón de seguridad. Conway permitió a sus brazos y piernas hacer el trabajo que su magullado corazón no se atrevió.

Bajó del vehículo y sus piernas tomaron el protagonismo llendo detrás de aquel rubio, el cual parecía no haberse captado de ninguna presencia a su espalda.

Descuidado. Se permitió pensar el superintendente.
Así cualquiera podría secuestrarte.
Capullo.

Conway sentía el corazón en la garganta, mismo que sería escupido en cuanto hablara, pues estaba a punto de gritar por él.

𝐂𝐲𝐚𝐧𝐢𝐝𝐞 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭s || ᴰᵉ ᵂᵉ ᴬᵍᵃⁱⁿˢᵗ ᵗʰᵉ ᵂᵒʳˡᵈ  || ɪɴᴛᴇɴᴀʙᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora